martes, 19 de agosto de 2014

Cine para Ellas

Hoy, mientras me entretenía con uno de mis adictivos hobbies del móvil, que es ojear el IMDb (una conocida base de datos de películas, actores, últimas noticias en cine…) navegando entre títulos de diferentes géneros y su elenco de actores y actrices, se me ha ocurrido hablar de cine, pero no de cualquier cine sino de filmes dedicados al público homosexual y a historias y tramas en las que las protagonistas son lesbianas.
En la gran mayoría de tramas, ya sea en películas románticas, de acción, terror, drama, aventura… suele haber una pareja principal o un personaje que termina sintiendo atracción por alguien, hay historias de amor, escenas tórridas, simple seducción o lo que indique el guión. Pero por lo general, las personas nos hemos acostumbrado a los protagonistas formados por una pareja heterosexual, desde Lauren Bacall y Humphrey Bogart a Julia Roberts y Richard Geere, eso metiéndome más en el género romántico, y nos sentimos identificados con lo que sienten y lo que les ocurre como pareja, al menos yo como mujer heterosexual que soy pero, ¿y una mujer que se siente atraída por mujeres? Si, puede identificarse con la historia, imaginando que el papel de Richard Geere lo interpreta otra mujer. Pero no creo que sea lo mismo, por mucho que una intente meterse en la historia y ponga todo de su parte, ni las dificultades que puedan vivir los personajes heterosexuales de las películas, ni los problemas, ni las relaciones íntimas, ni el modo de afrontar diferentes facetas de sus vidas ni muchas otras cosas que ahora mismo no se me ocurren, son iguales a como puedan vivirlas y sentirlas una persona con tendencias homosexuales.
Por suerte, a la hora de crear una película que hable de las relaciones humanas, el cine no ha dejado de lado  a éste sector del público, aunque a veces hay que rebuscar hasta dar con una película adecuada, una que pueda poner una chica un sábado por la tarde para verla tranquilamente en casa con su novia, o simplemente para que todo aquel a quien le guste el cine y sienta curiosidad por cualquier historia o drama humano, pueda aprender más sobre los sentimientos de otras personas.
Me he tomado la libertad de hacer un listado con algunas películas de temática lésbica, que cuentan historias de mujeres y entre mujeres, sus inquietudes, sueños, problemas, alegrías y dramas, sus pasiones y relaciones entre ellas. Ahí va:
Boys don´t cry. Es una producción de cine independiente, basada en la historia real de Brandon Teena, un joven transexual que fue violado y asesinado el 31 de diciembre de 1993 por sus amigos masculinos cuando descubrieron que tenía genitales femeninos (él nació biológicamente como mujer, pero vivía como hombre). Galardonada con numerosos premios cinematográficos, entre ellos, el Oscar a Hillary Swank como mejor actriz protagonista.
Habitación en Roma. Esta es producto español y trata de dos hermosas mujeres, Natasha, rusa y Alba, española, se encuentran por primera vez una noche en Roma, tras hablar y contarse sus respectivas vidas; las dos comprenderán que les ha invadido un sentimiento que jamás hasta entonces habían sentido; un verdadero amor. Tras el alba, deciden que sus caminos deben separarse, aunque no todo es malo, ya que en aquella habitación siempre quedará el recuerdo de un amor perfecto, puro, sin fallos, que les recordará que al menos una vez en su vida, han sentido un amor así por alguien.

Los chicos están bien. Comedia dramática estadounidense en la que Nic (Annette Bening) y Jules (Julianne Moore) son una pareja casada lesbiana residente en California. Cada una ha dado a luz a un niño con el mismo donante de esperma. Nic, una obstetra, es el principal sostén y el pariente estricto, mientras que Jules, un ama de casa que se está iniciando un negocio de diseño de paisaje, es más relajada. El hijo menor quiere encontrar a su donante de esperma, pero tiene que tener 18 años para hacerlo. Él pide a su hermana de 18 años de edad, ponerse en contacto con el banco de esperma y determinan que Paul (Mark Ruffalo) es el donante. Los tres se encuentran.
Joni está impresionada por su estilo de vida bohemia, y Paul se entusiasma por estar en sus vidas. Joni y Laser juran guardar el secreto para no molestar a sus madres. Sin embargo, Jules y Nic lo averiguan e invitan a Paul a cenar. Cuando Jules revela que ella tiene un negocio de diseño de paisajes, Paul solicita sus servicios para arreglar su jardín. Jules está de acuerdo, pero a Nic no le gusta la idea.
Si las paredes hablasen: mujer contra mujer. A esta película le dediqué un post en este blog, concretamente el 20 de diciembre de 2012, en el archivo está para más información. Pero resumiendo, es un telefilme estadounidense del año 2000 ganador de un premio Emmy y un Globo de Oro. La película sigue las historias de tres parejas distintas de lesbianas en tres momentos temporales diferentes pero en una misma casa. La primera historia tiene lugar en 1961, y presenta a Vanessa Redgrave como Edith Tree. Trata de la muerte de su amante y pareja del alma, Abby Hedley (interpretada por Marian Seldes), y la exclusión que sufre Tree de los subsiguientes asuntos "familiares". La segunda historia, protagonizada por Chloë Sevigny y Michelle Williams, se sitúa en 1972, y trata sobre las duras divisiones que tuvieron lugar dentro del movimiento feminista de la época. La tercera historia ocurre en el "momento presente", es más amena y ligera, y tiene como protagonistas a Sharon Stone y Ellen DeGeneres, que interpretan a una pareja de lesbianas que intentan tener un hijo.
Monster. En mi opinión, una película muy dura, narra la historia real de Aileen Wuornos, exprostituta ejecutada en 2002 por haber matado a siete hombres entre 1989 y 1990. El papel de Aileen Wuormos fue interpretado magistralmente por Charlize Theron, quien tuvo que hacer un cambio físico radical y el de su amante Shelby Wall por Christina Ricci(el verdadero nombre de la amante de Wuormos era Tyria Moore, pero su nombre, edad y apariencia en la película fueron modificados por razones legales). La película fue escrita y dirigida por Patty Jenkins.

Este es mi pequeño recopilatorio de cine para cualquiera que quiera adentrarse en las tramas enfocadas más hacia los sentimientos de las personas, pero sobre todo para Ellas, mujeres que se sienten atraídas por mujeres y que necesitan gozar de películas en las que puedan verse identificadas con el fondo de los personajes.

Seguramente me dejo muchísimas en el tintero, hay tantas cintas de cine lésbico y que mucha gente, incluida yo, no conoce, que animo a que comparta títulos quien quiera.

sábado, 16 de agosto de 2014

De la Generación Brigitte al Topless Tour: cincuenta años de topless

Este verano justamente se cumple medio siglo de la revolución que supuso que la espectacular Brigitte Bardot se paseara con el torso desnudo por las playas de Saint Tropez. En aquella época era un acto de rebeldía, algo inimaginable que solo se le ocurriría hacer a las más osadas, como la guapísima artista francesa. Pero, ¿y hoy?
Después de cinco décadas de historia de topless se ha querido hacer un estudio sobre esta práctica veraniega en las nuevas generaciones.
Quizás no se hubiera hablado de esto en algunos medios si las cifras no hubiesen sido tan sorprendentes como que entre las francesas de hoy en día, el 35% se niega completamente a ir con las lolitas al aire por la playa, teniendo en cuenta que Francia es la patria del topless. Y España tampoco se queda corta, porque en un sondeo entre 1200 mujeres, se confirma que el semidesnudo es “un fenómeno a la baja entre las jóvenes: el 60% de las mujeres consultadas de entre 15 y 25 años aseguraban no hacer topless mientras que casi 6 de cada 10 de entre 26 y 35 sí”. Por lo tanto amigas mías, la ruptura generacional es una de las claves de este fenómeno. Las más pudorosas en cuanto a enseñar sus atributos delanteros son las chicas de entre 18 a 24 años, aunque parece mentira, no tienen reparos en enseñar cacha y lucir transparencias en las discotecas (porque de noche todos los gatos son pardos), pero lo de ir con las tetillas al aire entre bañistas ya no lo ven tan claro.

Pero entonces… ¿porqué? Hay muchas teorías con respecto a este fenómeno de la desnudez (o mejor dicho, a la falta de ella). Psicólogas, sexólogas y sociólogas se han estado comiendo el tarro últimamente para dar una respuesta coherente a todo esto, se dice que las jóvenes de ahora se sienten sensibilizadas con las campañas de cáncer de mama y por ello no quieren exponer sus pechos al sol, creen que la imagen del pecho al desnudo está muy vinculado con la filosofía de las FEMEN o simplemente piensan que eso de enseñar las tetas es de ser unas frescas. Pero lo cierto es que su explicación está más por encima que todo eso.
“El topless no tiene marcha atrás, nadie se va a sorprender de que haya una mujer que vaya mostrando su pecho, pero por otro lado ya no tiene ese efecto liberador y rompedor que poseía antes”, explica la psicóloga  Pilar Varela. Y con ello, quiere decir que la generación de nuestras madres y abuelas pertenecientes a los años 60 y 70, la Generación Brigitte las llamaría yo, tenían mucho por lo que luchar, vivían reprimidas en una sociedad en la que no podían sentirse mujeres libres e iguales a los hombres y el simple gesto de andar por la playa haciendo topless, se convirtió en una seña reivindicativa, un acto de rebeldía para poder mostrarse como mujeres, sexuales, libres y naturales.
Pero ahora que el exhibicionismo es legal y que las mujeres se sienten más liberadas en la actualidad, se ha producido un cambio de perspectiva: el topless ya no tiene tanto sentido en cuanto que ya no hay tanto que reivindicar, ya no nos son necesarias tantas conductas de autoafirmación y como expresión revolucionaria ha perdido bastante fuelle, ya que enseñar las tetas a la sociedad ya no tiene nada de novedoso ni de prohibido. En resumen, se ha pasado de moda.
Además, tengamos en cuenta que los cánones de la moda de nuestros tiempos exigen, por un lado unos cuerpos esculturales con medidas imposibles para el resto de mortales, que hacen las más jóvenes sientan más pudor a la hora de enseñar su cuerpo semi desnudo, al no cumplir con lo establecido. Por otro lado,  cada vez se impone y gana más terreno la belleza andrógina, las mujeres adoptan roles masculinos y viceversa, y el hecho de aparentar menos femineidad en la vestimenta y apariencia en general es sinónimo de buen estilo y de modernidad.
Y a todo esto se le tendría que añadir el fenómeno de la mamoplastia, algo que se da en ambientes de más poder adquisitivo: mujeres que pueden y por lo tanto se operan para agrandar sus pechos pero que, por miedo a que una cicatriz les delate, se abstienen de mostrar sus nuevas y artificiales mamas al público. Un  añadido más al descenso de la práctica del topless.
 Entonces, ¿ahora que se lleva? Está claro que la mayoría de las jóvenes prefieren, al menos en las jornada playeras, insinuar pero no enseñar. Pero seamos sinceras, por muy pudorosas que podamos ser, no podemos evitar, de vez en cuando, mostrar la pechonalidad que tenemos cada una y deleitarnos por habernos atrevido a hacerlo,
sobre todo cuando estamos en lugares en los que sabemos que no nos vamos a encontrar con ningún conocido. Por eso, para dejar constancia de su osadía, muchas se han aficionado al “topless tour” , que no es otra cosa más que mostrar la espalda desnuda como complemento al paisaje más exótico. Las que lo practican no vuelven sus pechos a la cámara sino que los dejan para la imaginación de quienes miran sus fotos que quedan reflejadas en las redes sociales.
Así que el topless ya no se lleva, pero no lo podemos abandonar del todo.

lunes, 11 de agosto de 2014

Mujeres encadenadas

Hoy quiero ponerme más seria en comparación a los últimos posts que he colgado en anteriores semanas. Últimamente he oído hablar más que de costumbre a cerca de Israel, su sociedad y todo lo que le rodea y mira por donde, me percaté de ciertas “costumbres ancestrales”  que forman parte del modo de actuar del pueblo judío. Desde luego, la comunidad judía siempre se ha enorgullecido de su historia, sus prácticas cotidianas y sobre todo de sus tradiciones.

Sin embargo, tanto hablar del judaísmo y de toda la calidez y unión que le caracteriza, que por otro lado está muy bien, recientemente me entero de la existencia, y bastante numerosa, en esas comunidades, de la mujer agunot o lo que es lo mismo, la mujer encadenada.
Digamos que cuando un matrimonio judío, como tantos otros,  no funciona y la mujer desea divorciarse, ésta no lo tiene tan fácil porque para que realmente ella quede divorciada en su totalidad y desvinculada de su marido, éste tiene que concederle el Get. El Get es lo que viene a separar, a romper el matrimonio, es más, si el marido no le concede a su esposa el Get, ella no podrá rehacer su vida sentimental con otro hombre y mucho menos aún volver a casarse y formar una familia nuevamente ya
que los hijos que pueda tener en otra relación serán tachados de ilegítimos y ellas estigmatizadas dentro de su comunidad.
 La mayoría de las víctimas, para qué engañarnos, son mujeres, las “agunot” que no pueden casarse (por el rito judío) hasta que su esposo decida darles el Get. Pero también existen hombres “amarrados” a su pareja, pocos, pero existen, y son aquellos cuyas esposas se niegan a recibir el divorcio y no acuden al tribunal rabínico y por lo tanto, el Get no se puede llevar a cabo. Qué manera de privarle el derecho a ser feliz a la persona a quien supuestamente se le ha querido tanto, ¿no?
Según las propias palabras de un rabino: “El matrimonio es una sociedad de dos. Firmaron ambos un compromiso que sólo ellos pueden romper, no los rabinos. Tanto el hombre como la mujer pueden pedir el divorcio, pero sólo el hombre lo puede otorgar, pero siempre con el consentimiento de la mujer”. Lo que vienen a decir estas palabras es que, aunque el matrimonio es un compromiso de dos y los dos tienen su “voto”, quién tiene realmente la sartén por el mango es el marido. Existen casos de abuso en que se pide un “rescate” a la esposa a cambio de la disolución religiosa del matrimonio, un chantaje, en pocas palabras.  En los casos en que el hombre se niega a dar el divorcio, las autoridades comunitarias y/o rabínicas lo convocan hasta en tres ocasiones e intentan convencerlo, llegando a aplicar presión para obligarlo, aunque no pueden otorgar el divorcio arbitrariamente.
Por lo tanto, el hombre puede condicionar la obtención del Get  o negarlo completamente. Desde luego que esos comportamientos han sido y siguen siendo denunciados, no solamente por lo machista de la situación con respecto a la posición de la mujer sino por los problemas que puede crear en la sociedad judía provocando serios enfrentamientos. Y es que las Escrituras consideran que se puede azotar a un hombre que se niega a dar el Get a su esposa, aunque esa sería una solución muy arcaica y poco ética, y más teniendo en cuenta lo que intento denunciar aquí. A la vez, en Israel, hay tribunales rabínicos, que pueden hacer valer el peso de la ley: si un hombre se rehusa a dar el Get, y se justifica que se tiene que divorciar, se le obliga, llegando incluso a sacarlo de la comunidad, publicar la situación o bajo pena de cárcel, pero en otros países no se puede usar este método.

Desde luego, esto a día de hoy sigue siendo un problema que preocupa no solo a los rabinos, que intentan buscar soluciones lo menos conflictivas posibles, sino para la sociedad en general, y por ello existen las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres Yad La'isha y Mavoi Satum, quienes señalan una cifra global de agunot de varios miles y sostienen que más mujeres judías sufren de extorsión financiera y de custodia de sus maridos para obtener un divorcio. Anualmente estas organizaciones marcan su lucha el Día Internacional de la Agunah, saben que las redes sociales tienen un gran poder de difusión, así que las campañas a través de Facebook para crear conciencia y convocar concentraciones a modo de protesta son algunas de sus armas para dar a conocer esta mancha en la Ley Judía.


Espero que cada vez se vayan conociendo más estas costumbres tan retrógradas que suceden incluso en sociedades que aparentemente consideramos que han progresado y son totalmente respetadas, en el caso de la judía, la del poder que otorga a un hombre la concesión del Get.