Creo que me va a dar un siroco: aquí estoy yo, recién llegada del trabajo, con mi plato de lasaña descongelada, siendo lo más sigilosa posible para escribir este post, ya que mi hijo de casi diez meses me ha dado una tregua y duerme en la habitación de en frente, intentando aprovechar para actualizar un blog que no toco desde principios de marzo. Me sentía fatal por no dedicar tiempo a algo que, aunque no me reporta ningún beneficio material me hace sentir bien y siento tan mío... Qué le vamos a hacer, otr@s tienen el yoga. Pero es que tampoco quería caer en el error de convertir este blog en una consulta/vertedero única y exclusivamente de problemas cotidianos sobre maternidad, cuando una se da cuenta de que está a punto de caer en el histrionismo maternoinfantil, lo mejor es darse un tiempo e intentar enriquecerse de otros temas. Y mira que he tenido temas a huevo.
Las elecciones generales y el una vez más poco acertado tweet de la Dolera en plan sufragista del siglo XIX, el inminente final de Juego de Tronos y las inevitables repercusiones que tendrá en miles de parejas del mundo, las extravagancias de la Gala Met, ¡por Dioor! Cuantas cosas han pasado ante mis narices y qué poco caso les hago, mejor dicho, qué falta de esa combinación de motivación y tiempo para destripar cada uno de esos temas y darles ese toque PepiLuciBom que a mí tanto me gusta.

En realidad estoy exagerando: el hecho de estar muy ocupada no es sinónimo de oscuridad, pero sí muchas veces de impotencia de querer hacer ciertas cosas y encontrar inspiración en según qué momentos y que no se pueda.
Estar muy ocupada no es malo, solo hay que saberlo gestionar. Como me dice una amiga, "no es tiempo que te quitan, sino tiempo que te regalan", de otra manera, claro está.
Creo que los chacras ya han recuperado su flujo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario