martes, 3 de noviembre de 2020

¿Malas feministas?

No sé si para muchas ha pasado desapercibida la tweet-guerrilla que han protagonizado Irene Montero y Teresa Rodríguez, con toda la movida del Covid, que ya es bastante, hay noticias que ocupan menos espacio televisivo de lo que habrían hecho en aquella vieja normalidad. Yo es que tampoco veo mucho la tele, con el canal de dibujos ya tengo suficiente, pero por suerte me asomo de vez en cuando a las noticias digitales del móvil, de ahí el enterarme de este pifostio.

Al lío. ¿Que qué ha pasado? Pues que recientemente Teresa Rodríguez,


la de Anticapitalistas, ha sido expulsada junto a seis de sus diputados del grupo parlamentario de Adelante Andalucía, acusados de transfuguismo: según ella, hasta ahora líder de la coalición de Adelante Andalucía, en el mes de febrero ella y otros parlamentarios decidieron desvincularse de la formación porque no estaban de acuerdo con los acuerdos de Podemos IU y PSOE, que el proceso fue amistoso... Según la otra parte, "Roma no paga traidores". Si a todo esto se le añade el detalle que la expulsión se ha producido durante el permiso de maternidad de Rodríguez, la polémica se vuelve más espesilla.

El pasado viernes se desencadenó una guerra entre Rodríguez y Montero a través de Twitter, comenzó por el muy desafortunado comentario de la marquesa de Galapagar en la radio "la política no para" aunque una esté de permiso de maternidad. La andaluza, en sus cruces de tweets, puso en entredicho a Montero como Ministra de Igualdad, se comparó con el ejemplo de una trabajadora precaria de fábrica y su patrón y le recordó a la ministra que ella sí tiene un trabajo al que regresar y que la política no le cambió de barrio.  La marquesa de Galapagar contestó a todo, diciendo que le parecía bochornoso que se comparara con una trabajadora precaria, la invitó a combatir el machismo juntas y le recordó que ella y sus compis seguían siendo diputados y cobraban un salario por ello... Esto es un poco lioso, los periódicos, desde luego, explican mucho mejor este entresijo de acusaciones.

Mi intención no es transcribir esos diálogos, si se quieren leer con exactitud, están en los periódicos y en las cuentas de Twitter de las dos guerrilleras. En sus discursos utilizaban las palabras "sororidad". "patriarcado", "machismo"... Convirtiendo una vez más una cuestión política, una falta de claridad y comunicación entre partidos y coaliciones, en un tema exclusivamente de FEMINISMO.

No me gusta mucho hablar de política por aquí pero, una vez más, se está utilizando la idea de feminismo para defender intereses políticos, cuando creo y estoy convencida de que el feminismo no debe estar sujeto a ningún color. Esto ocurre, básicamente, porque existe una serie de partidos políticos que carecen de bases concretas, de ideas democráticas con un fin, y se aferran a corrientes ideológicas según su conveniencia y las toman como propias. El problema es que, cuando abusas tanto de una idea y de sus preceptos y la aplicas a tu quehacer solo en la teoría, luego en la práctica te encuentras con situaciones que no puedes controlar: Lo de la Montero con Rodríguez me ha recordado a lo de Leticia Dolera con Aina Clotet, un poquito, en otro marco.

El feminismo no nació con Podemos ni con ningún otro partido político, el feminismo es un movimiento que le ha costado años y años de esfuerzo a incontables mujeres en la historia, para llegar a donde ha llegado, como para que ahora lo estropeen una panda de catetos que se creen que con un título universitario en Ciencias Políticas, con cuatro frases hechas y su demagogia pueden gobernar un país, una comunidad, un municipio, me da exactamente igual.

Muchas asociaciones de carácter feminista se encuentran muy molestas precisamente por esta guerra personal entre políticas y, de forma más extrapolada, entre partidos políticos, por cómo está dirigiendo Irene Montero su Ministerio de Igualdad y la falta de respuesta de este ministerio a las demandas reales de estas asociaciones.

¿Opiniones? Ya digo que esta noticia se explica en diferentes periódicos de distintas ideologías, de todos ellos, se deduce que el modo en que Podemos ha hecho las cosas no es el correcto y, concretamente el comentario de Irene Montero, es muy desafortunado y ofrece una percepción de poca seguridad a la mujer trabajadora y su conciliación familiar. 

Pero ante todo, debe quedar claro que el FEMINISMO no es de l@s polític@s. Es de tod@s.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Adolfina

 Muchas han sido las estrategias, durante la Segunda Guerra Mundial, que se utilizaron para intentar debilitar o, directamente, hacer desaparecer a Adolf Hitler: obviamente, se pensaba que para terminar con toda esa atrocidad del nazismo, lo mejor era cortar la cabeza de esa ideología; muerto el perro, se acabó la rabia. Pero poco se habla de uno de esos intentos de destruir al presidente nazi y autor de unas de las más atroces exterminaciones humanas. Estrógenos.

Sí, esa es la palabra clave: los estrógenos. El absurdo plan secreto que en su momento tramaron los aliados consistía en envenenar a Hitler con hormonas femeninas. Y digo absurdo porque, una vez más, se dio por hecho que los estereotipos femeninos de la época harían del führer una persona cándida, delicada y dulce que repercutiría en su carácter lunático, vil y estratega, para poner fin a las masacres humanas y a la guerra. Se pretendía que los espías ingleses mezclaran estrógenos en la comida de Hitler, pensando que pasaría la barrera de los catadores (era normal que tuviera a gente que probara la comida antes que él, todo el mundo se lo quería cargar) y, posteriormente, el propio Adolf tampoco notaría esta sustancia: los estrógenos no tienen sabor, son completamente insulsos y nadie notaría su presencia en la comida; además, se decía que Hitler era adicto a diferentes drogas, una sustancia más que menos... Desde luego un plan bastante "cojo", así que imaginémonos cual sería la desesperación por acabar con ese hombre.



Pero, ¿qué pretendía el bando aliado? ¿Que Hitler comenzara a desarrollar empatía por los judíos? ¿Que se convirtiera en defensor de las personas diferentes a la raza aria? ¿Que organizara un tratado de paz con el resto de países en una reunión de té y pastas? Se dice que se pretendía "dulcificar" al führer, pero la verdadera palabra en la que estaban pensando todos esos machos aliados era "debilitar". Se dio por hecho con un patético estudio de la Universidad de los Cavernícolas que, atiborrando a Hitler de hormonas femeninas, se crearía a un ser débil y sumiso, femenino. 

Porque claro, no existen las villanas, no hay mujeres sin escrúpulos, sádicas, salvajes o asesinas, una mujer jamás podría ser una estratega de la guerra. Ahí van unos cuantos nombres de gente letal y que no son hombres: Mata Hari, Charlotte Corday, Shi Jianqiao, Brigitte Mohnhaupt, la agente Penélope del Mossad... ¿Más?

Eran los años 30 y 40, se seguía considerando el sexo femenino como el sexo débil y, por lo tanto, los estrógenos una auténtica kriptonita para los grandes y viriles guerreros. Sin embargo, no puedo negar que me haría gracia ver cómo hubiese sido una Adolfina Hitler, ya despojada de ese ridículo bigote y de ese repelente pelo graso peinado con ralla a un lado y en su lugar una llamativa melen pelirroja; que renunciara a sus galones, su uniforme y a su cargo de presidenta alemana para dedicarse a ser una bailarina de los cabarets berlineses con sus ajustados modelitos y corsés de la época; que entretuviera a las tropas, que tras su actuación estelar emulando a Liza Minelli se quitara delicadamente el maquillaje, mientras repasa que sus suaves medias de seda no tengan ningún desperfecto, se colocara su bata de satén, se repasara la manicura y se leyera una bonita novela de romance victoriano, en lugar de quemar libros. 

Seguro que la historia hubiese tomado otro rumbo. Pero alguien habría ocupado su lugar, nunca habría dejado de existir en el mundo alguien con intenciones oscuras y con ganas de poder a toda costa, ya fuera un Adolf o una Adolfina.


martes, 26 de mayo de 2020

Desde el espejo: la dimensión contraria de tu yo

Por fin, con este proceso de desescalada, poco a poco, hay cosas que se van retomando. Una de ellas es mi nueva novela: Desde el espejo: la dimensión contraria de tu yo. Desde luego, cuando la estaba escribiendo, allá por el 2018, cuando todavía andaba embarazada por el mundo, no pensé que el día en el que me animara por fin a publicar coincidiría con las contrariedades que vendrían después, estoy hablando del retraso a la hora de salir a la luz, el no poder tener una edición de mi libro en mis manos hasta dos meses después de saber que ya estaban en el despecho de mi editor, el no poder hacer una presentación del libro como toca y tener que recurrir a una "reunión" on line mediante directos en Instagram, tener que cancelar la Feria del Libro en la que Desde el espejo haría su debut... Así puedo nombrar unas cuantas "catastróficas desdichas" o "curiosas maneras de mantenerse a flote".


El caso es que ahora estoy muy contenta, después de estos dos meses ya tengo mis novelas, comienzo a dedicar y a hacer envíos y a buscar y distribuir en comercios locales con los que establezco trato en primera persona. Y digo en primera persona porque también he vuelto a mis orígenes en el mundo editorial: después de probar con otra editorial para mi segundo libro, de la que no salí muy satisfecha, he vuelto a apostar por mi editorial independiente, con la que ya trabaje en mi primera novela, supone más esfuerzo y una total implicación en lo que es el tema de la promoción y la distribución, pero al menos llevo las riendas.
Tengo que agradecer desde aquí a todas esas personas que ya han leído la novela y que me hacen llegar mensajes positivos sobre lo que les ha parecido la historia; a mí me gusta crees que es así, porque si no te gusta lo que has leído no tienes por qué decir nada que no sientes. Con esta nueva novela he apostado en salirme de lo que vienen a ser mis historias, mantengo mi esencia, es lo que me denomina, pero he querido incluir el factor fantástico de los cuentos de hadas, esa magia que es capaz de cambiarlo todo, la moraleja de las fábulas como enseñanza y dando el mensaje de que las segundas oportunidades existen y el debate del enfangamiento vital y el verdadero sentido de tocar fondo.
A quien todavía no le haya llegado o no la haya leído, dejo aquí el resumen del libro y, además de estar en el apartado "Mis novelas" de este blog, también dejo enlaces de compra on line y los puntos de venta físicos que tengo por ahora:

"¿Podría ser verdad que la imagen que se proyecta de nosotros a través de un espejo tenga sentimientos, juicio y deseos propios? ¿Qué ocurriría si un reflejo comenzara a tomar sus propias decisiones al margen del cuerpo al que pertenece?
Paola Krantz es una mujer egocéntrica, materialista, superficial, no conoce la palabra amistad y tiene un concepto del amor propio bastante descorazonador. El reflejo de Paola es consciente de todo esto, vive en sus propias carnes y refleja todas las excentricidades, los fracasos y las maldades de su dueña, también es consciente de que todas sus decisiones se vuelven en su contra. El  único deseo del reflejo de Paola es tener la voluntad para cambiar las cosas. Pero, ¿es posible escapar de esa dimensión que hay tras los cuerpos reflectantes? ¿Puede un reflejo cambiar el curso de la vida de un cuerpo real?"

Venta on line:

Puntos de venta físicos: 
-Papelería-Librería Susi
c/ Monóvar nº 27, San Gabriel, Alicante.
tlf: 965 10 16 96

-Librería La Farándula
c/ Sant Josep nº9, Novelda, Alicante.
tlf:965 60 10 33

Si hay más novedades en cuanto a puntos de venta, lo iré actualizando. De momento es testo, pero poquito a poco iremos conquistando lugares, estanterías y corazones. 
Feliz día.


sábado, 16 de mayo de 2020

De madre a madre



Se me hubiesen podido ocurrir decenas de temas que comentar o desglosar en este espacio. Podría haber hablado de cualquier noticia banal o divertida, de sucesos absurdos u opiniones sexistas que criticar. Pero me es imposible hacerlo, no me salen las palabras para escribir sobre lo ajeno, aunque me impacte muy de cerca. Ni siquiera me apetece compartir mi miedo ante la Fase 1, estoy harta de Covid-19, de las noticias, de los políticos... A veces escribo poemas, pero este no es el espacio para compartirlos.
No.
No.
Y no.
Desde ayer, cada vez que leo una noticia sobre el tema, se me nublan los ojos y se me encoje la garganta, ¡Fíjate! ¿Quien me lo iba a decir a mí? Todo esto es por el hijo de Ana Obregón: el niño que me caía mal cuando lo veía morder los micrófonos, la actriz que me parecía (según mis prejuicios) demasiado frívola y todo lo demás que nos muestra la prensa. Pero ayer, por primera vez, empaticé con Ana Obregón: me puse en su lugar, pensé en cómo podría sentirme si en esos momentos yo estuviera viviendo su pena, la muerte de su único hijo; no duró mucho el ejercicio, me faltó la respiración al instante y me puse a llorar como una magdalena, lo juro; incluso me sentí mal por haber juzgado de forma negativa durante tanto tiempo a una persona con la que, en estos momentos siento tanto respeto.
Después de esto he estado reflexionando y sí, puedo asegurarlo: ser madre te cambia, te hace más humilde y te enseña a ponerte en el lugar del otro, te hace más humana. No quiero decir con esto que quien no es madre no es humana, para nada, que no se me malinterprete, pero como en todas las experiencias vitales importantes, ésta, la maternidad, supone un empujoncito a la la hora de intentar ponerse en el lugar del otro, que nunca es fácil. Probablemente si no fuera madre, el respeto por una persona que acaba de perder a un hijo y por el propio hijo, lo tendría, eso creo que forma parte de la ética de cada uno; pero quiero ir más allá, hablo del sentimiento, de vivir ese dolor en mis carnes. De verdad que intentando comprender a esta mediática actriz, lo he sentido y ha sido horrible: conforme me imaginé el pasar por ese trance, fui corriendo al lado de mi pequeñín y no me separé de él durante el resto del día y más tarde, intentando grabar ese instante de él y yo solos; en el trabajo, estuve pensando "¿Qué estará haciendo ahora esta mujer? ¿Tendrá ganas de comer, de dormir, de respirar? ¿Se puede plantear una madre seguir con su vida después de eso o simplemente se deja llevar a ver qué pasa? ¿Vuelven las ganas de vivir? 
De verdad, yo, que me negué a ver Ana y los siete, que me reía de esa carrera de bióloga-guionista, que criticaba esos posados veraniegos... puedo decir que siento una melancolía compartida, no por la mujer, ni por la actriz, ni por la bióloga, ni por la celebrity, sino por la madre. Creo que existe un hilo invisible que nos conecta a las que sufrimos como madres y que, sin conocernos personalmente, somos capaces de vivir y sufrir lo que podría estar viviendo y sufriendo la otra.
Yo no sé si existe el cielo o si nos reencarnamos en algo, pero cuando una tragedia así, tan antinatural, ocurre: que una madre le sobreviva a un hijo, que lo tenga que ver agonizar con apenas 27 años, solo espero que la vida terrenal que toca seguir viviendo después de todo eso, sea lo suficientemente llevadera para no consumirse, porque después de eso, creo que da igual si hay cielo o infierno tras la muerte, lo único que quieres es volver a ver a tu hijo y lo demás te sobra.
Mucho ánimo a las madres que les toca despedir a sus hijos, eso no debería ocurrir, nunca.
















sábado, 9 de mayo de 2020

Mis series y yo

Creo que si a tod@s o a casi tod@s nos une algo de este periodo de cuarentena es el masivo consumo de series y, a consecuencia y debido a las escasas relaciones sociales que tenemos, la mimetización que sufrimos de éstas. No quiero imaginarme qué hubiera ocurrido si me hubiese visto las siete temporadas de Juego de Tronos en pleno Covid-19, soñaría en el sofá despierta, imaginando que voy volando sobre un dragón por encima de los tejados de mi barrio y gritándole al oído "Dracarys, dracarys!!!" para que suelte su fuego a todos esos cabrones que salen a pasear a la calle de forma masiva y sin mascarillas. Pero eso ya pasó, forma parte de mi otra cuarentena, la del posparto.

Sin embargo, sí es cierto que tengo algunas series con las que creo que me estoy obsesionando; comencé a verlas para evitar las noticias, las ruedas de prensa de don Sánchez y don Simón y los programas sensacionalistas y ahora es superior a mí, no puedo parar.
Al principio de esto me invadió la fiebre vampírica, echaba de menos el rollito Crepúsculo y en HBO vi que estaba toda la serie completa de True Blood. Es una serie para no tomársela muy en serio porque ahí solo se dedican a darle como conejos y a hincarse el diente, pero una termina fantaseando con la idea de conocer a un vampiro de modales sureños, de la época de la guerra de secesión, William Compton, y después paso al aburrimiento y prefiero al rey bárbaro, Eric Northman y pienso, joder con la Sokie Steakhouse, esa chica pasa de ser una camarera de bar de carretera con una vida aburrida a ser la amante de los vampiros nº1. He de decir que ya me he cansado un poco, se están mezclando vampiros, licántropos, cambiantes, hadas y no sé qué más, y se les está yendo de las manos.
En realidad, ya no sigo tanto True Blood porque descubrí LA SERIE, con sus 15 temporadas completas en Amazon Prime, ¡toma ya! Anatomía de Grey. Sí, tiene muchos años, pero es que comenzó a emitirse en una época en la que había mucha serie de médicos (House, Hospital Central etc) y Médico de Familia ya había hecho mucho daño. Pero me he reconciliado con las series de médicos, vaya que si me he reconciliado, no veo otra cosa y lo mío con Preston Bourke ha sido amor a primera vista, ¡qué cirujano! Su historia de amor raruna con la dra. Yang me hace sufrir mucho, y es que la pareja principal, Derek y Meredith, para mi gusto son muy predecibles, insulsos y han pasado a un segundo plano. Y por supuesto, Addison Montgomery es mi ídola, en otra vida tengo pensado ser una ginecóloga cañón como ella. Esta serie me va a llevar tiempo, la comencé en la cuarentena, voy por la 3ª temporada y, de momento no me aburre, cualquier día me ven por la casa en bata, la mascarilla ya la tengo.
El descubrimiento más reciente es The Boild Type: tres amigas
jóvenes que viven en Nueva York y que trabajan en diferentes departamentos de la revista femenina más importante del mundo. Un Sexo en Nueva York pero con veinteañeras. Las veo, tan jóvenes, tan monas, tan bien vestidas, con unos trabajos en los que siempre tienen tiempo de irse a charlar a los vestidores o a las cafeterías y con ocupaciones tan divertidas. Yo quiero ser una redactora de una revista así, ¡¡¡quiero ese trabajo!!! Pero no, me conformo escribiendo para mí.
Ahora estoy esperando a que otra de mis series favoritas, Insecure, que ya ha lanzado su 3ª temporada, ponga sus capítulos con voz en castellano, porque mi cabeza nunca ha dado para leer subtítulos y seguir la imagen de quien habla; y es que, de vez en cuando, también me gusta creer que puedo ser una afroamericana estilosa de Los Ángeles, con joyas doradas que pesan un quintal, jerga de "sisters", ropa rara choni y de cojones pero que sienta genial y peinados que estrangulan el pelo.

Estas son mis series, un día quiero ser amante de vampiros, otros una sexy cirujana de obstetricia, generalmente una redactora de una revista femenina y lo que se presente. Mientras esto dure, hay que echarle imaginación, el resto lo pone la tele.

sábado, 25 de abril de 2020

Tremend Tropic

Recuerdo de cuando comenzaba a navegar por internet con más asiduidad, cuando las redes sociales empezaban a convertirse en la nueva agenda de eventos y en la biblia de lo que era y lo que no era tendencia, las palabras nuevas: likes, influencers, histories, hastags... Un día, con esa intención de encajar que nos convierte a todos los seres humanos en idiotas, se me ocurre a mí decir, queriendo utilizar palabrejas de estas de las 3.0. 4.0 o ya no sé si vamos por 5.0: "Por lo visto esta noticia de hoy es tremend tropic!", se me quedan mirando..., "Querrás decir trending topic...". Iba a decir "Sí, perdón" acompañado de ese pensamiento de tierra trágame y escúpeme diez minutos antes para mentalizarme de que no debo cagarla haciendo comentarios de cosas que no conozco, pero no. No: "Qué va, quería decir tremend tropic". Y tan pancha me quedo.
Me digo a mí misma: voy a crear un nuevo concepto en el que yo y la gente como yo podamos encajar.
Como todas y todos ya sabréis (porque yo ya lo sabía, no he hecho un búsqueda rápida en Internet), el concepto de Trending Topic, que lo oímos a diario en los programas de la tele y las redes, se refiere a lo que es tendencia, a lo que tiene más repercusión y repetición en las redes sociales, en un momento y lugar en concreto y de lo que todo el mundo habla e imita, puede ser una frase, un acontecimiento, un hecho propio de una persona, la propia persona en sí. Porque sí, tú mañana puedes ser Trending Topic. Así va el plan en el mundo de las RRSS.
Pero, ¿y las personas que se inician en el mundo de Internet y sus altibajos? ¿Y los acontecimientos que son relevantes para personas concretas: puede que no tengan un alcance social impresionante pero a las seis u ocho personas que les llegue les cambia la vida? Para todo eso, Tremend Tropic.
Recientemente, como escritora y futura influencer de la literatura, me estoy intentando mover más por las redes, concretamente en Instagram: el jueves pasado hice mi primer Directo ¡el primero, yuhuuu!, después de haberme estado grabando toda la semana y habiéndome cascado media botella de vino tinto antes de la cita con mis fieles seguidores, por esa cosa de calmar los nervios, sobreviví a esa prueba de fuego de la gente influyente, tanto, que me ha dado tal subidón que ahora solo tengo ganas de grabarme para hablar. El irecto tuvo un antes y un después, subió mi lista de seguidores ligeramente, unos 20 más, y eso para un influencer es poco, pero para un futuro influencer es máS que prometedor, ¡Tremend Tropic, no hay duda! 
Mi ritual de iniciación en este mundo y que ya te define como tal, fue el incidente del pito: una persona le dio a seguirme y yo pensé "Mejor, más seguidores, más likes: no voy a seguirle porque no sé quién es, pero no me molesta", quiso hacerme una videollamada por Instagram y la rechacé: no cariño, soy una futura influencer, no puedo ser tan facilona; y ya el otro día me envió una foto y cuando le dí a abrir, me salió un pene, un pito, una chorra, una verga, que en seguida borré y quité de mi pantalla, a penas la recuerdo, delete, delete, sin público ni intención de hacer un papelón, me puse nerviosa, como si nunca hubiera visto un pito e hice lo que hay que hacer en estos casos y que todo futuro influencer debe saber, un BD: Bloquea-Denuncia. Ahí comenzó mi gran reflexión: todo este movimiEnto de redes me ha convertido en Tremend Tropic, aún no soy de esas cuentas que tienen el circulito azul, las importantes, pero, ¡me han enviado el primer pito-acosador, ya soy lo suficientemente importante como para privatizar mi cuenta! ¿Lo hago? ¿la privatizo o me espero un poquito más y doy visibilidad a los curiosos? Es tan difícil ser Tremend Tropic, estás aún en tierra de nadie y cada decisión cuenta. Pero me han enseñado el primer ciber-pito, he hecho el primer de muchos Directos, a subido mi lista de seguidores en un día más que en todo un año, esto es una nueva era para mí, puede que al resto del mundo le importe una mierda, si les importara, yo sería Trending Topic, pero no, yo soy Tremend Tropic, ¿entendéis ya la 
diferencia? ¡Es incluso mejor, ¿no?!


Para Tremend Tropic, la entrevista que tengo mañana domingo en directo en mi cuenta de Instagram, a las 19:30, sobre mis novelas y mis cositas de escritora. No os confiéis, seguidme, que dentro de poco voy a ser super famosa y con tanto pito voy a tener que privatizar mi cuenta. 
Aprovechad ahora para seguirme, ahora que todavía soy Tremend Tropic.

miércoles, 15 de abril de 2020

Por qué no queremos ser princesas

Me planteo escribir esto, básicamente porque todavía me encuentro bajo los efluvios de mi última lectura de Caitlin Moran y en su epílogo desmenuza esta reflexión: lo que han cambiado la perspectiva de esa idea que desde niñas se nos forma de "querer ser princesas". Desde luego las respuestas son fáciles y lógicas si lo piensas, ¿por qué las niñas, desde niñas, ya no quieren ser princesas?

Primera hipótesis: Las princesas caen por su propio peso. Conforme crecemos, hemos despertado al mundo y ya tenemos claro clarinete que Ariel no se va a los bancos del parque a comer pipas y beber coca cola con las amigas, joder, si es que no tiene amigas; Cenicienta no va de compras o, simplemente a ojear prendas en Bershka, la ropa se la cose unos ratones; Aurora (y ninguna de las demás pink princess, para qué engañarnos) coquetea, tiene citas con otros hombres o intenta conocer sus opciones: se casa con el primero que le roba un beso. Eso en tiempos de mi abuela vale, pero ahora... Que no, que el estilo de vida de una princesa al uso no nos representa, son asociales por completo.



Segunda hipótesis: El fracaso de las bodas reales. Lady Di, en sus tiempos, era la chica que en el momento de casarse con Orejitas Charles, todas querían ser, fue la boda del siglo, una auténtica novia-princesa con un vestido que se sostenía por sí solo, el carro de caballos, el rostro de esa alegría ingenua virginal. "Qué suerte" era lo que pensaban todas. Y mirad la suerte... El mito de la princesa prometida fue decayendo lentamente con las desgracias matrimoniales de la pobre Diana y murió finalmente en el puente del Alma de París con ella. Ha habido intentos por volver a esa ilusión de princesa por sorpresa, como el de Letizia Ortiz, que deja su vida independiente, su carrera periodística en plena efervescencia y sus ideas republicanas por amor al príncipe de España, la chica sigue aguantando el tirón (la ropa de diseño y los bolsos deben de ser una pasada), pero a costa del suplicio de tener una familia política escandalosamente corrupta y que, sorprendentemente, nunca la han terminado de aceptar. Con Kate Middleton ya no hubo tanta envidia y entusiasmo, al revés "Pobre chica, va a estar toda su vida seguida por paparazzis y siendo juzgada con una lupa gigantesca por cada movimiento, paso mal dado o vestido que repita en dos ocasiones" y Meghan Markle ya hemos visto, no ha aguantado ni un año, "amo a mi chico pero me quiero más a mi misma y a mi salud mental. Me largo a Canadá con mi familia y que la realeza británica siga tomando té sin mi". Con Meghan Markle y su fuga ha muerto el ideal de princesa, ¡Las princesas huyen de su reino! Está muy claro, ¿no?

Tercera hipótesis: Nuevos ídolos. Antes, cuando eras pequeña y te preguntaban qué querías ser de mayor: princesa; de qué te querías disfrazar ese año en carnaval: de princesa, obvio; a qué te gusta jugar en los recreos con tus amigas: a princesas. Princesas. PRINCESAAASSS. Y ahora, ¿Quién quiere ser princesa existiendo Lady GaGa, Rosalía, las influencers, Bella Swan o Katniss Everdeen? El cambio lo vale: ídolos del pop, empresarias que se lucran en las redes sociales, heroínas fantásticas con autodeterminación y poder. Bye, bye, princesas.

Cuarta hipótesis: Las WAG. El término WAG viene de las siglas inglesas "WIves And Girlfriends" para referirse a las atractivísimas novias y esposas de futbolistas. Éstas son la nueva alternativa al itinerario de una princesa de cuento de hadas del rollo "chica conoce a chico". Una WAG sale de la nada, su virtud es su cuerpo y su belleza, se ennovia y, en el mejor de los casos, se casa con un futbolista de éxito creando con él una familia numerosa, pariendo un hijo tras otro como nunca imaginó, y a cambio, le cambia la vida por completo: se convierte en modelo, imagen de firmas y productos, concede entrevistas, le ceden ropa de diseño, bolsos de diseño, zapatos de diseño, la invitan a fiestas de las que se posa en los photocalls y no tiene que marcharse antes de las doce, pueden comportarse como quieran en público, que no se las juzgará igual que a Kate Middleton y a las suyas (ventajas de princesa pero sin serlo)... Aunque hay un precio a pagar, está implícitamente claro que una WAG va a ser una cornuda permanente o al menos está la posibilidad, y ante eso, deberán mantener el tipo y contratar a niñeras feas siempre. Pero viendo todo lo demás, el precio no es tan alto, o eso parece, visto lo visto. La únicas WAGs que no metería en esta lista son a Victoria Beckham (aunque haya sido cornuda). Shakira y Tamara Gorro, estas ya eran conocidas y habían hecho su camino antes de conocer a sus futbolistas, las conocíamos a ellas antes que a ellos, en la camiseta de Ezequiel Garay no debería poner Garay 24 sino Marido de la Gorro 24, así no habría confusión.

La cuestión es que la imagen y/o simbolismo de la "princesa" ha cambiado, está sufriendo una metamorfosis y creo que la sociedad, el feminismo, la cultura y todos los que puedan implicarse, deberían no dejar escapar esta oportunidad para sustituir a los referentes de las nuevas generaciones de niñas por influencias más ralistas y productivas a largo plazo.

¿Podremos?

De momento, las que nos hemos criado en los 90, vayamos preparando el funeral de Blancanieves, pero ya el de verdad.

domingo, 15 de marzo de 2020

Desde el encierro

Hemos iniciado un periodo en el que vamos a poner nuestra paciencia y el valor de nuestras relaciones a prueba. Con esta cuarentena mucha gente bromea con establecer un teléfono de asistencia psicológica para no acabar divorciándose o estrangulando al hijo; otras personas directamente exponen que, con este encierro, se van a llevar un chasco cuando se den cuenta de que realmente no conocen a las personas con las que conviven diariamente; las personas más dinámicas e imaginativas no hacen más que lanzar propuestas para hacer actividades en casa y/u on line para no caer en la locura: presentaciones literarias y cuenta-cuentos en directos de Instagram, manualidades con niños, quedadas en los balcones... Ahí nos damos cuenta de las verdaderas fortalezas y debilidades humanas. 
Solo es el segundo día de encierro, por dios. Qué fácil es obviar la libertad cuando la tenemos. Qué sencillo es señalar con el dedo posibles culpables mientras esperamos a que otros nos salven el culo. De repente, los futbolistas y las estrellas del pop pasan a un segundo plano, y el personal sanitario, la policía, los trabajadores de supermercados y pequeñas tiendas de abastecimiento, los cuidadores y educadoras de centros de 24 horas comienzan a despuntar, a dejar de ser invisibles.
Yo no se si las cosas pasan por algo, no sé si las desgracias globales tienen una función natural o un origen místico, sinceramente, en el caso del coronavirus (todavía no lo había llamado por su nombre de pila, como si al nombrarlo 3 veces fuera a salir del espejo y atacarme), no es un modo de que la naturaleza busque el equilibrio y nos castigue por lo cabrones e insensatos que hemos sido: esto ha sido una decisión de los poderosos para cargarse a los pensionistas y demás colectivo dependiente para que dejen de generar gasto en la economía occidental y, de paso, invertir la pirámide poblacional. Bueno, al menos eso creo. Pero de todo, aunque sean putadas intencionadas como esta, hay que sacar una enseñanza y un algo positivo. También hay que aprender a desaprender. Esto puede volver a hacer que valoremos las palabras cooperación, comunidad y relación de ayuda y que dejemos a un lado el individualismo y el consumismo.
Puede que después de todo esto retomemos nuestros proyectos con más ilusión, valoremos más a nuestra familia y amigos y aprendamos a no tomarnos a la ligera ciertas indicaciones que se recomiendan por algo. 
¿Qué saco yo de positivo en todo esto? 
Vuelvo a teclear en este blog que tan abandonado tenía debido al ritmo de vida que me exijo.
Me he establecido metas personales y que tienen que ver con la dedicación y el auto cuidado que hacía tiempo que no me planteaba.
Creo firmemente que mi pareja y yo podemos ser los mejores padres del mundo para nuestro hijo y que nuestra pequeña familia salga fortalecida de este periodo.
A mi familia y amigos, las personas importantes en mi vida pero con las que no comparto techo en estos momentos, mis abuelas, mis padres, mi hermano... voy a tener unas ganas enormes de abrazarles, yo, que no suelo hacer esas cosas de contacto físico.
Tengo un niño maravilloso que no necesita de grandes tecnologías para entretenerse, solo que juguemos con él y le dediquemos tiempo y eso es incuestionable. 
Tengo un proyecto literario entre manos, que saldrá a la luz más tarde de lo que pensaba, pero cuando salga lo valoraré todavía más, me sentiré más satisfecha de esa novela.
Me siento más orgullosa que nunca de mi profesión, trabajadora social y educadora en un centro de protección de menores y en estos días intentaré ofrecer a mis niños todo lo mejor de mí. En mi caso, el teletrabajo no es una opción.
Desde el encierro, reflexionemos todos, creo que nos vendrá bien.
Feliz domingo.