jueves, 1 de enero de 2015

¿Y si hubiesen sido tres Reinas Magas?

Ya estamos en el 2015, después de mantenerme semanas ausente del blog, entre comidas y cenas familiares, fiestas y demás actos navideños (a demás de no  tener ni idea de que co*o escribir), he descansado, he desconectado y esta tarde, acordándome de que en pocos días tendremos la visita de nuestros majestades, los Reyes Magos de Oriente, he estado rumiándole a una idea absurda de esas que pasan por mi cabeza cuando estoy de resaca: el cambio de sexo de los tres magos, ¿qué hubiese pasado si en lugar de ser Melchor, Gaspar y Baltasar  hubiesen sido Teodora, Vicenta y Antonia? Desde luego, el chiste ese tan malo de “Melchor, Gapar, va a saltar y se cayó” (malísimo) no lo hubieran inventado, para consuelo de la humanidad.
Pero venga sí, me gusta la idea, echémosle imaginación y  apliquémosle los típicos tópicos femeninos a estas “tres Reinas Magas”:
Seguramente, mientras se dedicaban a observar las estrellas y leer el tarot, fueran avisadas del tremendo acontecimiento del nacimiento del rey de los judíos, así que, no creo que se hubiesen puesto en marcha en seguida para buscar al niño, primero hay que preparar la maleta con todas las cosas imprescindibles para el viaje: ropa, bragas, cremas, maquillaje… Cada una, por supuesto, tendría su propio camello para salir tras la estrella fugaz, pero pongo la mano en el fuego de que también habrían tenido un cuarto camello para cargar con toda esa cantidad de maletas y neceseres de viaje.
Así serían las tres Reinas Magas de Oriente:
Teodora, Vicenta y Antonia.
A pesar de tener la pista de la estrella, yo creo que habrían pasado de ella para no liarse tanto con las direcciones y, por supuesto, habrían llegado mucho antes del 5 DE Enero a su destino. Las mujeres tenemos la fama, que además se utiliza para mofarse de nosotras, de tener esa costumbre  de preguntar cada diez minutos si no sabemos exactamente la dirección hacia donde debemos ir, pero ahí está, siempre llegamos al sitio a tiempo. Habría que ver cuántos de estos hombres, que tanto se burlan de las mujeres preguntonas, se han perdido o directamente no han llegado a algún lugar que quisieran ir, habiéndoselo callado para que nadie se entere y así no se vea dañada la reputación de gran capacidad de supuesta orientación que se han adjudicado ellos.
Una vez hubiesen llegado a Belén, las tres Reinas Magas habrían puesto el grito en el cielo al ver el estado del corral y hogar provisional de la familia de Nazaret: animales por todas partes y tirando su pestilente aliento al bebé, el niño Jesús durmiendo en un pesebre, un tipo con alas colgando del tejado… Para empezar, la mula y el buey se habrían ido fuera, ¡a calentar la calle!, con lo antihigiénico que es tener animales de granja por casa. A San José lo hubiesen pillado por banda y lo habrían mandado a construir una cuna decente para su hijo recién nacido, porque mira que dormir en el cajón donde se le echa la comida a los cerdos teniendo un padre carpintero. Y al gracioso del tejado (el de las alitas), lo habrían puesto a limpiar todo de arriba abajo, ¡por estar incordiando!
Además, Teodora, Vicenta y Antonia no hubiesen regalado oro, incienso y mirra, ¿para qué quieren los padres primerizos toda esa mierda? Bueno,  el oro sí, pero pensando en el sentido práctico que solemos tener las mujeres, seguro que ellas habrían buscado regalos mucho más prácticos, como paquetes de pañales, leche en polvo o ya puestos, un Bogaboo para llevar al niño de paseo.
Y las tres Reinas Magas seguro que no habrían estado toda la noche adorando al niño, sino peleándose entre ellas para cogerlo en brazos mientras le ponen caras raras y morritos y le dicen todas esas absurdeces que no tienen ningún sentido cuando las oyes, pero que en teoría es el idioma con el que dirigirse a los bebés. Probablemente, si alguna de ellas es madre, hubiesen sacado a relucir todos sus conocimientos sobre maternidad para aconsejar a la inexperta María, compitiendo para ver quién de las tres sabe más sobre niños.
Tal vez la visita de las tres Reinas Magas al portal de Belén no hubiese sido la más protocolaria, ni la más correcta, ni la más seria, pero seguro que habría sido mucho más cercana, cálida y útil que la de los tres astrólogos de Oriente. Eso sí, seguro que tras salir por la puerta de la casa-corral de José y María, habrían hecho una evaluación / sesión de cotilleo de tooodo: hay que ver cómo tenían la casa, María no nos ha ofrecido ni un café, el niño no se parece nada a su padre, a saber si es de él… Lo típico.
Pero como esto solo es un juego de mi imaginación, aquí termina esta locura.

Feliz año nuevo y espero que tod@s paséis una bonita noche de Reyes… ¡y de Reinas!

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