domingo, 18 de junio de 2017

¿Nos vamos de bodas?

Bueno, creo que para muchas ya queda abierta la temporada de bodas. Sí, porque salvo casos contados (yo incluida, que me casé en abril y porque no pude adelantarlo más), generalmente las novias (no nos engañemos, nosotras mandamos) eligen el mes de junio para celebrar este día; es una época que te asegura buen tiempo y cero tormentas; demasiado buen tiempo diría yo, porque en estos días en los que te asas de calor con solo abrir la ventana, me compadezco de la gente que tiene que llevar trajes de chaqueta o cualquier otra indumentaria protocolaria.
El caso es que desde que llevo yendo o escuchando historias de amigas que van a bodas, desde luego que hay muchas cosas que se mantienen, hay tradiciones de las que no nos queremos deshacer, por mucho que todo lo demás cambie, y a todo eso se le suman las nuevas “cosillas” que se van integrando, sobre todo ahora, que tenemos aplicaciones y webs en las que las novias, en diferentes foros y chats grupales, dan ideas o cuentan cosas novedosas que han hecho en su gran día.
Típicos detallitos
¿Es bueno tanto compartir lo que unas y otras quieren hacer? Seguro que sí, siempre hay detallitos de los que una no se acuerda y poder recurrir a otra gente que está pasando o ha pasado por lo mismo, pues viene bien. Lo malo es que el brainstorm está alcanzando unos niveles de exageración insospechados y lo que para unas es bonito, sencillo y con clase, para muchas otras es aburrido, pobre y soso.
Muchas novias compiten hoy por celebrar su boda en el lugar más original y pastoso, hasta en el Tibidabo he visto que han querido organizar una boda para que los novios se quedaran tranquilos en saber que su boda es
“única”, bravo, me alegro. 
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Boda en el Tibidabo
Las flores, que no consideraba yo que fuera un tema que se tuviese que ir de madre, si una se empeña en que quiere el ramo y la decoración  de la especie Oxalis Versicolor, tranquilas que la tendrá aunque tenga que remover cielo, tierra, floristerías y viveros del mundo; y yo encargando flores silvestres, qué poco cool. Las sesiones fotográficas post boda, a parte de ser una novedad ya no tan reciente volver a vestirse de novios para hacerse fotos artísticas, la gente ya no se conforma con hacerlas en la playa o algún jardín bonito de su ciudad, tiran la casa por la ventana y se llevan al fotógrafo hasta Paris, por ejemplo, para hacer ese reportaje bajo la torre Eiffel. Otra nueva práctica en las bodas es que los novios ya no se conforman con bailar ellos solos o con padrinos para abrir el baile, ahora se organizan
La famosa mesa dulce...
flashmobs con familiares y/o amigos para que la boda sea todo un mega espectáculo musical. Los detallitos que se le dan a los invitados ya no son detallitos, son regalazos, y después de ir a otras bodas y ver lo que se regala es cuando me pregunto: “¿Quedé como una tacaña en mi propia boda o son los demás que se han vuelto locos?”, quiero pensar que lo segundo. Y cuando ves por primera vez una mesa dulce, que todo el mundo conoce y da por sentado que tiene que formar parte del evento, todos menos tú, qué triste y cuán desinformada te has sentido hasta ahora.
Por suerte, a pesar de todas esas excentricidades, hay gente que aún
Invitadas estrella
mantiene los pies en el suelo, que no activa la alarma de pánico cada vez que tiene que ir a una boda, y por eso tenemos la suerte de seguir contando con los invitados estrella que tan divertidos nos hacen ese día. Tenemos por un lado a la amiga llorona, que antes de que el cura o concejal diga una sola palabra, ya está llorando como una magdalena porque todo ese ambiente le resulta tan súper romántico que le embarga la emoción, es la que después se mata con todas para que le den el ramo; están los tíos gorrones, que no son capaces de hacer un mísero regalo a los novios, pero lo compensan dando la nota, ya que son todo un espectáculo; los revolcones esporádicos que surgen entre invitados que no se conocen entre ellos, consecuencia de la gran borrachera que llevan encima, porque al día siguiente, si te he visto no me acuerdo; los del jamón, son los más listos de todos, porque son los que aprovechan en el rato del cocktail, para buscar el mejor momento y lugar para pillar al vuelos los platos que los cortadores de jamón van dejando, a veces con la habilidad de que el plato no llegue ni a tocar la mesa; las chonis, que igual no lo son en su vida diaria, pero a veces el intento por llevar un buen look se les va de las manos y lo que tenemos son indumentarias de poligoneras, más bien sacadas del programa Mi espectacular boda gitana, llegando los novios a decir “no la conozco”; el DJ del momento bailoteo, que pasa por ponerte a las Azúcar Moreno, Raphael, Camilo Sesto y de repente, ¡PUM!, te planta una de Pont Aeri para terminar de desorientarte, teniendo en cuenta además, las copas que llevan de más todos los ahí presentes; las bailarinas para las invitadas que se cansan de llevar tacón, que son horribles, pero nos las ponemos, para ir a juego con las chonis; el puñetero photocall que es demasiado adictivo y una vez que te haces una foto cachonda ya no lo sueltas… En fin, todas esas cosas que son con las que de verdad se disfruta.
Esas horrorosas bailarinas

Os dejo porque el sábado tengo una boda y aún no sé si tengo que llevar mi vestido a la tintorería (de la última fue directo al armario, así de happy soy), solo tres cosas a tener en cuenta. Una: si eres la que casa, procura no juntarte con otras que se van a casar hasta que pase todo, solo servirá para que te comas la cabeza sobre si te estás quedando corta con lo que tienes organizado, mejor no saber de las locuras que quieren hacer las demás. Dos: si vas a una boda en calidad de soltera, evita al grupo de las tías sesentonas, se compadecerán de ti innecesariamente, ya que no se plantean que tu vida sexual sigue activa y la suya no.  Tres: si a los pocos meses del gran enlace te llega la noticia de que la novia se encuentra en estado de buena esperanza, pase lo que pase, no intentes hacer cuentas ni preguntes, el bebé es sietemesino, y punto.
¡Feliz temporada de bodas!

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