jueves, 29 de diciembre de 2016

Viendo pasar la Navidad

Parece que ya ha pasado lo más fuerte: la excitación pre navideña que la podemos vivir de dos formas, o bien deseando de que lleguen ya, no solo las fiestas, ¡sino las vacaciones! O  bien coger el complejo de Grinch, temiéndonos todo lo que se nos puede venir encima; la supervivencia en el campo de batalla en el que se convierten los puntos clave para las compras, y doy fe que, lo que viene a ser mi terreno, Avenida Maisonnave con Federico Soto y alrededores en Alicante, es en estos días una auténtica yincana, pero más feo lo tienen en otros sitios, sino que se lo digan a los  que viven en Madrid; la elección del menú de Noche Buena y Navidad, buscar, comprar y preparar el corderito o el animalito de turno, atracones de dulces y la fase de “purga” que viene después y en la que una servidora todavía se encuentra, teniendo en cuenta que mi estómago lo pedía, literalmente, a gritos, total para que dentro de dos días retomemos la sobrealimentación desmedida… Hasta el 7 de enero no hay tregua, no sé si ir a la farmacia a comprarme un Resalim o un Omeoprazol, ¿qué será mejor?
Pero no miremos esto como una cuesta que hay que subir y que luego te llevará  a un abismo de dietas, dolores gastrointestinales, el vacío interior que dejará la post Navidad y los sacrificios económicos que se supone que deben compensar los excesos del mes anterior, porque el vacío también llega a las cuentas del banco. Nada de eso, primero porque de Navidad aun nos queda mucho. La Noche
Vieja es el día por excelencia para que una pueda ponerse un vestido elegante y pillar la cogorza del siglo al mismo tiempo, sin que esa la combinación desentone. Y además, ¡vamos a ver por tercer año consecutivo el esperado modelito de las campanadas de la Pedroche, que ya se ha convertido en algo tan tradicional como la capa del Ramón García! Después llegará la resaca de Año Nuevo, que creo que es la única resaca que vivimos con alegría durante el año, y no nos olvidemos de la cabalgata de los Reyes Magos, que esperemos que este año se les prohíba vestirse con telas de cortina de baño, cuando pasen por Madrid (menciono por segunda vez a la capital, ¡pero es que el desfile del año pasado fue horroroso!).

Y como he dicho antes,  aún hay más. Se acabarán las vacaciones de navidad pero empezarán ¡LAS REBAJAS! No sé de qué tengo más ganas en realidad, de que vengan los Reyes o irme  yo de compras directamente. Las rebajas son como una segunda oportunidad: ¿Que no te ha gustado lo que te han traído los Reyes? A las rebajas, ¿Que no
has sido muy buena este año y no has tenido regalos? Pues a las rebajas también, ¿y si te han regalado todo lo que te gusta y más estas navidades? ¡Da igual, a las rebajas también a comprar y reventar los  armarios de casa! Qué sensación tan satisfactoria eso de pasar por el umbral de mi puerta con 5 o 6 bolsas llenas, que se traducen en un día de búsqueda fructífera. Pero no nos liemos, aún queda para eso.

Me despido con este post del 2016, coincidiendo también con los cuatro años que lleva activo este blog, esperando que mis anteriores posts, incluido éste,  hayan servido para sacar sonrisas, ofrecer opciones y hacer recapacitar en muchas cosas, y ojalá los próximos también lo hagan. Feliz fin y comienzo de año. Nos vemos en 2017, ¡tal vez en las rebajas! 
Y una recomendación: Quien no haya ido a la feria, cuidado con querer hacerse la valiente y subirse en ciertas atracciones  "agitadoras", hoy me duele todo el esqueleto.

Pero además, no solo quiero despedirme con letras, también dejo la canción más indicada para esta despedida de año:

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