Creo que ya se nos ha pasado un
poco el empacho de estos días de regalos, Reyes Magos, luces de Navidad, compras
contrarreloj en centros comerciales, dulces y polvorones y atracones de pavo y
podemos evaluar con mayor precisión todo lo que ocurre a nuestro alrededor. El
tiempo se paró en Navidad, todos hemos estado viviendo estos días para la
familia y los amigos y después de todo este ajetreo de duendes y espumillón
parece que hemos hecho un lavado de memoria y comienza el momento de llenar
nuestra mente de propósitos banales, como los que relataba a principios del año
pasado en ese primer post de 2014. Y de repente llegan esos momentos de pánico
en París que se trasladan al resto de los occidentales, con la noticia de los dos
terroristas que asaltaron y acribillaron a trabajadores del semanario satírico
Charlie Hebdo y todo lo sucedido posteriormente… la memoria que estaba en stand by parece que recupera la
cordura e inevitablemente nos hace entender que eso de “año nuevo, vida nueva”
no tiene nada de cierto, porque nada cambia, los problemas no desaparecen con
un cambio de año, con un cambio del último número de una cifra. 2014, como
muchos fantasmas de cuento, ha dejado varios asuntos pendientes con los que
seguimos conviviendo. Por eso vale la pena echar una mirada atrás para ver lo
que dejamos en el pasado, porque también es lo que nos sigue acompañando en el
presente.
¿Alguien se acuerda de aquella
masiva campaña de “Bring back our girls” capitaneada por la mismísima Michelle Obama?
¿Dónde están nuestras chicas? Lamentablemente siguen raptadas por Boko Haram,
si no ha ocurrido algo peor, aunque ¿hay algo peor que vivir secuestrada y
probablemente violada y vejada indefinidamente? Después de tantos movimientos sociales en apoyo
a estas víctimas parece que la noticia ya ha dejado de interesar, pero ellas
siguen sin aparecer…
La violencia machista, al menos
en nuestro país, sigue cobrándose víctimas cada año y 2014 se ha despedido con
51 mujeres asesinadas por sus parejas, menos que en el 2013 pero menos es 0.
Alardeamos de ser un país supermoderno, pero la desigualdad en cuanto a
condiciones laborales es más que considerable, ¡a las trabajadoras les da miedo
hasta quedarse embarazadas por si pierden su trabajo!
Europa sigue viviendo en un
completo patriarcado y el ejemplo más reciente de ello ha sido el nacimiento de
los hijos de Alberto y Charlene de Mónaco: los gemelitos Jaime y Gabriela solo
se llevan 2 minutos de diferencia (ella nació primero), pero el niño ya ha sido
nombrado príncipe heredero, porque así lo dicta la ley.
Pero salgamos de nuestras
fronteras y de nuestros países vecinos, porque aquí hay mucha tela que cortar y
esto no se soluciona ni en un año ni en diez. Las violaciones en Egipto, en
público y en grupo, como si fuera lo más normal del mundo, ¿qué castigo reciben
estos hombres?; los llamados crímenes de honor en Pakistán y otros países en
los que la familia se toma la justicia por su mano para asesinar a hijas,
hermanas, esposas… por motivos como el rechazo a un matrimonio de conveniencia,
haber sido víctima de una agresión sexual, buscar el divorcio, cometer adulterio
o ser homosexual; la mutilación genital femenina, una práctica tan retrógrada
como peligrosa, por razones culturales o religiosas, nada que ver con motivos
médicos, porque esta intervención provoca infecciones, esterilidad,
complicaciones en futuros partos e incluso la muerte, hay más de 140 millones
de mujeres y niñas en el mundo que sufren sus consecuencias.
No olvidemos el trato cruel que
reciben las niñas en China, no olvidemos aquel vídeo en el que una niña de unos
3 años era atropellada en plena calle y nadie hacía nada por socorrerla, allí
parece que tener una hija es caer en la desgracia, muchas incluso son
asesinadas al no haber nacido varón.
El problema de la trata de
blancas, la forma en la que muchos delincuentes engañan a chicas, las arrancan
de sus familias, pintándoles un futuro prometedor en otro país, para después
convertirlas en esclavas sexuales, cuerpos con los que conseguir dinero fácil.
Hay tanta injusticia que hemos
dejado en el 2014 pero que, sin pretensión de ser una aguafiestas, nos seguirá
acompañando en el 2015. Así que miremos hacia adelante, pero sin dejar de echar
un vistazo atrás, sin olvidar todas situaciones pendientes que están por
cambiar.
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