Seguramente a casi todas las que se encuentran en el club de los treinta o
a punto de entrar en ellos se acordarán de cuando dejamos de comprar los
álbumes y cromos de PANINI para
dejarnos la paga en revistas adolescentes que nos hacían sentir “más mayores” y
más cercanas a los ídolos del momento. El contenido, si lo leemos ahora es para
partirnos la raja: “Los diez secretos
mejor guardados de Brad Pitt”, “Trucos para enamorarlo”, “Exclusiva: Te damos
la dirección de Michael Jackson para que le escribas”…
En fin, que no
pararía de nombrar titulares que antes me incitaban para comprarme la revista y
ahora me parecen absurdos porque ningún archifamoso de Hollywood le va a contar
sus intimidades a una publicación adolescente, los diferentes trucos y consejos
con los que nos ilustraban podían llegar a suponer un suicidio social si los
poníamos en práctica y probablemente la dirección que nos facilitaban de
Michael Jackson o de cualquier otro, era directamente la de su club de fans por
lo que “exclusiva” me parece a mí que nada de nada.
Pero, ¿y lo bien que nos lo pasábamos leyendo y fantaseando? ¿Y lo que nos reímos
ahora de lo gilipollas e inocentes que éramos entonces?
Yo, sinceramente, guardo muy buenos recuerdos de todas esas páginas aunque,
siendo franca, la Super Pop me la compraba principalmente por los regalitos que
venían con la revista: el monedero de verano, el anillo que cambia de color
según tu estado de ánimo, la carpeta de los Take That… y toda la cantidad de
posters que venían en el interior y que nos servían para empapelar paredes y
libretas del colegio. La Super Pop
era una revista más light: un par de
consejos tontos, muchísimo romanticismo irreal, veneración a Leonardo Dicaprio,
Tom Cruise y, en su momento, a Kirk Cámeron… En fin, que nuestros padres
estaban
tranquilos cuando nos veían con la Super
Pop, no nos iba a enseñar nada lascivo ni indecente. Era la Maripepis de las revistas juveniles, iba
de guay pero nos seguía tratando como niñas. Si Leticia Sabater hubiese sido
una revista, sin duda sería la Super Pop.
Cuando nos cansábamos de tanta chorrada y trucos mágicos,hacíamos una
transición, cogíamos y nos comprábamos su antítesis, siempre se ha dicho: Nuevo
Vale nos enseñó lo que Super Pop
no se atrevía a contar. Pero estaba bien tener esa doble dosis de lectura, el
ángel y el demonio. Nuevo Vale pasaba
directamente de los truquitos para “molar” al compañero de clase y te enseñaba
juegos preliminares, consejos para tu primera felación y proporcionaba un
muestrario de Kama Sutra en la sección “La postura de la semana”. Claro, con
catorce y quince años ya estábamos documentadas y nuestros papis sí que se
subían por las paredes si descubrían entre los despojos de nuestro armario una
portada de Nuevo Vale con titulares
como: David Chokachi: “Perdí la
virginidad con quince años”, Vale te enseña los juegos más eróticos y picantes,
Los secretos de los tíos “superbuenos”… etc, etc. Y Nuevo Vale además puso de moda el prototipo de chico atormentado,
solitario y harto del glamour, rollo
Jonny Depp o el difunto River Phoneix.
Y no olvidemos que tanto esas dos revistas (que para mí son el prototipo de
publicación adolescente) como Bravo y otras por el estilo, tenían
una documentadísima y completa sección para las diferentes materias que nos
preocupaban a las quinceañeras: además de los famosillos del momento, estaba el
cien por cien fiable horóscopo semanal, importantísimo para seguir los dictados
de nuestras vidas, la sección de maquillaje, que nos enseñaba a ir pintadas
como puertas, o la sección moda, destacando que la siempre avanzada Nuevo Vale hacía lo que otras no:
recomendarnos conjuntos de ropa interior.
Después había otros subgéneros de revistas, mensuales en este caso, como la
You
o la Ragazza. Estas
también contaban con contenidos parecidos pero se notaba que eran más
“pijillas” por así decirlo, eran más caras y la mitad de la publicación se iba
en catálogos de moda y publicidad. Eran las Mary
Claire o las Woman adolescentes y
no todas podíamos permitirnos comprarlas.
El caso es que con la crisis, que también afectó a las revistas,
desaparecieron hace cosa de tres años, primero Super Pop y después Nuevo Vale,
siendo reconvertidas después en revistas web, algo es algo. Aunque a mí me dio
mucha pena que estas dos revistas desaparecieran, con ellas se fue gran parte
de mi adolescencia, todo sea dicho y sin intención de ponerme sentimental.
Lo que me extraña es que a Bravo no le afectara esta crisis, porque
no era ni la mitad de popular que las otras dos, en fin, cosas inexplicables.
Ahora, la generación que hemos crecido con Nuevo Vale y Super Pop,
nos documentamos de vez en cuando con In
Touch o Cuore. El alma cotillera,
por mucho que crezcamos, siempre estará ahí.
Si nosotras, adolescentes de los 90s y principios del 2000, hemos llegado hasta dónde estamos y
seguimos vivas, aunque bastante poco cuerdas y con gustos en general un poco
inestables y caóticos, agradezcámoselo a ellas, las compañeras y consejeras de
nuestros años más difíciles, ¡benditas revistas adolescentes!
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