Va a sonar ridículo esto,
porque es como si dijera que las mariposas por fin pueden volar, pero es
cierto, pleno siglo XXI: “Las saudíes
acarician un derecho histórico, poder colocarse al volante en las calles”.
Bueno, se me ha olvidado comentar el pequeño detalle de que esta revolucionaria
reforma la ha aprobado el rey Salman bin Abdelaziz de Arabia Saudí: la orden de
despachar permisos de conducir a las mujeres entrará en vigor el próximo junio
de 2018.
Esto es todo un logro para
las mujeres del reino que durante años han reivindicado este derecho tan
fundamental como es el de tener la libertad de desplazarse por sí misma, sin
depender de nadie, sobre todo si tenemos en cuenta que viven en la patria
del wahabismo, una
radical interpretación del islam que ha sido caldo de cultivo de
organizaciones como Al Qaeda o el autodenominado Estado Islámico.
El rey Salman ya ha formado un comité para reformar la
normativa de tráfico y llevar a cabo todo ese protocolo que debe seguir la aprobación
de una norma, y así asegurarse de que las mujeres conductoras puedan ejercer su
derecho “con igualdad”. Ahí siento discrepar, pero si yo tengo que conducir
envuelta de arriba abajo, con media cara tapada por una túnica negra, que no
solo te achicharra de sudor, sino que te puede reducir el campo de visión y la
capacidad para maniobrar, frente a un hombre que puede ir vestido como le salga
del pito, ahí no veo igualdad alguna, pero bueno, eso ya sería otra lucha, ¿no?
Tampoco creáis que este trascendental cambio se deba a
que a la agencia estatal le haya dado un ataque de feminismo extremo, ¡qué va!
Si cuando se explicaron los motivos de este cambio de parecer, se centraron
principalmente en las “consecuencias negativas” que acarreaban el hecho de que
una mujer tuviera que desplazarse a un lugar que requiriera de un vehículo,
provocando unas continuas ausencias de los hombres en su puesto de trabajo al
tener que llevarlas o un gasto extra al tener que contratar un chófer o un
taxista para pasear a la mujer. Así que, por mucho que lo vendan como un
progreso feminista, a éstos lo que en realidad les ha movido ha sido sus
propios intereses. Eso sí, esta medida revolucionaria serán apoyadas por los
ulemas siempre y cuando se respeten "las garantías de la sharía (legislación islámica) para
evitar problemas". No sé qué problemas puede dar una mujer conductora.
Pero parece que Arabia Saudí está madurando un poco. Recientemente,
un clérigo fue apartado de la predicación después de asegurar en público que
las mujeres no deberían conducir porque sus cerebros representan apenas un
cuarto del tamaño del masculino cuando van de compras (creo que tomó como
ejemplo el tamaño de su pene para calcular esta gilipollez). Parece que poco a
poco se va avanzando en un país donde a las mujeres se les trata como a niñas a
lo largo de todas sus vidas, convenciéndolas de que son incapaces de hacer nada
por sí mismas: ahora el permiso de conducir, anteriormente la inclusión de la
educación física en el currículo de las escuelas femeninas y, hace unas
semanas, el acceso de las mujeres a los estadios de fútbol. Es de locos, pero
tampoco podían entrar a un campo de fútbol.
El pasado noviembre el príncipe y
multimillonario Al Waleed bin Talal fue el
primer miembro de la realeza saudí en romper una lanza por las mujeres saudíes
y abogar por la erradicación de la prohibición. "Ya es hora de que las saudíes empiecen a conducir. Es hora de
que pasemos página en este asunto como hicimos en decenas de otros temas en
este país y en el mundo a lo largo del último siglo", publicó en su página
web. Esto es toda una osadía, tratándose de un reino en el que hay una gran
segregación entre sexos, favoreciendo claramente al masculino y pisoteando
al femenino.
En los últimos años, la primavera árabe ha sido el
escenario para que un grupo de mujeres saudíes se pusiera al volante y
desafiara a este sistema patriarcal y homófobo, fotografiándose en los coches y
asumiendo el posterior castigo."Impedir
que una mujer conduzca un vehículo es hoy un asunto de derechos similar al que
evitaba que recibieran educación o tuvieran una identidad independiente",
escribió el príncipe “progre”. "Son
-agregó- actos injustos de una sociedad tradicional, mucho más restrictiva de
lo que por ley permiten los preceptos de la religión".
A pesar de los progresos, las saudíes siguen
enfrentándose a una ubicua discriminación. No pueden trabajar, practicar
deporte, estudiar, someterse a una intervención quirúrgica, casarse, alquilar
un apartamento, matricular a sus hijos en un colegio, abrir una cuenta
bancaria, deambular por la calle o viajar sin el permiso de un tutor varón (mahram),
ya sea progenitor, cónyuge, hermano o incluso vástago.
Las primeras reacciones a la noticia de la libertad
femenina de conducir han sido precisamente de las mujeres que se convirtieron
en el icono de la lucha por ir al volante. Manal al Sharif, una de las
principales activistas de la campaña de la primavera árabe que sufrió cárcel
tras desafiar el veto, ha escrito en twitter:
"último
país del planeta que permite conducir a sus mujeres". Es que es
cierto, cuesta sacar de una misma una reacción eufórica, comparada con la de
haber hecho algo pionero, cuando es una práctica más que habitual en el resto
del mundo.
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