miércoles, 25 de septiembre de 2013

Universitarias y prostitución

Coincidiendo con el final de los periodos de matriculación de muchas universidades, muchos reportajes de investigación de diferentes cadenas de TV han indagado en la asombrosa demanda en el negocio de las prostitutas con el incentivo de “estudiante” o “universitaria”, ya que al parecer, ese tipo de gancho atrae todavía más a los hombres. Ellas son jóvenes estudiantes (o a veces solo lo aparentan para venderse mejor) que ofrecen servicios para mantener un elevado tren de vida. Ellas han elegido libremente llevar una doble vida, aunque esa decisión puede marcarles para siempre.
Muchas de estas chicas se han confesado abiertamente a algunos reporteros de investigación, defendiendo que esta doble vida no les influye, y lo que no les interesa recordar, simplemente lo olvidan. También son conscientes de que partir de los 30 años bajan de categoría y que, o lo dejan o acaban en las calles, encontrándose por lo tanto, ante un futuro incierto. Pero a día de hoy reciben una media de 40 llamadas telefónicas al día, de lunes a viernes. De ellas, normalmente dos acaban en citas sexuales. Son encuentros de media hora que rondan los 70 euros. Ellas dicen que saben lo que hacen, les gusta y, además, les permite llevar una vida independiente.
"Universitaria. Tengo 18 añitos y recibo en mi piso privado de Diego de León (Madrid)... Ven a conocerme y seguro que repites", reclama una anónima en una página de anuncios. Más que para pagarse los estudios es para vivir bien. Según explica una de ellas: "Con el plan Bolonia o estudias o trabajas. Las clases son presenciales y si me meto en un supermercado o en una tienda de ropa, tendría que faltar. Además, trabajaría ocho horas por 900 euros al mes. Con el sexo gano 1.200 en menos de dos semanas y así soy mi propia jefa. No me compensa otra cosa. Me saco en medio mes lo que me cuesta un año de carrera". Sin embargo, si analizamos la otra cara de ésta situación, los especialistas en psicología y las mujeres que han pasado por este mundo muestran aquello de lo que no hablan estas profesionales del sexo: "Es la cultura del mínimo esfuerzo”. Nos encontramos ante un estilo de vida adictivo. Según describen los especialistas, el perfil de joven que contempla este oficio como fuente de ingresos es el de chicas que quieren encontrar sensaciones distintas y nuevas, les gusta el riesgo, el lujo y destacar por encima de las de su edad. Lo complicado es salir de ese mundo y bajarse de ese tren de vida. El beneficio mensual que pueden llegar a obtener por el sexo de pago ronda los 3.500 euros, pero el modo de vivir ese día a día requiere muchos gastos: peluquería, uñas, lencería, ropa, coche. Se gana mucho, pero hay que mantenerse. Para muchas de estas prostitutas, lo peor de su trabajo es la mentira: "Cuando salgo con mis amigas el fin de semana soy otra. No puedo contárselo a nadie. Tampoco justificar nada, ni siquiera meter el dinero en el banco".
De cara al futuro, entre los problemas psicológicos más frecuentes que pueden llegar a padecer éstas jóvenes, se encuentran sentimientos de culpa y vergüenza, baja autoestima, depresión, trastornos de ansiedad, evasión a través de drogas o alcohol...sumándole el agravante por llevar una doble vida. Depende de cada caso, de la naturaleza de la joven, de su historia personal y de las circunstancias en que haya ejercido. Pero después de tanto beneficio económico, al final, terminan pagando un precio emocional.

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