La tele lleva tantos años haciéndonos tragar realities de
todo tipo y sin parar, que la gente ya está enganchada a ese tipo de
entretenimiento sin saber cómo o cuando sucedió. Lo triste es que todos, me
incluyo yo, terminamos en algún momento del día viendo tele realidad, porque la
tele realidad está en todas partes, por lo visto la ficción ha dejado de
interesar.
Tele realidad |
Lo mismo ocurrió durante un tiempo con los programas del
corazón, que son una especie de reality si lo ves como retransmisión diaria de
la vida de un famosillo, a veces de forma consentida y otras de forma
intrusiva, estaban a todas horas y en todas partes. Por suerte, esa fiebre ha
ido remitiendo y ahora el monopolio de esa industria del cotilleo la posee,
principalmente, el grupo de telebasura por excelencia, Mediaset, que cómo no, además transmite el mayor número de formatos de tele realidad al año.
La sede de la tele basura: Sálvame |
Pero volviendo a lo que interesa, todo esto de retransmitir
la vida en directo, los triunfos y las miserias de personas totalmente
desconocidas, comenzó con el primer Gran Hermano, allá por el año 2000, y ese
programa se salva porque sí que fue auténtico, los concursantes de convivencia
que entraron ahí lo hicieron sin saber lo que iba a ocurrir durante y después
del concurso y sin imaginarse la repercusión mediática y el cambio en sus vidas
que iba a suponer, estuvo muy bien. Después de ellos, todos han ido entrando
con el mismo rollo de “vivir una experiencia diferente”, pero lo cierto es que
la mayoría apuntaba más a una portada de Interviú, colaboraciones en Crónicas
Marcianas y los numerosos bolos por discotecas, con algún que otro montaje para
que el chollo aguante un poquito más. Después de que el primer Gran Hermano
perdiera su inocencia, hemos seguido teniendo una edición por año, se intentó
un reality igual pero en el que los concursantes vivían en un autobús o
perdidos en una selva; después se vio que combinar reality + personaje famoso
triunfaba todavía más, porque en lugar de escudriñar la vida de un desconocido
que después podría ser un habitual de la tele en potencia, se podía conocer
directamente las manías y los vicios de gente que ya la teníamos más que vista
de tenerla en la caja tonta, y prueba del éxito es que a día de hoy Gran Hermano
VIP y Supervivientes, entre otros, ahí
están dando espectáculo.
Pero este tipo de televisión no se ha quedado solo en tele
realidad de convivencia para ver piques, estrategias de grupos, líos amorosos y
discusiones por ver quién friega los platos, este formato ha dado para muchos ámbitos.
Los talent show de cantantes o cocineros, en los que también se empeñan en
hacer versiones de críos de diez años para alentarles en una profesión a la que solo llegan unos cuantos privilegiados, cuando
en realidad se les debería estar apoyando en sus estudios y en ser buenas
personas, los programas de encontrar al amor de tu vida conviviendo en pelotas
en medio de una playa, realities para perder peso, para cambiar de look o
encontrar un vestido de novia, para concertar un matrimonio sin conocerse los
novios y después grabar la convivencia, meter a diez NiNis vagos y con ganas de
fiesta en un chalet playero cuya misión es salir todas las noches de fiesta y,
como colofón final, el programa en el que un grupo de chavalitas deciden
meterse a novicias y finalmente saber si se quieren hacer monjas; la iglesia, o
quiere adaptarse a estos nuevos tiempos o debe estar pasando penurias y necesita muuuucha publicidad.
Los personajillos de Supervivientes |
Lo peor de todo es que la mayoría criticamos esta nueva
televisión, pero desgraciadamente, de vez en cuando, la vemos porque cada vez
que zappeo en mi TV, de diez canales que puedo pasar, pongamos que en cinco de
ellos están haciendo un reality o comentando sobre alguno de éstos. Es como si
te pusieran un embudo en la boca y te metieran la comida, la quieras o no, al final acabas
tragando en algún momento, ya sea por aburrimiento o por curiosidad. La culpa
la tenemos todos, hasta quienes se paran diez minutos a marujear estos
programas. Hay veces que he llegado a preguntarme y a hacer memoria de qué veíamos
antes de que explotara esta bomba de tele realidad en nuestras pantallas.
Solo espero que los personajillos salidos de los programas
basura y tele realidad no invadan y conquisten también los libros, solo faltaba
eso, porque cuando oí que Belén Esteban iba a un centro comercial a firmar su libro, me eché a temblar, en serio.
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