viernes, 10 de junio de 2016

Política y no putilla

Hoy toca hablar un poquito de política, aprovechando la resaca que aun tenemos del primer debate que coincidía con el arranque de campaña electoral (otra vez). Me sorprendió y me llamó bastante la atención que este primer debate en el  que participaban los cuatro grupos políticos importantes de España, estuviera formado única y exclusivamente por mujeres que representaban a sus formaciones. Al principio pensé, joder, que guay, un debate de mujeres. Y es que este formato, como primera impresión era lo que pretendía, ofrecer novedad, liderazgo femenino y reconocimiento entre mujeres, que todas las féminas del país nos volviéramos locas de alegría y nos sintiésemos super orgullosísimas de Atresmedia y sus ideas ultra novedosas.
Pero claro, a mí me pilló trabajando cuando comenzó el debate 9J y a ratos iba mirando en Twitter cómo iba la cosa, y más allá de que se dieran datos, unos más subjetivos que otros como suele pasar en esto de la política, también pude cerciorarme de la verdadera esencia de la quedada televisiva, eso que tanto nos gusta a tod@s y de lo que terminamos picando por mucha integridad que queramos demostrar: el morbo. Los internautas se pensaban que esto iba a ser una discusión de mercadillo y lo comparaban a través de memes como una guerra de chicas en bikini en el barro. Tweets como “Vengo  ver que se comenta del debate de Robles, Bescansa, Arrimadas y Levy y hay gente opinando sobre su ropa”, “Qué polvazo tiene Margarita Robles” (imagino que en tono irónico), “La Bescansa habla raro y se me baja el tema” (refiriéndose a una erección), “Haced chistecitos o me voy a cascármela con el debate entre la Levy y la Arrimadas”, “Inés Arrimadas y Andrea Levy en picardías…”. En fin, mucho sexismo, ese es el morbo que en realidad se estaba buscando, más allá de que la retórica de cada una fuese mejor o peor. En las redes sociales, una de tantas mujeres avergonzadas por el cariz que adquiría este debate, lo ponía a la misma altura que un anuncio de aspiradoras de los años 60.
Y es que, si una se pone a analizar la política nacional, siempre hay ataques entre diferentes partidos, pero los dirigidos hacia las mujeres con cargo político adquiere otro porte, directamente hacia lo sexista. Veamos el caso de Ramón Almirall, de CDC, que tuiteó en el mes de abril “Una catalana del PP sona a traïció o a venda per diners, putilla”, dirigiéndose a Andrea Levy, está en catalán, pero todo el mundo entiende lo de “putilla”. Ella contestó lo siguiente: “La libertad política es un derecho. Llamarme puta es machismo. De nada”, desde luego, mucho más educada y profesional. ¿Cómo van a tomar en serio a estas mujeres de la política si son los propios hombres del gobierno quienes las desacreditan y entran en el juego del sexismo?





La de Levy es una de tantas, pero hay muchos más mensajes ofensivos que vemos o leemos diariamente. Otro caso es el de las diputadas de la CUP. Independientemente de los principios independentistas que defiendan, que una servidora no los comparte para nada, nadie tiene derecho a ir más allá y recurrir al insulto fácil. Llamándolas “feas”, “gordas”, “retrasadas”, “malfolladas”, “traidoras” o “viejas”, no se está haciendo política. E igual que denuncio el que insulten a Levy, igualmente lo hago con el concejal  del PP que mandó a fregar suelos a Ada Colau. ¿De qué va? ¿En serio pretenden ofender así?
Parece que ellos utilizan a sus mujeres políticas como escudo o gancho de insultos de forma recíproca entre partidos y ellas tienen que dedicarse después a defenderse de políticos de la oposición que se ponen a la misma altura que sus propios compañeros, solo que con un blanco de ideología distinta.
Y ahora resulta que nuestras mujeres de la política española, no solo son blanco de distracción de compañeros de congreso y de burla machista entre los internautas, sino  que son los conejillos de indias para que los líderes sepan a qué atenerse cuando tengan que verse las caras en el debate definitivo a cuatro bandas, porque eso es lo que ha sido el debate del 9J, una antesala de calentamiento y predicciones para Rajoy, Iglesias, Rivera y Sánchez: Ellos se llevarán la gloria de protagonizar el debate oficial, después de que ellas les hayan preparado el terreno detectando los puntos débiles de sus contrincantes, y probablemente haciéndolo sin tener que recurrir a las descalificaciones y faltas de respeto que ellos mismos se facilitan últimamente.

El debate entre Carolina Bescansa, Inés Arrimadas, Andrea Levy y Margarita Robles no ha tenido las buenas críticas esperadas, pero al menos han podido callar la boca a los salidos que no ven más allá y que se  esperaban la tópica guerra de barro.

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