lunes, 6 de junio de 2016

El romance ya no se lleva

He llegado a la conclusión, por mucho que me duela admitirlo, de que el romance está de capa caída. No sé si tiene los días contados o esto es como la bolsa, que sube y baja según la oferta y la demanda. Parece muy fría y carente de tacto mi comparación de lo romántico con el estado de la economía, pero se utilizan símiles aún peores, pero es lo que hay y lo que nos encontramos en esta sociedad individualizada y materialista.

Hasta no hace mucho, las cartas de amor llenas de cursiladas y florituras hacían que a una se le derritieran hasta las costillas de tanta emoción y tantas mariposas que le producían en el estómago; tiempo después, las mariposas se adaptaban a las nuevas tecnologías y seguían revoloteando cuando se recibía un SMS con sus palabras contadas para no nos cargara más de un mensaje en el saldo, en el Alcatel One Touch Easy (ese con forma de compresa), quedando demostrado que una buena declaración o palabras cálidas en lenguaje escrito nunca pasaban de moda; hoy en día, lo que sí que queda demostrado es que ellas siguen queriendo hombres que les hagan sentir mariposas, pero no en el estómago sino en el clítoris, las del estómago puede que se deban más a gases o a una mala digestión.
Y es que resulta que ahora cogerse de la mano es cursi, regalar
flores es tirar el dinero a la basura porque se secan y ninguna quiere perder el tiempo, en estos días que el tiempo pasa rápido y es tan valioso, en poner las rosas tendidas con una pinza boca abajo y con un rociado de laca Nelly, para hacer perdurar ese regalo. Los bombones no, por Dior, a menos que sean bajos en calorías, y arriesgarse a planear una primera cita típica de principiante de cine + cena está muy visto, las pelis se descargan ahora en internet y antes de reservar mesa en un buen restaurante tienes que asegurarte de que tu pareja no es vegetariana, vegana, intolerante a la lactosa, celíaca y cuatro mil impedimentos más que podrían echar a perder una reserva en el mejor restaurante de fusión y ambiente romántico de tu ciudad.
Entre la transición de los detalles cursis y románticos, al ahora “aquí te pillo, aquí te mato y si sale algo más, eso que me llevo”, hubo un periodo de actos románticos temerarios, en los que estaba de moda aparecer con un cartel de “Te quiero” mientras uno buceaba entre tiburones blancos en un acuario, saltaba en paracaídas o hacía puenting. Hoy en día nos encontramos sábanas colgadas en puentes altos donde pone “Fulanito quiere a Menganita” con la fecha de la osadía escrita o puras actuaciones de flashmob en las que el novio tiene compinchada a toda la familia y amigos para hacer un super baile en medio de la calle y pedirle después a una aplacada y patidifusa novia si se quiere casar, en estos casos, a la chica no le dejan alternativa, después de montar ese cirio  como para decir que “no”, y la gente que presencia esas cosas desde la distancia, “ay qué bonito, qué novio más detallista… Pero a mí que no me lo hagan que me da algo”.
Total, que así están las cosas. Vivimos demasiado deprisa y tan absorbid@s por nuestras obligaciones y por nuestro estilo de vida que a veces nos olvidamos de que la otra persona tal vez agradezca un poco de mimitos y homenajes, mejor diarios, sentidos y en pequeñas dosis que una vez al año, cargados de apariencia y dando la campanada. Y a todo esto hay que añadir el cada vez más arraigado complejo del ridículo… bueno, digo ridículo según en qué casos, porque hay a quien no le da vergüenza que le graben haciendo un concurso de mamadas ante todo Magaluf y sin embargo, que le dedique una canción de Eros Ramazzotti en la radio le produce un sentimiento de “tierra trágame, cuando pille al cursi de mi novio lo mato”.
Lo único que puede ser que consiga avivar las demostraciones románticas es el postureo en las redes sociales, de eso no me cabe duda. Porque  hay quienes pueden llegar a pasar tardes y tardes con su chico o chica, tomando un batido o paseando por la playa y no se les ocurre decir un qué guap@ estás, qué a gusto me siento contigo, ay mi churri, patatín patatán y toda esas cosas que se podrían decir en la intimidad para avivar la llama. Pero, ¿para qué decirlo en persona cuando tienes Facebook, Instagram, My Space o Twitter para hacerlo? Ejemplos: una foto de dos manos entrelazadas con el comentario “Tú me completas”; otra foto acompañada de cuatro mil emoticonos con corazones y un estado: “Pepita se siente enamorada con Manolito”; un collage con fotos de diferentes momentos de la relación acompañadas de algún hashtag del tipo #AlmaGemela; publicar la imagen de los regalos de aniversario con un agradecimiento,
Ejemplo de "Follow me to"
siendo lo más probable que no se haya dado las gracias en persona… Bueno, bueno, y lo último en demostraciones de amor bajo el yugo del postureo es el estilo de foto “Follow Me To”, un modo de fotografiarse las parejas cogidas de la mano, viéndose en la imagen a ella de espaldas guiándolo a él, lo pusieron de moda el fotógrafo Murad Osmann y su novia Natalia Zakharova, plasmándose de ese modo viajando por el mundo, y han causado un furor tremendo, siendo imitados por muchas parejas. En fin, si el postureo web puede salvar el romance…

¿Cortejo? Del verbo cortejar.
Así que nada, las ancianas de hoy que fueron jóvenes ayer estarán echándose las manos a la cabeza cuando ven que sus nietas no reciben un buen cortejo, si es que la palabra “cortejo” suena a super antiguo, de otra época. Y el mito del amor romántico que defienden nuestras adolescentes de hoy, como su nombre indica, es solo un mito que obnubila su percepción haciéndolas creer que “si no se pone celoso cuando me ve hablando con otro es que no me quiere”, eso sí que no es romance. Y aquí estamos, mientras se nivela o no la balanza para que esto de las demostraciones románticas no sea ni tanto ni tan calvo y se vuelva a llevar un poco de moda, evocaremos el romance ideal a través de películas de Julia Roberts.

No hay comentarios:

Publicar un comentario