Cada vez se oye más esta palabra, en
libros, cine, canciones… “You’re my toy
boy, baby…”. Mires donde mires, las revistas hablan de los toy boy como si fuese un concepto super arraigado en nuestra
cultura y que hubiésemos utilizado toda la vida. Vamos, como si comentáramos la receta de los buñuelos de viento con la vecina. Pero
tampoco hace mucho tiempo que salió esto de los toy boys, que por cierto, ¿Qué es eso de los “chicos juguete”?
Yo lo oí nombrar por primera vez cuando
una madurita Demi Moore que había pasado por chapa y pintura, después de años
de retiro, reaparecía del brazo del actor Ashton Kutcher, un romance que daba a todo el
mundo que mal pensar, por si ambos se estaban aprovechando de una relación
fingida para revalorizar sus honorarios, pero la historia, aunque terminara en
divorcio, al parecer fue real. Pero a este caso le siguió el de Madonna con
Jesus Luz (un joven brasileño al que le sacaba 28 años), Heidi Klump y Vito Schnabel
(otro de los toy boys de Demi Moore, que al parecer se lo "dejó", y
al que la modelo le sacaba 13 añitos), Jennifer Lopez y Casper Smart (bailarín
de la cantante, con la que se llevaba una diferencia de 18 primaveras )… Y así
un suma y sigue, porque esto es imparable y la verdad, a mi me parece
fenomenal si a una la llena y la hace feliz en esta corta vida.
Pero vamos a centrarnos, todo tiene un motivo y para acercarnos mejor a
comprender lo que vendría a ser el concepto toy
boy, hay que ver las similitudes entre estas chicas, las anteriormente nombradas, entradas en la cuarentena y la cincuentena, que podrían ser una muestra fiable para este estudio de campo:
Primero, todas se buscan su juguete Ken
después de haber mantenido un matrimonio estable con hombres de la misma edad o
más mayores, han sido fieles esposas, madres de unos cuantos niños, adaptándose
a esas nuevas circunstancias de familia cuando siempre habían hecho lo que les
daba la gana. Después del divorcio vuelven a verse libres y en el mismo punto
en el que lo habían dejado todo antes (solo que con unos años y unas arrugas más), es decir, con unas ganas de cacería
impresionantes después de años y años de retiro. Decir que muchas de ellas le
cogen el gustillo a esto de ligarse a yogurines y acaban convirtiéndose en
auténticas coleccionistas.
Segundo, estas mujeres coinciden con las
décadas “confusas” de los hombres. Al igual que ellos, la cuarentena y, por qué
no, la cincuentena hoy en día, son franjas de edades en las que estás en medio
de ninguna parte: ya no encajas tanto con los teintañeros pero todavía no estás
dispuesta a abandonar esa etapa y caminar por la autopista que te conducirá
directamente, tarde o temprano, al club de la 3ª edad. De ahí a comenzar a
coquetear con tratamientos estéticos, botox, colágeno… y, por qué no, adoptar a
un toy boy que te ronronee a la
madrugada y te haga sentir que todavía eres joven y lozana, capaz de atraer a
cualquier chico, tal y como les pasa a ellos, los maduritos, con las jovencitas.
Tercero, son señoras con poder, mucho
poder, cada una en su campo. En este caso estamos hablando de modelos, actrices
y cantantes, que son las más conocidas públicamente, pero pueden ser otros
casos: abogadas, empresarias, periodistas, viudas que se han llevado un buen
pellizco de su anterior marido… las que dominan el tráfico de toy boys.
Luego está el perfil de ellos, los
juguetes: veinteañeros buenorros, cachas, con afán de progreso (trepas), pero
que saben lo que hacen. Es decir, saben que la relación con su protectora es
temporal, que si quieren chupar más del bote tienen que ganarse el cariño de
los niños de ellas (si los tienen) y si tienen que dar a conocer su gran
talento debe ser mientras estén con la Demi Moore de turno, porque tarde o
temprano deben independizarse, como los hijos. Y el caso es que dentro del
mundillo de los toy boy, ellos saben
sobrevivir muy bien y si la buena fama les precede, pueden pasar de una
“protectora” a otra, como hizo el guapérrimo de Darek, que al pobre no se
entiende cuando habla castellano pero las palabras sobran, que se lo digan a la
Susana Uribarri.
Este fenómeno tan propio y habitual de los
hombres se está empezando a producir cada vez más a la inversa, ¿el por qué?
Esto se debe a una revolución femenina en todos los sentidos: su liberación
sexual, el romper con los prejuicios y tabúes que siempre nos han acompañado,
el poder económico de la cada vez más fuerte actividad laboral de nuestro
género… Las reuniones de tupper sex
ya se han quedado cortas y muchas de ellas buscan nuevas sensaciones. En
realidad, supone un cambio en el comportamiento de las mujeres que se acerca
más al de los hombres, es la caza de una pareja sexual, que, a su vez, es
coherente con la aparición de los hombres objeto.
De todos modos, esta
liberación sexual y este nuevo concepto de hombre no está bien visto y muchos
lo consideran solo una etapa. Sea como sea, esto es
una realidad y la j***da Marujita Díaz tiene la culpa de todo, desde el momento en que hizo su puesta de largo con Dinio de su mano, era la premonición de que algo gordo se avecinaba.
Ojo al dato, no se nos ocurra comparar a
un follamigo con un toy boy, son conceptos totalmente
distintos. Mientras que con el primero existe una igualdad de condiciones (en
lo referido a lo emocional no entro), en
la relación con un toy boy hay
una relación de intereses que sobrepasa lo carnal y lo físico y la mujer
digamos que es la “socia capitalista”. Esto último suena a poder.
Pero no pensemos que en esta modalidad de amante la mujer lleva la sartén por el mango en todo momento, no nos equivoquemos y sino, recordemos lo que le ocurrió a la pobre Demi Moore...
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