viernes, 4 de abril de 2014
El celibato japonés
El pasado mes de febrero leí un tweet de una conocida colaboradora de radio y tv, en el que decía que más de un tercio de la población menor de 30 años en Japón, ¡todavía es virgen! En seguida me puse a investigar por internet para asegurarme de si este fenómeno era cierto y estos son los datos que pude sacar y que hoy comento: el 40% de las universitarias japonesas es virgen. Pero no solo se queda ahí, ya que, según las encuestas, hay un 53% de chicas que no ha mantenido relaciones sexuales en cinco años, el 61% de los hombres solteros y casi la mitad (49%) de las mujeres de 18 a 34 años no mantienen ningún tipo de relación y el 30% de los hombres solteros nunca ha salido jamás con una mujer. ¿Cómo se nos queda el cuerpo? El Gobierno nipón ya habla del "síndrome del celibato" y se han convertido en toda una preocupación en un país con una muy baja tasa de natalidad. Suena bastante triste pero, la población menor de 40 años en Japón está perdiendo el interés en las relaciones amorosas convencionales, ya no quieren salir en pareja y muchos no quieren ni complicarse con el sexo. Dicen los sondeos que ellas no están interesadas en -o detestan- el contacto sexual, prefieren centrarse en el futuro de su carrera profesional que les resulta mucho más satisfactorio que enredarse en una relación sentimental para terminar siendo amas de casa. Y muchos de ellos comparten el mismo pensamiento, pero por otros motivos, parece ser que el coste que puede implicar una relación sentimental y el posterior mantenimiento económico de una familia, es un problema añadido a la pérdida de interés y de ahí surge esta nueva especie de hombres: soshoku danshi o herbívoros, un género de heterosexual que no tiene apetito por la experiencia carnal del sexo, esta abstinencia puede también llegar a extremos patológicos de reclusión, como son los hikikomori o "encerrados" que casi no ponen un pie en la calle, los otaku o "geeks-desadaptados" y los parasaito shingurus o "solteros parásitos", la mayoría de quienes entran en esta categoría son hombres mayores de 30 años que aún viven con sus padres.
Este desinterés generalizado de los japoneses por las relaciones sexuales y amorosas, está produciendo un enfrentamiento entre lo tradicional y lo moderno, ya que, gracias al desarrollo tecnológico, se ha creado mundos virtuales extraordinariamente sofisticados con lugares y situaciones privadas en donde muchos pueden refugiarse, y el contacto humano está siendo reemplazado por la pornografía en internet, las "novias" virtuales y las caricaturas anime, y en el mejor de los casos, una gratificación instantánea, como el sexo casual y breve. Un distanciamiento social y aislamiento sexual con el que cada vez se sienten más cómodos los japoneses, que podrían terminar en conflictos emocionales internos. Y al final todo se reduce a trabajar 20 horas al día u obtener títulos de formación académica hasta la saciedad, obsesionados con el currículum, el empleo y la producción, asegurándose la solvencia económica. ¿De qué les sirve tanta instrucción, ansias de trabajar y de progresar para ser la tercera economía mundial, si luego son incapaces de mantener relaciones sanas y normales? Tanto autocontrol para no caer en el deseo sexual hacia otra persona, para que esto no interfiera en las ambiciones profesionales y monetarias, resulta muy frío, muy predeterminado, ¡por Dios! Somos personas, no máquinas de producción. Alguien debería ir a hablar con todos esos japoneses y japonesas y explicarles que no es lo mismo salir a la calle o a los bares y conocer gente, que meterse en un puñetero mundo virtual, y que las caricias y el contacto sexual entre dos personas que se atraen nunca podrá ser sustituido por el ejercicio de “pajearse”, con perdón, vía ordenador con una ciber-novia.
Japoneses: hay que trabajar para vivir, pero nunca vivir para trabajar. Que alguien le explique a esta gente que el sexo y las relaciones no tienen porqué ser un impedimento para progresar en la vida. Seguro que han oído esa famosa frase de que no hay que mezclar los negocios con el placer que, por otro lado, podría establecerla el gobierno nipón como una ley de obligatorio cumplimiento: “Está terminantemente prohibido que interfieran las ambiciones laborales y económicas en la continuidad y el disfrute las prácticas eróticas”. Además, que se valore el rendimiento sexual tanto como el profesional, ¿por qué no? a ver si así se les enciende la bombillita roja de la pasión a los del país asiático y terminamos con el problema este del celibato. Que tome nota el primer ministro Shinzo Abe.
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