lunes, 13 de octubre de 2014

Tras la estela de las groupies

El fenómeno fan es algo que existe desde que comenzamos a poner en un altar a estrellas del mundo del espectáculo. No sé porqué, supongo que por tener un contacto más directo con el público, los cantantes y grupos de música de cada momento se han llevado la palma en esto de verse rodeados día y noche por un ejército de seguidores, los conciertos en directo crean más vínculo que las pantallas de las salas de cine.
 
Escena de la película Casi Famosos
Si analizamos la pasión hacia los cantantes de moda de ahora, las que se consideran acompañantes o seguidoras entregadas e incondicionales de Justin Beaber, Harry Stiles o cualquiera de estos chavales a los que ahora se les considera estrellas de la música, se sienten orgullosísimas por pasar tres noches a la intemperie durmiendo en una cola de un concierto, frente a cualquier estadio deportivo y siendo abastecidas de alimento por sus pobres madres que también las acompañan, solo para ser las privilegiadas de disfrutar de un concierto en “primera fila” (lo pongo entre comillas porque delante de ellas está el personal de seguridad y las vallas y cordones de separación entre las fans y su ídolo). Ellas creen que han alcanzado  el pódium de sus vidas cuando, después de pelear con una masa de gente, consiguen captar la atención de su cantante favorito, algo no muy complicado cuando se pintan por toda la cara corazones y las letras de “I love you”, pareciendo más bien un payaso maquillado bajo los efectos del alcohol, y sosteniendo carteles multicolores, prodigando gilipolleces varias como un “Cásate conmigo”, en inglés, creyendo que así conseguirán impresionarlo. Sin embargo, como mucho, solamente logran un rayajo mal hecho por el artista, un autógrafo que, porque se ha visto hacerlo, que si no podría pasar por un garabato de un niño de dos años.
Fans locas y ridículas

Toda esta debacle en lo que se refiere a las locuras que hacen las fans por sus ídolos ya viene ocurriendo desde la época de los BackStreet Boys y los Take That, olvidándose poco a poco a las verdaderas fans incondicionales, esas que ya estaban antes incluso de que el artista se convierta en ídolo de masas, las que verdaderamente estaban detrás de los artistas, siguiéndolos a cada paso, cuidándolos como si fueran sus madres y amándolos y entreteniéndolos como si fueran sus mujeres. Hablo de las groupies, las grandes olvidadas.

Una groupie, según la definición de Wikipedia y en el sentido estricto de la palabra, “es una persona que busca intimidad emocional y sexual con un músico famoso u otra celebridad. Sin embargo una groupie no es necesariamente una 'Stars Fucker', ya que éstas pueden llegar a pasar de ser unas simples admiradoras a amigas del cantante o grupo o incluso pareja estable. Las mujeres groupies tienen una larga reputación de estar siempre disponibles para celebridades y estrellas de rock. El cantante Robert Plant de Led Zeppelin es citado por distinguir entre fans que quieren sexo ocasional, y "groupies" que viajan con músicos durante varios períodos de tiempo, actuando como una novia sustituta o madre, a menudo cuidando los valores de los músicos, drogas, ropa, y vida social.[] Mujeres adoptando su papel a veces son referidas como esposas de ruta”. Las bandas de rock no serían lo mismo sin ellas, pues de alguna u otra forma terminan siendo las musas que inspiran a los músicos.
Pamela Des Barres

La página web Biut cuenta que las groupies, daban todo por sus ídolos, se hicieron populares desde finales de los años 60′s, que empezaron adoptando un papel de fanáticas dementes, más o menos lo que vienen haciendo las fans de ahora, la vuelta a las raíces, solo que en esa época sobrepasaban el límite con esos comportamientos. Este tipo de chicas se remonta a los años de gloria de Los Beatles, cuando las fanáticas esperaban a los músicos afuera de los teatros con pancartas y gritos eufóricos. Pero este género se masificó y las fans se volvieron más osadas en los 70′s con la “Revolución de las Flores”, donde la posibilidad de amar sin control, vivir el momento y disfrutar del sexo con un ídolo estaba permitido. En esos tiempos todo se podía: los integrantes de las bandas se mezclaban con las fans después de los conciertos en algún bar o tras el escenario, de hecho era muy común que algunas los acompañaran en las giras. En muchas ocasiones ocurría que estas “compañeras” terminaban convirtiéndose en parejas de ellos e incluso se hacían más conocidas que los músicos. La cinta Casi Famosos, protagonizada por Kate Hudson, es un buen documental sobre la vida de las groupies , narra esos momentos acompañando a una banda de rock en su gira, sus relaciones con los músicos y todo lo que rodea a este tema.                                                                                                    

Connie Hazmy
Bebe Buell

Como forma de recordar el ímpetu y fidelidad de las verdaderas fanáticas, la revista Rolling Stone hizo un listado de las cazadoras de rockeros más insignes del último tiempo. Son muchas, pero nombraré a las más conocidas y sus ilustres “trofeos”: Cynthia Plaster Caster, que se acostó con Jimmy Hendrix, Wayne Kramer, Karen O, Jello Biafra y Frank Zappa; Pamela Des Barres, que se “estrenó” en el rock a los 16 años, con Jimmy Hendrix y se hizo con la conquista de Jim Morrison, Zappa, Mick Jagger y Keith Moon; Bebe Buell (la madre de Liv Tyler), se acostó con Mick Jagger, David Bowie, Iggy Pop, Rod Stewart, Elvis Costello, Steven Tyler y terminó casándose con  Jim Wellerstein, del grupo neoyorquino Das Damen; Connie Hamzy perdió la virginidad rockera a los 15 años, con el batería de Frijid Pink y se acostó también con Neil Diamond, Rick Springfield, Huey Lewis, Van Halen y Fleetwood Mac; Sable Starr, con solo 13 años, se estrenó como groupie con Iggy Pop y le siguieron Mick Jagger, Robert Plant, Rod Stewart, Alice Cooper y Marc Bolan; y ya termino con Courteney Love, que comenzó sus andanzas a los 12 años con Ted Nugent y se acostó con Billy Corgan, Kurt Cobain, Evan Dando, Trent Reznor y L. Gallagher, ella fue la “Yoko Ono del grunge”, es la eterna viuda de Kurt Cobain, pero sigue posando, cantando, actuando y cazando rockeros.

Sable Starr
Courtney Love
Ahora me centro en una de ellas, Pamela Des Barres, que escribió dos libros detallando sus experiencias como groupie: I'm With The Band y Take Another Grows Up. Esta faceta como “novia de ruta” le ha salido bastante rentable. Su libro más reciente, Let's Spend the Night Together, es una colección de entrevistas variadas con las groupies clásicas. Ella fue una de las primeras groupies de la historia: consiguió moverse como pez en el agua en el mundillo musical. En una de sus últimas entrevistas, defiende que a la gente todavía le fascina esa época en la que ella, como otras compañeras, compartió cama y algo más con músicos del momento, también arremete contra la gente que cree que ser groupie es ser una puta que está una hora de rodillas en un autobús, “Las groupies de ahora son solo niñas que quieren estar cerca de la música. Nosotras queríamos estar cerca de los Who, de los Kinks, de los Doors, de los Birds, de Love, de Buffalo Springfield y de Led Zeppelin. Queríamos ser parte de ese increíble mundo que era la música y que iluminaba a todo el planeta. Todo tenía que ver con el amor. “¿Por qué quieres conocer a esos chicos?”, nos decían. “¿Por qué no? ¿Por qué no querer formar parte de algo tan increíble?”, cuenta Pamela. Ella confiesa que la debacle de la generación de las auténticas goupies a la que ella pertenecía, comenzó en la época del asesinato de Lennon, la preocupación por contraer el sida y al mismo tiempo, que los rockeros comenzaran a relacionarse con modelos y actrices influyó mucho en la desaparición del auténtico espíritu groupie.



 Ahora, lo que queda de todas ellas, su legado, son un puñado de fans locas e histriónicas que cambian de ídolo según su momento de popularidad. No se puede tomar en serio a una chiquilla que un día grita y llora a lágrima viva por su cantante favorito, que le acaba de firmar un disco, y al día siguiente se desvive por otro músico que está más en auge, y menos todavía cuando se sabe hasta dónde ha sido capaz de llegar una verdadera groupie incondicional por su objeto de admiración.
Fans dementes



Esto es lo que queda tras la estela que dejaron aquellas compañeras de los músicos de los años 70. Esta forma de actuar seguramente se califique de puta con todas las de la ley: intercambio de sexo por el contacto con el ídolo. Pero no sé si es por la década de los 70, por el ambiente liberal que empezaba a desatarse o por el concepto que se tenía de los músicos de aquel momento, pero la generación de groupies a la que pertenece Pamela Des Barres no se les asocia a la prostitución, sino más bien a la veneración, la lealtad incondicional y a un elemento de esa revolución liberal que empezaba y de la que ellas, indudablemente, formaron parte y tuvieron mucho que ver.

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