sábado, 21 de septiembre de 2019

Los metros de mi cocina

Llevo unos meses de holgazanería en lo que respecta al blog y a escribir en general; mira que me han venido ideas muy chulas para escribir un post en condiciones, en serio, había días que se me encendía la bombilla, pero faltaban ganas de levantarse; mi sentido arácnido del feminismo se encontraba adormecido. Dormido hasta que esta tarde mis oídos oyen, para en seguida poner atención y escuchar un titular de, ojo, los informativos (el único espacio "serio" que queda en la tele, donde se supone que todavía te costaría cuestionarte una noticia) que da a conocer el borrador del nuevo decreto del Gobierno vasco en cuanto a construcción se refiere, en el que se propone rediseñar los espacios para mejorar la seguridad de las mujeres y así facilitar el compartir las tareas domésticas. Es decir, que los vascos achacan la falta de iniciativa del hombre en las tareas del hogar a no tener una cocina de palacete: la desigualdad de género en el ámbito doméstico reside en los metros cuadrados de ese espacio multifuncional de la casa.
En seguida se me alteró la sangre y me mi cabeza comenzó a echar humo. Pensé, "En serio estoy escuchando esto", me parecía inverosímil, como si fuera producto de una broma generalizada del presentador, nosé, podría pasar, en un programa de radio tienen un espacio de "noticias chorra" que se dedican a dar noticias falsas de este estilo... Pero para mi decepción, lo busqué en el periódico digital y sí, es una noticia de verdad. Vaya.
No me voy a meter en las propuestas del Departamento de Vivienda vasco sobre metros cuadrados y planificaciones de nuevos inmuebles y esas cosas, más que nada porque todo esto sigue pareciéndome irreal. La pregunta que además lanza el periódico digital es ¿Se puede diseñar un edificio de forma deliberada para facilitar la igualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo, en materia de corresponsabilidad?. Yo contesto a eso: NO. Y voy a dar mis motivos aunque son evidentes. Cuando cocinamos en una casa, no somos "Los hermanos Torres en la cocina", no vamos a usar los fogones al mismo tiempo, como mucho, uno cocina y la otra friega los platos, y si falta sitio solo es cuestión de esperar a que termine uno para seguir el otro, ya está, tampoco me voy a meter en cómo debe coordinarse cada uno en su casa.
No se trata de tener una cocina más grande, total, al final serían más metros cuadrados que tener que limpiar después (y más metros cuadrados que pagar para la hipoteca), se trata de colaborar entre tod@s y colaborar se puede hacer al mismo tiempo o por turnos. Y colaborar no es ayudar, que le queden claro a esos que van siempre con el discurso de "yo ayudo en casa", no, porque en lo que respecta a las tareas domésticas no hay un responsable oficial y la otra persona le hace un favor, aunque la sociedad ya lo tenga claro de forma implícita. Nos encontramos en un momento en el que tanto hombres como mujeres trabajamos fuera de casa, ya no es que alguien se quede a cuidar del hogar mientras otro trabaja fuera y, por sentido común, se hace esa tarea que, por cierto resta mucho tiempo y no está para nada desconocida ni mucho menos remunerada. Cuando llegamos a casa todos y todas queremos descansar, encontrarnos la comida hecha, la casa limpia, la vajilla guardada, muchos tenemos máquinas que nos facilitan las tareas, pero siempre hay cosas que hacer. Yo puedo arrastrar el mismo cansancio diario que mi pareja, incluso más, ¿por qué tengo que ser yo entonces la que haga la cena? Si tuviera una cocina el doble de grande pienso que nuestra dinámica diaria no cambiaría, bueno sí, tal vez pondría una mesa bien grande ahí para comer directamente todos juntos, pero ya está, si tenemos unas costumbres en plan "tú pones la mesa, yo hago la cena y el niño tira la basura" el espacio no es que influya mucho. La desigualdad en el ámbito doméstico no se soluciona con más metros cuadrados, vuelvo a repetir, se ataja con la educación temprana en los colegios en materia de igualdad y creando rutinas equitativas y justas, horarios, repartos de tareas etc en casa, para que todos y todas colaboremos por igual.
Pero para que todo este rollo que acabo de soltar tenga algún sentido, en la propia casa hay que tener iniciativa, no esperar a que me digan lo que debo hacer.