sábado, 18 de julio de 2015

El poder de una falda

“La movilización dio sus frutos. Las dos mujeres de 19 y 23 años que fueron procesadas en Marruecos por vestir con faldas y atentar "contra el pudor" el pasado 14 de junio en la localidad de Inezgane, fueron absueltas este lunes. Durante casi un mes, la opinión pública marroquí estuvo pendiente de este caso en el que la policía y el fiscal detuvieron y procesaron a las dos mujeres, en lugar de a quienes las hostigaron mientras hacían sus compras en el zoco de Inezgane”. Con estas líneas comenzaba la noticia del diario El  País. Fuerte, ¿verdad?
Lo que puede ser un acto totalmente normal, como es el hecho de enseñar las piernas por la calle, en unos lugares, en otros se llega a considerar un delito. Creo que a partir de ahora la falda ha adquirido un poder y un simbolismo de liberación y  batalla ganada en Marruecos que ni Mary Quant se lo hubiera imaginado.

Pero todo este revuelo y su resultado final no lo ha originado el poder de una falda, más bien la falda ha sido la herramienta, el centro de la disputa entre dos bandos: la sociedad civil vs la política del país. En esta ocasión la sociedad civil gana y es un triunfo que nos tranquiliza, porque vemos que una buena parte de la población marroquí, en especial  las mujeres, no se subordinan ante las retrógradas normas del país y luchan por acercarse un poco más a la igualdad de género, que queda muy lejos por desgracia. Pero a pesar de ser un triunfo en pro de la libertad femenina y la igualdad, también preocupa y asusta, en este caso por la reacción de quienes están al mando de las diferentes formaciones del país ha sido nula en este capítulo tan importante. Ha tenido que ser la movilización de  organizaciones civiles, ONG en defensa de los derechos de la mujer, quienes dieron un paso adelante y comenzaron a recabar firmas hasta conseguir unas 30.000 por Internet.
Esta vez la gente se ha espabilado y ha luchado por algo por lo que en realidad no se debería de luchar, que simplemente debería ser algo normal, eso ya convierte este hecho en algo anómalo. El pasado 14 de junio fueron procesadas dos chicas por llevar falda, dentro de unos meses les puede ocurrir lo mismo a otras dos por ir cogidas de la mano, por ejemplo. Hoy está amenazada la libertad de vestirse, pero mañana puede ser la libertad de hablar.
Porque, ¿qué hay de los libros que no se permiten leer, de las películas que se prohíben ver, de los matrimonios que se obligan a contraer o de las estudiantes a las que no se les da la posibilidad de aprender más?
En mi opinión, la movilización que se ha llevado a cabo para que estas dos chicas no fueran procesadas por llevar falda en Marruecos y los resultados logrados, no es algo tranquilizador, a pesar de las buenas intenciones de los movimientos sociales. A mí me horroriza y me produce temor recordar que hay lugares en los que debo medir el largo de mi falda o en los que debo cubrirme el rostro. No se debería luchar por normalizar el uso de la falda, debería ser algo normal y punto.
De todos modos, me quedo también con la sensación de que todos esos hombres “vigilantes de la moral” lo que tienen en realidad es miedo. Tienen miedo porque saben que en algún momento todo esto cambiará y sus sumisas mujeres se revelarán. Por eso reaccionan apresando a unas chicas que no han cometido ningún delito, solo enseñar un poco las  pierna.

Ahora solo queda esperar a qué será lo próximo y cuál será la herramienta movilizadora. ¿Un tanga tal vez?