Parece que ya ha pasado lo más fuerte: la excitación pre navideña
que la podemos vivir de dos formas, o bien deseando de que lleguen ya, no solo
las fiestas, ¡sino las vacaciones! O bien coger el complejo de Grinch, temiéndonos
todo lo que se nos puede venir encima; la supervivencia en el campo de batalla
en el que se convierten los puntos clave para las compras, y doy fe que, lo que
viene a ser mi terreno, Avenida Maisonnave con Federico Soto y alrededores en
Alicante, es en estos días una auténtica yincana, pero más feo lo tienen en
otros sitios, sino que se lo digan a los
que viven en Madrid; la elección del menú de Noche Buena y Navidad,
buscar, comprar y preparar el corderito o el animalito de turno, atracones de
dulces y la fase de “purga” que viene después y en la que una servidora todavía
se encuentra, teniendo en cuenta que mi estómago lo pedía, literalmente, a
gritos, total para que dentro de dos días retomemos la sobrealimentación
desmedida… Hasta el 7 de enero no hay tregua, no sé si ir a la farmacia a
comprarme un Resalim o un Omeoprazol, ¿qué será mejor?
Pero no miremos esto como una cuesta que hay que subir y que
luego te llevará a un abismo de dietas,
dolores gastrointestinales, el vacío interior que dejará la post Navidad y los
sacrificios económicos que se supone que deben compensar los excesos del mes
anterior, porque el vacío también llega a las cuentas del banco. Nada de eso,
primero porque de Navidad aun nos queda mucho. La Noche
Vieja es el día por
excelencia para que una pueda ponerse un vestido elegante y pillar la cogorza
del siglo al mismo tiempo, sin que esa la combinación desentone. Y además,
¡vamos a ver por tercer año consecutivo el esperado modelito de las campanadas
de la Pedroche, que ya se ha convertido en algo tan tradicional como la capa
del Ramón García! Después llegará la resaca de Año Nuevo, que creo que es la
única resaca que vivimos con alegría durante el año, y no nos olvidemos de la
cabalgata de los Reyes Magos, que esperemos que este año se les prohíba
vestirse con telas de cortina de baño, cuando pasen por Madrid (menciono por
segunda vez a la capital, ¡pero es que el desfile del año pasado fue horroroso!).
Y como he dicho antes,
aún hay más. Se acabarán las vacaciones de navidad pero empezarán ¡LAS
REBAJAS! No sé de qué tengo más ganas en realidad, de que vengan los Reyes o
irme yo de compras directamente. Las
rebajas son como una segunda oportunidad: ¿Que no te ha gustado lo que te han traído
los Reyes? A las rebajas, ¿Que no
has sido muy buena este año y no has tenido
regalos? Pues a las rebajas también, ¿y si te han regalado todo lo que te gusta
y más estas navidades? ¡Da igual, a las rebajas también a comprar y reventar los armarios de casa! Qué sensación tan
satisfactoria eso de pasar por el umbral de mi puerta con 5 o 6 bolsas llenas,
que se traducen en un día de búsqueda fructífera. Pero no nos liemos, aún queda
para eso.
Me despido con este post
del 2016, coincidiendo también con los cuatro años que lleva activo este blog,
esperando que mis anteriores posts, incluido
éste, hayan servido para sacar sonrisas, ofrecer
opciones y hacer recapacitar en muchas cosas, y ojalá los próximos también lo
hagan. Feliz fin y comienzo de año. Nos vemos en 2017, ¡tal vez en las rebajas!
Y una recomendación: Quien no haya ido a la feria, cuidado con querer hacerse la valiente y subirse en ciertas atracciones "agitadoras", hoy me duele todo el esqueleto.
Pero además, no solo quiero despedirme con letras, también dejo la canción más indicada para esta despedida de año: