Al final he sucumbido y he querido
dedicar un post a un artículo que ya
llevo encontrándome colgado por diferentes redes sociales durante la última
semana. Se trata de otro de esos raros estudios sociológicos que se dedican a
realizar las grandes universidades de prestigio. “Un estudio afirma que las mujeres necesitan salir con amigas dos veces a la semana a fin de
gozar de una buena salud”, esta ha sido
la conclusión a la que han llegado, tras horas y horas de arduo trabajo, unos
investigadores del área social y evolutiva de neurociencia de la Universidad de
Oxford. Este
estudio se complementa con una serie de pautas para lograr que una mujer
sea feliz con su entorno, vida y familia y entre esas directrices está lo de
salir dos veces por semana con las amigas para “hacer cosas”. Con “hacer cosas”
se refieren a beber cerveza y hablar de chismes.
La verdad es que a mí no me hacía falta
que se hiciese ese absurdo estudio en el que, seguramente, se haya invertido
una importante cantidad de dinero, para que me digan que para ser feliz en las
diferentes facetas de mi vida necesito salir con mis amigas, ellos dicen dos
veces por semana, pero en realidad es cuando se puede. Eso creo que todas lo
sabemos. Es una forma más de distenderse y desconectar durante un rato de las
obligaciones cotidianas para pasar momentos agradables, como quien se desahoga
en el gimnasio o se relaja con un buen libro, solo que en ese caso interactuamos
muy activamente con las personas,
probablemente más afines a nosotras: las amigas, a quienes elegimos
libremente para que formen parte de nuestro círculo social y con las que
pasamos el suficiente tiempo para no llegar al punto de aborrecernos y tirarnos
de los pelos. Todo en su justa medida.
En lo que creo que se han quedado un
poco pobres estos investigadores es en eso que ellos llaman “hacer cosas”. ¿Cómo
que rajar y beber cerveza?
¿En eso creen
que se resumen nuestras reuniones de amigas? Personalmente yo soy más de vino
tinto pero bueno eso va por gustos, aunque generalmente, la excusa para
juntarnos las amigas una tarde es la de “vamos a tomar un café”, pero lo dicho,
eso es irrelevante, lo que vamos a beber no es el principal motivo de nuestras
reuniones. Tampoco es relevante ni necesario rajar o chismorrear, aunque
sinceramente lo hacemos y, por qué no, nos lo pasamos bomba rajando. Pero no
nos engañemos, no es que nos sentemos en una cafetería y comencemos a cotillear
en el acto, eso suele ser más para el segundo asalto, como modo de quitar
hierro al tema previo que suele ser más importante y nos indigna o preocupa
más. Es decir, el orden sería el siguiente: nos desahogamos con nuestros
problemas cotidianos (la maternidad, el trabajo, las facturas…) y cuando una ya
se ha quitado todo el nervio y la mala
sangre de encima, pasamos al marujeo, que es más agradable y es una
buena forma de ir terminando una juntada de amigas con alguna que otra risa, te
deja con ganas de que llegue la siguiente. Pero ojo, hay veces que pasamos el
tiempo hablando y no llegamos a tocar ningún tema que califiquemos como chisme.
También se habla de la
influencia de la cantidad de amigas
que seamos. Dicen que para que las risas entre amigas sean factibles, lo ideal
es que el grupo esté formado por cuatro. Eso es una gilipollez, mi grupo de
amigas con el que me suelo juntar para beber (café) y chismorrear, entre otras
cosas, está formado por seis, y esas dos miembros de más no influyen en la
risa, el apoyo o cualquier otra interacción que se pueda producir entre
nosotras. Está claro que siempre hay unas que hablan como cotorras y llevan más
la conversación y otras que somos Mudito y
callamos más, dejándoles la batuta a otras, pero para eso da igual ser cuatro,
ocho u ochenta.
Lo que está claro y en lo que todas
estamos de acuerdo es en que las mujeres invertimos menos tiempo del que nos
gustaría en las amigas (menos de la
mitad de nuestro tiempo libre, si lo tenemos), pero también que las risas que
nos echamos en estas pequeñas reuniones, el ambiente de apoyo, consejo y
comprensión, las bromas absurdas y demás, producen en nosotras unas endorfinas
que nos causan bienestar y felicidad, y eso luego influye positivamente en las
otras áreas de nuestra vida. Un ejemplo que sitúa el tiempo de calidad con
amigas como un indicador de buena salud es el estrés del trabajo, que muchas
veces nos genera presión y malestar, por lo que es necesario buscar esos
momentos de ocio para combatir esa fuente de malestar que podría generar
depresión.
Según la terapeuta Vanessa Sierra, lo
que hay que rescatar de este estudio más que el salir de copas, es la
importancia de salir fuera de la casa: “Aunque nos guste ser hogareñas y dedicarnos a
nuestra familia, tenemos que aprender a salirnos de la rutina y compartir la
vida con los amigas, sobre todo en encuentros donde puedas ver cara a cara al
otro, y hacer cosas juntos”.
La
amistad es una buena fuente de salud y bienestar,
eso ya lo sabíamos, pero si hay un estudio científico que lo respalda, puede que más de una ermitaña se anime
a salir de su guarida y se disponga a recuperar amistades.
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