lunes, 22 de febrero de 2021

La impostora

 Hay muchas inseguridades que a las mujeres nos surgen como madre y que se extrapolan a otros ámbitos de la vida y a nuestro propio autoconcepto. El miedo a fracasar, a no dar la talla, siempre está ahí acompañándonos, más en una sociedad que cada vez se perfecciona más en hacernos esclavas de nosotras mismas y de nuestro entorno.

Miedos hay a montones. Mi mayor miedo, por ejemplo, ahora que estoy esperando una niña teniendo un hijo de dos años y medio, es el de no ser buena madre para mi hijo y tener que atender más a la que llega, por lo tanto, desatenderlo a él, aunque sea sin intención. Otro miedo es el de la preservación de la parcela que con tanto esfuerzo he creado para mí y para mi familia con la que convivo (mi pareja, mi hijo y, pronto, mi hija), para tener un espacio en el que sigamos siendo nosotros, aprendiendo y no se entrometan otras personas, dando consejos que no pides o intentando "ayudar" cuando lo que quieres es privacidad: hace falta muchas horas de paciencia, de mandar mensajes sutiles y a veces no tan sutiles y, por desgracia, demostrar que puedes; el mínimo cambio dentro de esta parcela hace temer que la gente de fuera piense que no eres capaz e invada ese santuario. Claro que habrá momentos en los que una se desborda, pero se sale adelante, la ayuda se pide si realmente la necesitas no por insistencia de otros y al final, la decisión que toma una en su familia es la que vale, aunque se equivoque, porque equivocarse es rectificar y probar otra fórmula.

Ahí va un párrafo de miedos, de tantos miedos que existen para la mujer en plena crianza y ocupando un trabajo: que me invadan, que me juzguen, que no lo haga bien y sea motivo de invasión.

El Club de las Malas Madres publicó no hace mucho un post muy interesante sobre el Síndrome de la Impostora y los diferentes perfiles que puede presentar, los englobó en estos cinco:

  1. La perfeccionista: por su alta autoexigencia se siente frustrada y duda de ella misma. Suele exigirse metas que son inalcanzables y esto le causa un gran desgaste.
  2. La experta: se infravalora y tiene miedo de no saber tanto como piensan. Nunca se siente suficientemente preparada, no se cree lo suficientemente experta. No cree que es quién dice ser.
  3. La superwoman: cree que para estar a la altura ha de trabajar más duro que nadie. Se responsabiliza de tareas que no le corresponden y esto la agota.
  4. La “Yo lo hago todo”: teme pedir ayuda y que lo consideren como una debilidad. Intenta hacer malabares sola y sin querer aleja a las personas de su vida.
  5. La genia: piensa que ha de hacerlo bien a la primera y se castiga duramente si falla. No se permite una segunda oportunidad.
En mi opinión, yo lo simplificaría en tres grupos:
- Perfeccionista/Experta, porque en ambos casos trata de autoexigirse más de la cuenta y se pega el batacazo, ya sea porque las metas son demasiado altas o porque no termina de confiar en sí misma. En ambos casos, la autoestima queda tocada.
-Superwoman/Yo lo hago todo: Creo que también viene a ser lo mismo, la típica madre que quiere demostrar lo buena madre que es, tomando responsabilidades que no le corresponden o que no son necesarias y evitando la ayuda. Y ahí la presión social es la gran culpable de todo.
-La genia combinada: A mi modo de ver sería una combinación de la experta que intenta marcarse metas inalcanzables y la que quiere hacerlo todo sin ayuda, es la superwoman quemada quemada o flagelada: te planteas lo más, no lo consigues y además te torturas por no hacerlo bien a la primera.

En fin, ¿quién no tiene una amiga a la que se le ha visto claramente alguno de estos perfiles y que ha terminado con ayuda psicológica? Es más común de lo que pensamos. La sociedad nos culpabiliza si renunciamos a nuestra vida laboral por la familiar "con todo lo que

han luchado nuestras antecesoras, ¿cómo se te ocurre dar ese paso atrás, desagradecida?"; pero es que la misma sociedad es la que también nos señala si llegamos cansadas de currar y ponemos la excusa de "ir al baño" para buscar ese momento de intimidad y evadirte de los gritos de los niños. Los berreos de tus hijos deben sonarte a música celestial; aunque hayas tenido una noche de mierda porque el niño tenía fiebre tienes que acudir a tu trabajo con una sonrisa de oreja a oreja y sin preocupación; en los menús de almuerzo de la guardería, el día que toca bollería, que sea casera, busca tu tiempo para hornear en casa algo, porque comprar Bollicaos no vale; que si el disfraz del festival ha de ser artesanal significa que no se puede comprar de los chinos; dar teta es lo más sagrado del mundo y el primer paso de ir por el buen camino, así que más te vale tener la subida de leche y no recurrir a la de ¡¡¡fórmulaaa!!!, luego tendrás que llevar el sacaleches al trabajo y te mirarán como un bicho raro porque incomoda, peeeero... etc, etc.
 
La sociedad nos obliga a ser madres perfectas, trabajadoras perfectas, impostoras al fin y al cabo, porque la perfección no existe y menos abarcando tanto; nos presiona para que lleguemos y si llegamos, pues nada, ¿qué más quieres?, porque es lo que hay que hacer, no hay méritos reconocidos y el tratamiento con el terapeuta y los sentimientos de culpabilidad y angustia nos los cocinamos solitas en casa, a ser posible en la intimidad de nuestro sueño; si no llegamos, esa misma sociedad exigente es la que nos condena: ¡Mala madre! !Mujer cromañón!
Yo, impostora o no, cada vez tengo más claro que voy a hacer lo que me de la gana, criaré como me de la gana, pediré ayuda si lo necesito y si me siento invadida chillaré, muy fuerte, y si tengo que ser grosera lo seré, porque para estar bien una misma se debe empezar por asegurar su entorno; cuando me incorpore de nuevo al trabajo me iré a mi hora, ni un minuto más y no me sentiré mal o peor trabajadora por ello. 

Da igual ser impostora para la sociedad y las personas que nos miden y juzgan, no se me ocurre nadie más impostora que la propia sociedad. Y yo aquí reivindico mi derecho a quejarme de los niños y del trabajo sin que por eso se me considere débil o mala madre/trabajadora.

miércoles, 3 de febrero de 2021

La teoría Queer

 Ya hace algún tiempo que pienso en escribir sobre esto, pero lo cierto es que me había tirado bastante para atrás por si no sabía cómo enfocarlo, no se entendía o resultaba insultante para alguien mi punto de vista, o porque tampoco terminaba de entender según que partes y opiniones de esta teoría. Además el ver cómo ciertos partidos políticos asumen un movimiento como suyo, incluyendo solo a las partes que le interesan y excluyendo a las que no, utilizándoles como "arma", no garantizando el
debate abierto de una propuesta de ley (sí, hablo de la Ley Trans)que puede ser tan decisiva para tantas personas según cómo sea planteada, abriendo una puerta que invita al lanzamiento de acusaciones entre "bandos": unas piensan que las otras son misóginas y las otras que aquellas son tránsfobas y, en definitiva, creando una brecha entre dos formas de vivir la sexualidad y el ser como sujeto político, me produce incomodidad y cierto miedo a partes iguales. Me refiero a la guerra abierta entre Feministas y Transfeministas (que no son otra cosa que una rama del amplio feminismo).

La Ley Trans, planteada por la ministra de Igualdad Montero y presentada en el Congreso el pasado 23 de febrero de 2018, reconoce que la solicitud de la rectificación registral de la mención del sexo, es decir, su cambio en el Registro Civil, "no precisa de más requisitos que la declaración expresa" de la persona. "El ejercicio de este derecho en ningún caso podrá estar condicionado a la previa exhibición de informe médico o psicológico alguno, ni la previa modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole, sin perjuicio del derecho de la persona interesada a hacer uso de tales medios". 

Es cierto que el colectivo Trans es un colectivo vulnerable en la sociedad y como tal, hay que evitar esa vulnerabilidad garantizando los mismos derechos y acceso a la igualdad de oportunidades que al resto de colectivo. Pero en definitiva, si se lee un poco más, la Ley Trans plantea el abolir los calificativos "hombre" y "mujer", cuando estos se tratan de calificativos biológicos y no sociales: biológicamente, un hombre tiene pene y una mujer tiene vagina, no hay más. 

La Ley Trans habla de la autodesignación de género y de que éste no tiene por qué estar preestablecido, y ahí es cuando comienzan los choques del movimiento Queer vs Feministas: Lidia Falcón, intenta desmontar esa idea de la autodeterminación de género argumentando que "el género no existe, simplemente es un constructo social para denominar cosas". El movimiento feminista defiende que el hacer desaparecer "hombre" y "mujer" (biológicamente hablando) para que esta autodeterminación de género (sociológica y lingÜísticamente hablando) sea completamente libre, se enfrenta directamente con el origen de  siglos de violencia y marginación hacia la figura de la mujer y en contra del movimiento de liberación femenino, que se basa precisamente en el sexo, algo completamente tangible y biológico y sustentado en que la principal causa de esa violencia histórica e imposición de los hombres hacia las mujeres es la capacidad de la mujer como reproductora.

El pasado 20 de febrero de 2020, con una sorprendente votación del 85% a favor, los miembros de Izquierda Unida decidieron expulsar de su organización al Partido Feminista en España (PFE), liderado por Lidia Falcón. Digo "sorprendentemente", porque se le acusó y se le sigue señalando directamente de tránsfoba a ella, quien luchó durante la dictadura franquista contra la opresión que sufrían las mujeres, siendo torturada por Billy el Niño y Roberto Conesa, en cuya trayectoria política se mostró contraria y rechazaba la Ley de Peligrosidad Social de la época y quien siempre se ha posicionado a favor de las reivindicaciones de colectivos LGB. Desde IU se explica esta expulsión alegando que PFE se ha mostrado contrario a los acuerdos pragmáticos del partido de Garzón. 



Lidia Falcón se ha mostrado muy dura con el movimiento y la teoría Queer que respaldan partidos políticos como Podemos o IU, ella ha afirmado que la teoría Queer amenaza directamente a la categoría "mujeres", señalando a un enemigo concreto, el transfeminismo, el lobby trans por lo que predican. También hay que decir que Falcón no ha estado nada acertada con sus palabras y con sus formas: no puedes llamar a mujeres que, aunque han nacido con pene se sienten mujeres, "mujeres con barba"; tampoco puedes dirigirte a una niña trans que intervino en el parlamente Extremeño como "niño". Eso es muy ofensivo y para nada está justificado.

Pero tampoco está justificado que personas que tienen algo que decir en contra de esta teoría o de partes del contenido de la Ley Trans, como le ocurrió a la escritora Lucía Etxevarría, sean linchadas públicamente por miembros del actual gobierno, personas que, al fin y al cabo, deben velar por tod@s l@s ciudadan@s y respetar todas las opiniones que se dan desde una perspectiva no ofensiva.

Cuando hay tanto revuelo y tanta disparidad, cuando un movimiento como es el movimiento Feminista en España y su partido se muestran contradictorios y amenazados por un proyecto de ley, creo que ese colectivo debe ser escuchado y tenido en cuenta. Tal vez simplemente se trate de reformular el texto en algunos apartados, ya que dudo muchísimo que las Feministas quieran atacar y dañar a otro colectivo oprimido por la sociedad como ese mismo.

Pero para comprender las reservas que un amplio sector del Feminismo tiene hacia la teoría Queer y su contrariedad, hay un artículo ilustrado de la artista Feminista Ilustrada que me ha hecho entender muchísimo y compartir ese miedo por perder todo lo conseguido. Dejo aquí la explicación:







Creo que con estas viñetas explicativas de Feminista Ilustrada se pueden sacar varias conclusiones. Siempre desde el respeto. Seguramente exista una fórmula en la que encajen las diferentes convicciones de sentir sexual y de género sin que otro movimiento social se sienta amenazado. Y para eso hay que sentarse y hablar civilizadamente.