Ya
estamos en el 2015, después de mantenerme semanas ausente del blog, entre comidas y cenas familiares,
fiestas y demás actos navideños (a demás de no
tener ni idea de que co*o escribir), he descansado, he desconectado y
esta tarde, acordándome de que en pocos días tendremos la visita de nuestros majestades,
los Reyes Magos de Oriente, he estado rumiándole a una idea absurda de esas que
pasan por mi cabeza cuando estoy de resaca: el cambio de sexo de los tres
magos, ¿qué hubiese pasado si en lugar de ser Melchor, Gaspar y Baltasar hubiesen sido Teodora, Vicenta y Antonia?
Desde luego, el chiste ese tan malo de “Melchor,
Gapar, va a saltar y se cayó” (malísimo) no lo hubieran inventado, para
consuelo de la humanidad.
Pero
venga sí, me gusta la idea, echémosle imaginación y apliquémosle los típicos tópicos femeninos a
estas “tres Reinas Magas”:
Seguramente,
mientras se dedicaban a observar las estrellas y leer el tarot, fueran avisadas
del tremendo acontecimiento del nacimiento del rey de los judíos, así que, no
creo que se hubiesen puesto en marcha en seguida para buscar al niño, primero
hay que preparar la maleta con todas las cosas imprescindibles para el viaje:
ropa, bragas, cremas, maquillaje… Cada una, por supuesto, tendría su propio
camello para salir tras la estrella fugaz, pero pongo la mano en el fuego de
que también habrían tenido un cuarto camello para cargar con toda esa cantidad
de maletas y neceseres de viaje.
Así serían las tres Reinas Magas de Oriente: Teodora, Vicenta y Antonia. |
A
pesar de tener la pista de la estrella, yo creo que habrían pasado de ella para
no liarse tanto con las direcciones y, por supuesto, habrían llegado mucho
antes del 5 DE Enero a su destino. Las mujeres tenemos la fama, que además se
utiliza para mofarse de nosotras, de tener esa costumbre de preguntar cada diez minutos si no sabemos
exactamente la dirección hacia donde debemos ir, pero ahí está, siempre llegamos
al sitio a tiempo. Habría que ver cuántos de estos hombres, que tanto se burlan
de las mujeres preguntonas, se han perdido o directamente no han llegado a algún
lugar que quisieran ir, habiéndoselo callado para que nadie se entere y así no
se vea dañada la reputación de gran capacidad de supuesta orientación que se
han adjudicado ellos.
Una
vez hubiesen llegado a Belén, las tres Reinas Magas habrían puesto el grito en
el cielo al ver el estado del corral y hogar provisional de la familia de
Nazaret: animales por todas partes y tirando su pestilente aliento al bebé, el
niño Jesús durmiendo en un pesebre, un tipo con alas colgando del tejado… Para
empezar, la mula y el buey se habrían ido fuera, ¡a calentar la calle!, con lo
antihigiénico que es tener animales de granja por casa. A San José lo hubiesen
pillado por banda y lo habrían mandado a construir una cuna decente para su
hijo recién nacido, porque mira que dormir en el cajón donde se le echa la
comida a los cerdos teniendo un padre carpintero. Y al gracioso del tejado (el
de las alitas), lo habrían puesto a limpiar todo de arriba abajo, ¡por estar
incordiando!
Además,
Teodora, Vicenta y Antonia no hubiesen regalado oro, incienso y mirra, ¿para
qué quieren los padres primerizos toda esa mierda? Bueno, el oro sí, pero pensando en el sentido
práctico que solemos tener las mujeres, seguro que ellas habrían buscado
regalos mucho más prácticos, como paquetes de pañales, leche en polvo o ya
puestos, un Bogaboo para llevar al
niño de paseo.
Y
las tres Reinas Magas seguro que no habrían estado toda la noche adorando al
niño, sino peleándose entre ellas para cogerlo en brazos mientras le ponen caras
raras y morritos y le dicen todas esas absurdeces que no tienen ningún sentido cuando
las oyes, pero que en teoría es el idioma con el que dirigirse a los bebés. Probablemente,
si alguna de ellas es madre, hubiesen sacado a relucir todos sus conocimientos
sobre maternidad para aconsejar a la inexperta María, compitiendo para ver
quién de las tres sabe más sobre niños.
Tal
vez la visita de las tres Reinas Magas al portal de Belén no hubiese sido la
más protocolaria, ni la más correcta, ni la más seria, pero seguro que habría
sido mucho más cercana, cálida y útil que la de los tres astrólogos de Oriente.
Eso sí, seguro que tras salir por la puerta de la casa-corral de José y María,
habrían hecho una evaluación / sesión de cotilleo de tooodo: hay que ver cómo
tenían la casa, María no nos ha ofrecido ni un café, el niño no se parece nada
a su padre, a saber si es de él… Lo típico.
Pero
como esto solo es un juego de mi imaginación, aquí termina esta locura.
Feliz
año nuevo y espero que tod@s paséis una bonita noche de Reyes… ¡y de Reinas!
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