sábado, 12 de octubre de 2013

Un ejemplo de ganas de vivir

A todos nos impacta levantarnos con la noticia de la muerte de algún personaje público que haya destacado por sus méritos excepcionales. En ésta ocasión, el deporte de Fórmula 1 se ha quedado viudo de una de sus más sobresalientes “pilotas”, que así era como ella quería hacerse llamar en su profesión. Me refiero a María de Villota.
Hija y hermana de pilotos, consiguió algo muy difícil y casi imposible por una mujer en un mundo de hombres: no llegó a ser piloto de F1, pero se convirtió en la primera española en ser piloto de pruebas de la escudería de F1 Marussia. Pero su meteórica carrera se vio truncada en julio de 2012, cuando sufrió un accidente mientras se entrenaba con el equipo Marussia, en el aeródromo británico de Duxford. Se estrelló con el bólido MR-01 contra un camión, su casco quedó destrozado y sufrió una tremenda conmoción cerebral. Sufrió fracturas craneales, faciales y orbitales, y perdió el ojo derecho. Pasó cinco días en coma después, en los que los médicos temieron por su vida. Pero sus ganas de vivir eran muy fuertes y María se recuperó. Lucía en su rostro un parche que simbolizaba la lucha por su recuperación. Aunque su accidente le había dejado secuelas que le provocaban fuertes dolores de cabeza por el ruido y la luz intensa y la pérdida de su ojo le había reducido notablemente su capacidad de visión, ella continuó pilotando de otra manera: trasmitiendo a otras personas su afán de superación contando su propia experiencia.
Precisamente ayer, 10 de Octubre, se encontraba hospedada en un hotel de Sevilla para dar una conferencia sobre su superación personal y presentar su libro autobiográfico, La vida es un regalo, en el que contaba su historia particular, su carrera, su fatídico accidente y recuperación y su optimismo ante las adversidades. Pero ese mismo día fue hallada muerta por la mañana, por causas naturales, debido al grave accidente que había sufrido un año antes. María recibirá a título póstumo la medalla de oro de la Real Orden de Mérito Deportivo y el libro que no tuvo tiempo de presentar será su mayor legado. Y como han dicho sus padres en el comunicado público que han hecho: “María se nos ha ido. Tenía que ir al cielo como todos los ángeles”.

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