martes, 22 de abril de 2014

Esas escapadas con las amigas

Hace tiempo que quiero hablar de las experiencias de los viajes o las escapadas con amigas, y es que esos encuentros que pueden durar entre 2 y 5 días (sino no se llamaría escapada) deberían ser obligatorios, es más, ¡deberían estar subvencionados! Son encuentros que acortan distancias, excusas para celebrar de forma diferente cumpleaños o despedidas de soltera, rememorar hitos de la adolescencia y en muchos casos, se convierten en un acuerdo pactado, una costumbre que se realiza de forma religiosa por lo menos, de año en año. Y ya no se trata de visitar un destino en sí, aunque eso también es importante, sino de reservar un espacio de tiempo solo para ellas y para una misma, sincerarse, reír, comer y beber bien, compartir lugares y momentos
sorprendentes, huir de la rutina del trabajo y de la casa, si tienes pareja, dejar que te eche de menos unos días o si no la tienes, ir a lo que surja, que las amigas siempre estarán dispuestas a facilitar las cosas, en definitiva, imaginar que por unos días tienes una vida diferente. Dicen que un viaje de amigas es crucial para definir una relación, son muchas horas seguidas juntas y por narices conoces más íntimamente los gustos, las manías, los cambios de humor y el verdadero carácter de la otra, incluso te puede alejar o unir definitivamente. Pero cuando ese reducido grupo de viajeras ya está bien precisado y cohesionado, todo va bastante rodado, el interés por los destinos suele ser similar, por lo que no hay mucho que discutir, a la hora de buscar un hotel todas saben más o menos lo que quieren y coinciden en cuanto a calidad y precio y el modo de
desplazamiento se pacta, coche, tren… como sea, y qué bonito eso de poner un bote para compartir todos los gastos, cuando se pone todo ese dinero en común da la impresión de que una está forrada hasta las cejas y parece imposible no privarse de nada, hasta al día siguiente, ¡que toca poner otra vez bote por que ya se ha fundido todo el fondo! Y lo mejor de todo es llenar el smartphone de fotos y más fotos, inmortalizando las diferentes escenas de esa memorable escapada: posturitas, fotos “chorra”, cenando, brindando, el modelito que toca ponerse cada día, con la estatua de “nosequé”, en la plaza mayor de “nosedonde”… no se puede escapar nada, esos son los mejores recuerdos del viaje, con lo que todas nos acabamos riendo y comentando años después. Aunque un recuerdo que no puede faltar, es el imán para la nevera de ese lugar en el que has estado, un recuerdo bonito, visible y que no coge polvo.
Yo soy fiel a mi escapada con mis amigas desde hace ya algunos años y termina siendo una fecha imprescindible. Y pereza de organizar, para nada. Solo hay que pensar en algo concreto que queremos ver, por ejemplo, este año la ilusión era ver el musical de El Rey León, pues bien, en base a eso, en una sola tarde se puede reservar on line las entradas para ver el espectáculo en el teatro Lope de Vega de la Gran Vía madrileña, el hotel a través de alguna de las ofertas inteligentes de Booking.com y los billetes del AVE a un módico precio. Una vez en el destino deseado, en este caso Madrid, 48 horas bien gestionadas dan para mucho, además de disfrutar de un musical que pone los pelos de punta, se puede hacer cantidades de cosas, ver lugares de interés, bares y pubs interesantes, barrios míticos… ¿El resultado? Una maleta de regreso cargada, no solo con el souvenir de turno, sino con recuerdos y anécdotas que darán que hablar para largo, más unión, complicidad y el deseo de organizar una próxima escapada. ¡Hay que animarse y viajar más con las amigas! Yo por el momento, voy llenando la nevera de imanes.

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