lunes, 20 de octubre de 2014

Pero que mala es la gente

Últimamente me estoy volviendo un poco reivindicativa, lo noto por los posts recientes que he ido colgando. ¡Pero es que no me dejan otra, cuando no son pitos, son flautas! El último arrebato mecanográfico que he tenido es a causa de las críticas hacia la presentadora Tania Llasera por los kilitos que ha cogido últimamente, teniendo en cuenta que se ha dejado de fumar. Y puede que, a pesar de que todo el mundo esté acostumbrado a verla en la TV hecha un figurín, no haya cogido kilos, sino que los haya recuperado, ella misma afirma que siempre ha estado “hermosa” pero que, por exigencias de la tele tuvo que perder peso. Sea como sea, por su cambio de volumen ha sufrido ataques a través de ese arma de doble filo que son a veces las redes sociales, le han llegado a decir “foca y obesa muérete”. 

¿Pero nos hemos vuelto locos o qué? Ella por supuesto que ya ha respondido y se ha defendido de esas críticas (defenderse por haber cogido unos kilos, no te creo), así lo ha querido y ahora quiere que se zanje todo este tema que se ha creado en torno a su imagen, porque ella se siente muy a gusto tal y como está. Pero el hecho de que haya ocurrido esto, hoy en día, en una sociedad tan tolerante con el físico como dice ser, me parece bochornoso y me sugiere que todos deberíamos hacer una reflexión, sobre lo crueles y torturadores que podemos llegar a ser, mediáticamente hablando.
A raíz de todo el tema de Tania Llasera me da que pensar el daño que se hace cada día en ciertos programas de entretenimiento o en las revistas,  generalmente dirigidas al público femenino, en los que se le machaca a personajes mediáticos por problemas físicos. Yo en un principio pensaba que, no tiene porqué ser negativo eso de ver los defectillos de las actrices y cantantes que aparentemente son perfectas, así podemos ver la realidad y las chicas normales no nos sentimos acomplejadas. Pues no, qué gran equivocación la mía: el cómo nos sintamos cada una con nuestro cuerpo tiene que ser una perspectiva nuestra, no un juicio basado en el enfoque de las revistas rosas, que al fin y al cabo son las mismas esclavas de la publicidad en productos de belleza.



Tampoco hay que mirar con lupa las imperfecciones de las famosas. Vale que son muy conocidas y están expuestas a todo, que se puede comentar el vestuario que llevan en un evento o una cirugía que se hayan hecho con mejor o peor resultado. Pero que se muestre hiperampliado el muslo celulítico de Britney Spears creo que ya es pasarse, la chica es cantante, cuando tiene que actuar se arreglará y disimulará sus defectos como todo el mundo, pero una vez puestas las chanclas y el moñete para hacer su vida normal, démosle un respiro.
Y si no Sarah Jessica Parker, venga sacar fotos de las arrugas, las manos huesudas o las venas del cuello, signos indiscutibles de la edad. ¿Y qué quieren? ¡Pero si es normal! Esta mujer tiene casi 50 años y está fenomenal para llegar casi al medio siglo, ya les gustaría a muchas jovencitas (incluida yo…) lucir con ese estilazo la ropa que lleva ella, que todavía sigue siendo un icono de la moda. Pero lo mismo pasa con Chenoa porque tiene pandero, Hiba Habouk por su piel de naranja… no se nos salva ni la reina Letizia, con los rumores de anorexia rondándole, de los dardos envenenados de la prensa. La cuestión es que los “críticos” de la farándula nunca están conformes y a ellas solo les toca aguantar y mirar a otro lado.
Si me dijeran que estas mujeres viven de vender su vida en un reality, como la Kardashian por ejemplo, en el que expone todas sus intimidades cotidianas, ahí sí que podría ser justificable, en cierto modo, comentar cómo se les ve sin maquillaje y  sin el forraje de una faja reductora escondida bajo un modelo de alta costura, Kim Kardashian ha vendido las 24 horas de los días de su vida en capítulos y se ha lucrado por ello y los continuos comentarios externos sobre esa vida, su aspecto, sus manías… son el precio que tiene que pagar. Pero esos son casos aislados. Lo que denuncio y me parece feo, son los juicios valorativos que se suelen hacer del físico natural de mujeres con una profesión pública, entendiéndose que, una vez desposeídas de los “amuletos” de la belleza y la perfección exigidos por sus trabajos, deberían estar “fuera de juego” del machaque mediático.
 Si al final todo se resume en envidia, a veces sana, porque nadie puede evitar sentir esa pelusilla por la gente que lleva una vida diferente y que, por lo tanto, tiene bastantes privilegios. Otras veces la envidia puede ser dañina, cruel, hasta llegar a situaciones de acoso, como el que ha sufrido Tania Llasera en Twitter, por parte de personas que ni si quiera la conocen como para permitirse el lujo de humillarla verbalmente, basándose únicamente en su apariencia física.

Así que tanto para las mujeres públicas como para las anónimas, que hagan con su cuerpo lo que les dé la gana, total nos tienen que criticar hagamos lo que hagamos, comamos lo que comamos y tengamos la edad que tengamos. Siempre habrá alguien lo suficientemente aburrido y envidioso para hacerlo... ¡Ánimo Tania Llasera!

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo contigo Elena. Hoy precisamente estaba escribiendo un post acerca del poder que tienen las palabras.
    Está claro que las celebrities están expuestas por su trabajo, que tampoco entiendo porqué se les endiosa ni se les humilla por ser personajes públicos, pero al margen, parece que todo el mundo tiene derecho a opinar cuando muchos de ellos no dan pie, simplemente hacen su trabajo.
    En fin, que el ser humano es cruel y se recrea en ello.

    Un abrazo!

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