miércoles, 20 de marzo de 2019

La felicidad, ah, ah, ah, ah

Andamos tan acelerad@s que no es de extrañar que el calendario millennial haya cambiado el santoral por "días internacionales de..."; está el día de la croqueta, el día de los animales, el día del beso, el día del orgullo friky, en fin, a mí me gusta más que el san Pancracio, santa Teresa y san nosequé, más millennial, dejémoslo ahí. Pero cuando hoy escuchaba en la radio que es el Día internacional de la Felicidad, he pensado "vaya, la felicidad tiene un día". 
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El anillo pa'cuando???
Me ha venido a la mente el mismo debate que el que se nos plantea cuando llega san Valentín: ¿que no debería ser todos los días? Porque del mismo modo en que puedes amanecer en san Valentín con ganas de asesinar a tu novio, también te puedes levantar tal día como hoy con una depresión de caballo. Pero puede que mañana sea un día feliz... Aunque yo creo que generalmente el sentimiento de la felicidad pasa muy desapercibido en el día a día, ya tiene que ocurrir algo realmente rimbombante para decir "Qué feliz soy", porque sino, rara vez se para un@ a pensarlo. Bueno, sí, quizás al mirar una fotografía de un día en concreto, al escuchar el estribillo de una canción o al comer un pedazo de tarta de la yaya nos puede evocar a una felicidad pasada pero que funciona en algunos momentos de catalizador para el presente; un hijo, los mimitos del gato en el sofá, ¡escribir un libro!, una tarde divertida con las amigas, son esas pequeñas cosas, las microfelicidades del día a día que dan sentido a todo, porque seamos sincer@s, no podemos tampoco vivir de sobredosis de cuentos de hadas, no todo el mundo puede permitirse cantar alrededor de todo el mundo El anillo pa'cuando? y que el aludido, después de captar el mensaje, te monte una super pedida de mano en la playa con el ansiado pedrusco incluído. Va ser que no, bueno, Jennifer Lopez sí.
Con las microfelicidades vamos tirando, ¿no? Y qué poco las valoramos.
Lo que pasa es que suena un poco desesperado y hueco que tengamos que recurrir al "Día de la felicidad" para recordarnos, replanteranos o preguntarnos que o si somos felices, para confirmarlo o dudarlo. ¿Realmente tan ocupad@s estamos que no somos capaces de alimentar esa felicidad todos los días? Yo pienso que no, en realidad no estamos taaan ocupad@s, sin ir más lejos, pienso que lo que ocurre es que fingimos estar ocupad@s con cosas que no son tan importantes como queremos hacer ver o que directamente no sabemos distribuir bien nuestro tiempo para hacer cosas que nos hacen realmente felices (microfelicidades) o que les aporta felicidad a otras personas.
Seamos felices todos los días, y permitámonos el lujo de sentirnos tristes también cuando lo necesitemos, pero dediquémosle tiempo a todo eso, no solo un día.

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