miércoles, 28 de marzo de 2018

El diario de Elena


¿Habéis escrito alguna vez un diario? ¿Esas libretas para plasmar tus secretos más privados, con una mierda de candado y una llave que se dobla con solo mirarla como único método de protección para custodiar tales intimidades? Esa creo que es una de las cosas que nos condicionan a hacer a las niñas a partir de los diez años hasta que descubrimos lo absurdo y lo poco privado que puede resultar, cuando nuestra vida se vuelve realmente interesante. Aunque ahí tenemos a Bridget Jones, que sigue, un ejemplo más del condicionamiento social de que lo de escribir en diarios es "cosa de chicas". 

Yo, que lo guardo todo, encontré mi diario el otro día en el fondo del altillo del armario de mi antigua habitación, o sea, la de casa de mis padres. Pensé, “No recuerdo las gilipolleces que debe de haber ahí dentro, así que mejor llevármelo por si algún día las destapa alguien que se ponga a hurgar por ahí: mi madre, mi sobrina… Uff, vete tú a saber. Cógelo, no lo pienses y escóndelo en la mochila hasta llegar a casa y ponerlo a salvo en otro escondite. Luego ya verás lo que haces con él”. Y tras esa sabia reflexión, así lo hice.
Ya en casa comencé a leerlo. Durante una hora y… pude rememorar diferentes aspectos de mi vida desde el año 99 hasta el 2003, más o menos. Algunas cosas me hicieron gracia, otras, la mayoría, me avergonzaron. Menos mal que una con la edad cambia, no solo en sus expresiones (“me estoy rayando mogollón”, “estoy de bajón”, “no sé si le molo”… el repertorio es muy amplio), sino en formas de actuar ante situaciones que, ahora mismo, si pudiera, me daría un viajecito en el tiempo para decirle a la Yo de 14 o 15 años que se espabile, que no se le puede dar tanta importancia a las cosas que le daba ni se puede ser tan bacora, perdónenme la expresión, con ciertas personas y/o situaciones. Pero qué le iba a hacer, era, como tantas otras, una adolescente súper insegura y con una autoestima más bien tirando a bajita, y algunas cosas que ocurrían a mi alrededor no es que ayudaran. Solo agradezco no haber vivido mi adolescencia en la era del Internet y las redes sociales, sino no sé qué hubiese sido de mí.
Pero siendo sincera, me ha venido bien encontrarme con mi Yo pasado y su mundo. He podido comprobar que las costumbres adolescentes no se han desviado mucho. Sigue habiendo lo mismo solo que con el añadido de que vivimos en la era de la información y todo se sabe y se multiplica al instante: se sigue comenzando a fumar bien pronto por eso de hacerse la guay, sigue dándose el mito de la mejor amiga con toda la presión que conlleva, además de generar los principales enfrentamientos entre nosotras (algún día desarrollaré mejor esto), continuamos con la práctica de “pon un amor en tu vida” sea el que sea, la cuestión es que hay que estar enamorada, tener la mente y el corazón ocupados en alguien que a las dos semanas descubres que “no te mola nada” para volver a ocupar los pensamientos y martirizarte con otro; el ser adolescente conlleva el deseo de morir siempre o, al menos, cuando yo escribía en el diario era cuando más de bajón estaba y más mierda era mi existencia; lo que hoy conocemos como bulling o acoso escolar ya existía, solo que no se le daba la importancia que en realidad merecía, y la violencia de género entre adolescentes, aunque sea verbal, siento decir que también estaba; el ir a las sesiones light de las discotecas es lo más de lo más (aunque yo no tengo ningún recuerdo que me genere un enorme entusiasmo de todo ello, creo que lo que hacía escribiendo sobre eso era auto convencerme a mí misma de que tenía que gustarme) y ya paro, podría revelar un montón de cosas que evidencian lo patéticas que fuimos en algunos sentidos y que, por lo visto, siguen siendo las niñas de hoy. Sin embargo, si algo de bueno tuvo el tener un diario era que, al menos, el hábito de escribir (con sentido o no, ya es otra cosa) lo cogí y lo empecé a usar como mi hobby.

También me ha gustado recordar datos que ahora me llaman mucho más la atención que las peleas con mis amigos o los chicos que me gustaron. Datos curiosos sobre mí como que la firma que uso a día de hoy la comencé a hacer oficialmente en febrero del 2002, que mi primer móvil (marca Sagem, horroroso) me costó 9.900 pts. ¡¡¡pesetas!!!, que tuve un enorme trauma por empezar a llevar ortodoncia como parte de ese efecto 2000 o que en mi primer examen en el instituto saque la notaza de un 3,25, menos mal que luego remonté.
Eso de tener los recuerdos por fechas y ordenados cronológicamente suena muy emotivo, si no fuera porque en realidad me avergüenzo de algunos de esos recuerdos o de la forma que los afronté o los expreso en el diario.
Por eso, muy a mi pesar y por la seguridad de mi privacidad (solo faltaba que mi marido encontrara el diario y tuviese chistes para mí hasta nuestra vejez), tras leer y refrescarme sobre esa época de mi vida adolescente, arranqué las páginas para llevarlas al reciclaje de papel, con la esperanza de que se pueda crear algo mucho más productivo con ellas que recoger las memorias de una adolescente insegura.
Ahora puedo corroborar que cuando eres adolescente vives en un mundo de fantasía e intentas recordarlo así, porque en realidad no hemos sido ni tan guays, ni tan valientes, ni tan populares y ni mucho menos tan maduras como pretendemos reflejar en los diarios.
La verdad es que ha sido una auténtica lección de vida, una colleja de mi Yo pasado para que al menos procure evitar que mis hijos o sobrinas sean tan… así. Aunque creo que eso no se puede evitar. Por algo lo llaman “edad del pavo”. Al menos les aconsejaré que no escriban su vida en un diario, no vaya ser que la sociedad de un futuro post apocalíptico lo desentierre algún día y encuentre el verdadero motivo de la extinción humana.

jueves, 15 de marzo de 2018

Decálogo para la Escuela Feminista


La verdad es que,  si se pretendía que la publicación de un Decálogo para la Escuela Feminista no pasara desapercibido y tuviese una considerable repercusión mediática,  debo decir que se ha conseguido y el aprovechar la gran importancia que ha tenido la reciente manifestación por los derechos de las mujeres el pasado 8 de marzo, ha tenido mucho que ver, porque como ya comenté en un anterior post, ha habido un antes y un después tras este 8-M.
Ahora bien, centrándome en el decálogo, antes de seguir me gustaría invitaros a que leyerais las bases y los 19 puntos de este documento (PINCHA AQUÍ: http://www.te-feccoo.es/2018/02/15/breve-decalogo-de-ideas-para-una-escuela-feminista/)del que quiero dar mi opinión, una opinión que, aviso de antemano, no tiene por qué coincidir en todos los puntos. Por eso quiero que se conozca antes, porque en la televisión y los periódicos nos lo han ofrecido de una manera que a mí, en un primer momento, me asustó incluso, pero leyéndolo no es tan radical, aunque, repito, hay cosas que no encuentro del todo correctas y quisiera rebatirlas, al igual que también quiero corroborar las que sí considero acertadas y necesarias.



El Decálogo comienza con un primer punto que considero, necesario no, urgente de aplicar, así que empezamos bien, porque  Formar al profesorado de los centros en feminismo a través de un programa básico que les ilustre sobre la  historia del feminismo, el lenguaje inclusivo, el desaprendizaje de conceptos (competitividad, machismo y heterosexismo), así como poner en práctica otros (consentimiento y maneras de relacionarse positivamente, la toma de la palabra desde la escucha y el diálogo y cuidados y afectos), es el comienzo para cambiar las cosas. Tengamos en cuenta que, para cambiar el sistema de una sociedad hay que empezar por la Educación, que es por donde pasamos y nos formamos tod@s, donde absorbemos como esponjas las principales normas de convivencia, y viviendo como vivimos en un sistema patriarcal, la Educación, por defecto, también tiene un enfoque patriarcal, los educadores y educadoras llevan ese “vicio” instalado y ese es el principal entorpecimiento  que encontramos a la hora de cambiar una sociedad para que alcance unos auténticos valores de igualdad. Así que sí, creo que este punto está claro.
Otra responsabilidad del profesorado en los centros educativos es “el empleo de un lenguaje no machista”. Yo, cuando escribo, no sé si siendo correcto o no, suelo utilizar mucho el “@”, como forma de incluir a ambos sexos  en mis escritos, porque no quiero que estos vayan dirigidos únicamente a mujeres. Está claro que a la hora de dar una clase oral el “@” no sirve, y el decir todo el tiempo “chicos y chicas”, “vosotros y vosotras”, “no seáis pesados y pesadas”… pues queda demasiado recargado y agota. Por eso, en el Decálogo, como forma de inclusismo, se propone utilizar un género neutro para dirigirse a los alumnos y alumnas: alumnes, todes, pesades, vosotres… Me parece bien, ya que es un paso más hacia el trato por la igualdad en el lenguaje.
Los puntos 3, 4, 5 y 6 vienen a ser lo mismo. Incluir en los currículums autoras femeninas. No se trata de que las mujeres monopolicen las diferentes disciplinas de aprendizaje, sino que se equipare, porque en la Literatura, en la Filosofía, en la Historia del Arte y la Cultura o en las Ciencias, hay muchísimas aportaciones por parte de mujeres  que, por desgracia, se han visto anuladas o pasadas por alto, solo aparece un 7,5% de figuras femeninas en los libros de enseñanza de la E.S.O., cuando se podrían citar muchísimos nombres de ellas para cada una de las disciplinas, y sin embargo parece que la historia de la humanidad solo la hayan escrito ellos, los hombres. ¿Sabéis la clase de mensaje que se está dando a nuestr@s niñ@s? Eso hay que cambiarlo.
El punto 7 directamente ya exige que se eliminen los libros escritos por autores machistas y misóginos. A ver cómo lo digo. Pienso que borrar a Pablo Neruda, a Arturo Pérez-Reverte, Kant o Rousseau del mapa educativo porque sean machistas, si la obra que aportan es rica y necesaria para entender una disciplina y dicha obra es ajena a esas conductas y pensamientos machistas, y entiendo que privados, de sus autores, es dar un paso atrás. Neruda en realidad era un capullo que renegó de una hija con hidrocefalia, abandonándola a ésta y a su mujer en pleno estallido de la Guerra Civil, pero tiene un poemario digno de admirar y que nadie diría que ha sido creado por un monstruo como él. Lo que vengo a decir con esto es que hay que diferenciar la vida y pensamientos privados de un autor con lo que aporten a la sociedad, si sus aportaciones nos pueden enriquecer, tomémoslas y con sus pensamientos más íntimos allá ellos con sus conciencias, no tenemos  porqué conocerlos si quiera. De todos modos, tal y como dice el Decálogo, existen autores que apoyaron la igualdad y el movimiento feminista, Poullain de la Barre, J. Stuart Mill… Añadámoslos al currículum educativo, ¿no? Más riqueza.
Lo de No separar los baños entre hombres y mujeres” tampoco termino de estar de acuerdo. Personalmente, a mí me gustan los baños tal y como están. Los baños de los institutos están para mear, cagar y mantener alguna que otra confidencia entre alumnos, no creo que suponga un atentado contra el feminismo mantenerlos igual. Es más, hay ciertas diferencias fisiológicas entre hombres y mujeres que no podemos negar y que puede que ambos sexos se sientan más cómodos teniendo cada uno su espacio. Las chica no tenemos por qué cambiarnos la compresa en un baño lleno de gotas de pis por los bordes (lo siento, pero los tíos apuntan fatal). No sé, que no le veo ninguna forma de que se sostenga esta idea de compartir baños en institutos, más ahora, que hay mucho en lo que educar, viendo a adolescentes que, por desgracia, en estos  momentos no son lo que se dice respetuosos. Los institutos, por desgracia, no son el buffete de abogados de Ally McBeal.
El currículum de Educación Física debe ser común al conjunto del alumnado. Nada que objetar. No recuerdo, en mi época de instituto que me trataran de forma diferente para realizar mis ejercicios en mi condición de mujer, únicamente a la hora de pasar la prueba de lanzamiento de balón medicinal, a las chicas nos hacían lanzar uno que pesaba menos que el de los chicos.
Desheterosexualizar la escuela, por supuesto, desde pequeños, hay que hacer entender a niñ@s que hay una gran diversidad en cuanto a la sexualidad que hay que respetar y normalizar, empezando desde la escuela.
Tener asignaturas específicas de educación sexual, así como de equidad de género en todos los cursos de todas las etapas, también, por favor. Igual que se le pide al profesorado que se forme en cuanto a equidad de género, a los alumnos y alumnas hay que educarles desde el principio, adaptando la información según en qué curso se encuentren. Esta es la clave para terminar desde dentro con el sistema patriarcal e ir implantando, poco a poco, un sistema igualitario entre sexos.
El “prohibir el fútbol en los patios de recreo” sí que es algo que me preocupa mucho y que me parece muy extremista, más bien tirando a hembrista. ¿Es que no hay niñas a las que les gusta jugar al fútbol? Las autoras del Decálogo se están contradiciendo con esta prohibición, convirtiendo la imagen del feminismo en otra cosa más radical y fea para mi gusto. Se puede crear un espacio amigable y exento de competitividad sin prohibir deportes que, a priori, se consideran “juegos de chicos”, fomentando unos buenos hábitos, el juego en equipo, el respeto y la igualdad entre niños y niñas, variando también las actividades de recreo según el día y dando la libertad de que otros grupos quieran jugar a otra cosa. En fin, que no hay que ser tan radical.
Eliminar los códigos de vestimenta puede ser un arma de doble filo. Pienso que cada persona es libre de vestir según cómo se sienta identificad@, pero eso no quiere decir que un chaval entre un aula y no se quite la visera y las gafas de sol o que una chiquilla vaya por los pasillos del centro escolar en tangalón. No es una cuestión de intolerancia, simplemente, a la hora de vestir, también se educa. Por supuesto que pienso que hay que fomentar talleres que hagan entender a los niños y niñas que porque una niña lleve un pañuelo en la cabeza debido a sus creencias o porque un niño quiera llevar una sudadera de Frozen, no son ni diferentes ni mucho menos objeto de burla. Como todo en esta vida, hay matices.
Que se proponga Eliminar la asignatura de Religión católica, si se trata de una escuela pública, me parece bien, hoy en día hay tanta diversidad de género como diversidad religiosa en las aulas y no hay que “obligar” a l@s cri@s a que una religión les entre a la fuerza, es una opción personal y si ese niño o niña decide formarse en base a la religión Católica, para eso están los cursos de Catequesis. Es evidente, que en los colegios privados de naturaleza católica esto no es aplicable, iría en contra de sus principios.

“Cambiar el currículum de Historia, que ha de contar la historia de las mujeres y los colectivos minorizados. ¿Dónde están esas otras historias que no nos cuentan?”. Entra en la tónica de lo que reclaman los puntos 3, 4, 5, y 6, así que, del mismo modo, hay que cambiar eso también.
No hay que tener miedo en reivindicar que hay que Prohibir las canciones machistas en la banda musical del centro. Las canciones de Teresa Rabal tipo “Una niña fue a jugar, pero no pudo jugar porque tenía que limpiar…” ya no casan con la sociedad igualitaria que se pretende crear, en su momento serían muy bonitas y pegadizas, pero lanzaban un mensaje machista terrible. Hoy en día existen muchas canciones neutras y educativas que se les puede enseñar a los niños y niñas en nuestras aulas. Y enlazando con este punto iría el siguiente, que habla de Emplear música feminista en los centros de enseñanza. Se proponen nombres como Rebeca Lane o Alicia Ramos, pero vamos, no creo que haya que acotar la educación musical solo en artistas con mensajes únicamente feministas, que por que un día escuchen a Chayanne o a Malú no va a pasar nada.
El “Cambiar los nombres de los centros educativos” así porque sí no lo veo. En el Decálogo se exige que se elimine todos aquellos nombres de centros que sean católicos o hagan referencias a militares, políticos o juristas y sustituirlos por nombres de mujeres representativas del movimiento feminista o por nombres de elementos de la naturaleza. A ver, no pretendamos ahora que toooodos los centros escolares tengan nombre de mujer. Los centros privados católicos es obvio que llevarán algún nombre religioso, los barrios también suelen darle el nombre propio al colegio de su zona y en otros casos, si una zona tiene un personaje ilustre o conocido autóctono del lugar, se le suele homenajear poniendo su nombre a un colegio (sea hombre o mujer). No hay que “atragantar” con esto, es decir, que si se da la ocasión de poner el nombre de una mujer que ha supuesto una aportación importante en la educación, ¡pongámoslo!, ¡Fomentemos más nombres de mujeres importantes en nuestros centros escolares! Pero igualdad es eso, hombres y mujeres por igual, y abanderar una avalancha de poner nombres de mujeres a los centros escolares y evitar que pongan nombres de hombres o retirar algunos que ya existen, nos coloca en una posición hembrista.
Sí que es necesario y urgente que en los centros escolares se cree una biblioteca feminista. Establecer a través del claustro que en el plazo de tres cursos académicos tiene que haber una cantidad similar de libros escritos y protagonizados por mujeres que de protagonizados por hombres en la biblioteca del centro. Genial esta propuesta.

Conclusiones de éste Decálogo: pienso que hay unas propuestas muy buenas, necesarias y que hay que poner en práctica de forma urgente, en general, la mayoría de estas propuestas, las que se enfocan sobre todo en una equiparación de nombres de científic@s, filósof@s, artistas, autores/as… o las que inciden en una educación continua tanto a profesorado como alumnado en feminismo. De verdad que hay ideas muy pero que muy ineludibles en esas líneas. Pero también he tenido la sensación que en otros puntos se ha abusado del concepto “feminismo” y de su significado y aportación para toda la sociedad; hay momentos en que el feminismo deja de ser “igualdad entre hombres y mujeres”, surgiendo un hembrismo extremo (es como denomino a la idea justamente contraria al “machismo”) que podría terminar cargándose la magia del feminismo que se había creado en torno al 8-M. Y ojo, que hago esta crítica considerándome una persona feminista y conocedora del concepto y de las ideas que de ahí surgen. Puede que esto último que digo se debe a ignorancia mía, que no he sabido entender lo que se me quería explicar, esas cosas pueden pasar, pero es lo que a mí me ha llegado en algunos casos.
Bueno, leed, comentad, proponed… de eso se trata la libertad de expresión, porque no todo tiene por qué ser tan rígido, y en un mismo pensamiento o movimiento social puede haber discrepancias, similitudes, aportaciones nuevas y todo eso sin faltar al respeto a nadie.
De todos modos, la idea principal que saco de esto es que, antes de leer el Decálogo pensaba que contenía ideas súper extremas y hembristas totales y después de leerlo, la mayoría de los puntos son más que razonables, salvo unos cuantos que ya he podido comentar. Para que veais cuánto distorsionan los medios de comunicación.

martes, 13 de marzo de 2018

Una gran lección

Tod@s hemos sido testigos en estas dos semanas y algo más de la desaparición del pescaito Gabriel y de su posterior desenlace. Todo el país ha sido partícipe, minuto a minuto, de la investigación, el padre y la madre del niño han mostrado una enorme entereza al estar en todo momento al pie del cañón, en las batidas de búsqueda, atendiendo a la prensa, colaborando con la policía, haciendo llamamientos a la sociedad para que sigan colaborando... La verdad es que ha sido un suceso que ha puesto a prueba a todo un país evidenciando que, cuando realmente hace falta, a la hora de la verdad, las personas podemos sacar lo mejor de nosotros mismos ayudándonos y apoyándonos unos a otros, empatizando aunque seamos perfectos desconocidos. Ha sido una movilización sin precedentes, más de seiscientos voluntarios que se han trasladado al lugar donde desapareció el niño para ayudar a la Guardia Civil, a la UCO y demás autoridades a rastrear todos los posibles lugares que se barajaban en los que pudiera haber estado Gabriel.

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Tod@s sabemos cómo ha terminado todo y, obedeciendo a la petición de Patricia, madre del niño, y siendo consciente de que todo el mundo tiene ya la suficiente información de lo ocurrido, no voy a repetirme ni a nombrar ni a dedicar una sola palabra a la persona (si es que se le puede llamar así) que ha hecho todo esto. Pero sí que quiero hablar de la grandeza humana y de las grandes lecciones de vida que se pueden sacar de desgracias de este tipo.
Por eso quería dedicar este post de hoy a Patricia, la madre de Gabriel. Existen muchas formas de demostrar lo buena persona y lo buena madre que se puede llegar a ser, pero esta mujer lo ha hecho casi sin darse cuenta, en un acto innato. Haber tenido que convivir a diario con la asesina de tu hijo, manteniendo el tipo y disimulando solo para no entorpecer una investigación y garantizar que el pequeño pueda ser encontrado con vida, es un ejercicio de autocontrol que pocas personas pueden presumir de poder conseguirlo. Y, después de saber lo que ha hecho esa supuesta persona con su hijo, la actuación fingida que ha llevado para despistar a tod@s, pidiendo incluso a la sociedad que ayude a buscar a Gabriel, entre sollozos, habiendo asesinado ya al niño desde el primer momento, después de haber tenido que pasar todo eso, Patricia ha tenido que ser la que calmara a una sociedad enfurecida y llena de rabia que inundaba los telediarios y las redes sociales de mensajes de odio hacia la asesina. Patricia ha sido la que ha pedido a los ciudadanos que dejen todo ese odio a un lado y que, por Gabriel, se queden con mensajes de amor hacia él, que predomine la bondad y la cooperación que ha nacido de todo esto y se deje a un lado el odio que genera todo lo ocurrido.
Eso es muy fuerte, los padres son quienes deberían lanzar la primera piedra a la asesina, tienen el derecho justificado de castigarla por lo que ha hecho, y sin embargo, han actuado de un modo totalmente contrario al que se hubiese esperado. Patricia incluso ha empatizado con el padre de Gabriel, Ángel, trasladándonos el doble dolor que debía estar sintiendo no solo por lo que le había ocurrido al niño, sino por tener que descubrir que una persona tan allegada para él era quien le había arrebatado lo más importante en su vida.
Si esto no es una auténtica lección de humanidad, que venga alguien y me lo diga. Las palabras de Patricia, una mujer que ha perdido lo más importante de su existencia, una gran parte de ella, me han hecho reflexionar en que la fortaleza de una mujer puede mover montañas, que ahí se encuentran las auténticas heroínas del mundo, en actos y palabras como estas, que llegan y dejan un mensaje en la sociedad que nos hacer replantearnos si realmente el actuar con odio (aunque esté muy justificado) es la solución. 
Me quedo con todo esto y lo comparto. Esta mujer me ha dado tanto que pensar en estos días, y si a mí me ha ocurrido, imagino que a muchas otras personas también les ha ocurrido. Y si las palabras de bondad de una mujer destrozada pueden pararnos a pensar a much@s, ¿qué no podría hacer?
Insisto, quedémonos con esto, con las buenas acciones, con la gente buena. No le demos fuerza a la maldad alimentándola con odio y rabia. 

jueves, 8 de marzo de 2018

Otras formas de luchar


Hoy está siendo un día grande: miles de mujeres han salido a la calle en diferentes ciudades, se han parado para poder avanzar, servicios mínimos, autobuses y tranvías sin funcionar, había que demostrar que sin nosotras el mundo se para. 
Mi mejor imagen para hoy: mi abuela
cosiendo un babero para su futuro
bisnieto.
Personalmente, me hubiese encantado mezclarme entre toda la multitud en las calles en esta manifestación histórica, pero el embarazo me exige menos "movidas" y me hace replantearme luchar de otro modo. Y esta lucha es una lucha constante, permanente, que implica actualizarse, documentarse, buscar temas, darles mi punto de vista y compartirlos. El blog es un buen espacio para luchar, al menos procuro que así sea, hablando de temas de actualidad o de curiosidades varias, libros, películas, series, artículos o noticias y reflexiones o vivencias personales que tienen que ver con nuestro género, tan necesario como injustamente incomprendido en este mundo. Procuro hacer real una lucha personal que vaya más allá de un 8 de marzo, pero sin olvidar la transcendencia de esa fecha y lo que implica a día de hoy, por eso siempre procuro escribir algo durante este día, ya sea preparado o unas líneas más espontáneas, como me ha ocurrido en esta ocasión. Lo que quiero decir con todo esto es que lo importante es que no se quede todo en un día de revolución y parón generalizado, porque mañana todo volverá a ser como antes: el acoso sexual en el trabajo seguirá estando, la brecha salarial entre hombres y mujeres continuará siendo igual de gruesa, las amas de casa seguirá limpiando y fregando al igual que cuidando de sus nietos o de las personas dependientes sin que este trabajo extra sea reconocido, cientos de madres se replantearán el ser o no madres ya que los horarios de trabajo no cuadran con la conciliación familiar y las que ya lo son, se preguntarán de qué manera pasarán esta vez la semana sin que exista una guardería que atienda los turnos de trabajo que debe cubrir (por no hablar de los costes de la dichosa guardería), los violadores y asesinos seguirán violando y asesinando y el encorsetamiento social nos hará replantear el largo de nuestra falda o lo abierto de nuestro escote, el techo de cristal supondrá un buen coscorrón para las mujeres emprendedoras y continuarán manteniéndose los puestos de responsabilidad de una empresa a favor de los hombres.
No quiero desalentar, ni decir que esta huelga no sirve de nada, al contrario, esto va a dejar una enorme huella en nuestra historia, pero debemos hacer que las ondas de los gritos de hoy se prolonguen en los siguientes 364 días. Y, ¿cómo? Pues como ya he dicho, con la constancia: escritoras, periodistas o blogueras que escriban sobre el empoderamiento de la mujer; músicos, artistas, poetisas que creen y compongan algo imperecedero que represente la fuerza de nuestro género; maestras y pedagogas, que enseñen y transmitan esta necesaria causa a las más pequeñas; mujeres del mundo, simplemente que no se queden calladas y que denuncien la injusticia social, el acoso y el maltrato cuando lo haya, que compartan su sabiduría popular de abuelas a nietas, que bailen bajo la lluvia sin miedo a parecer ridículas...
Al igual que hoy muchas mujeres que no han podido sumarse a la huelga han participado colgando delantales de cocina en sus balcones, como mensaje de que están con la causa, aunque sea simbólicamente, busquemos otras alternativas para todo lo que está por llegar, porque esto solo es el comienzo. Puede que la lucha sufragista quede ahora muy lejana, pero si comparamos  con los años en que los humanos nos llevamos paseando por este planeta, no ha pasado nada de tiempo.
Es un privilegio ser mujer, somos capaces de hacer y sentir cosas extraordinarias, que nadie nos chafe esa idea, como tampoco deben chafarnos nuestros logros.