¿Cuándo comenzó el trajín este
de la depilación? ¿A quién hay que
echarle la culpa de que, a día de hoy, miles
y miles de mujeres seamos esclavas de la cera, la cuchilla y el láser? Pues, al
igual que todos los males y manipulaciones hacia la mujer (y a los hombres) en
esta vida, esta moda también tuvo su origen en la maldita publicidad, en este
caso, todo comenzó con la revista Harper’s
Bazaar, en su publicación de mayo de 1915, donde aparecía en uno de sus
anuncios la imagen de una mujer con los brazos en alto y las axilas
completamente despejadas, con el lema “La moda para el verano y el baile moderno se
combinan para hacer necesaria la eliminación del molesto vello”,
era una época en que los vestidos eran muy largos y no había necesidad de mostrar
unas piernas depiladas, pero los tirantes ya comenzaban a imponerse en la moda
y con ello, la necesidad de mostrar un canon de belleza que relaciona
directamente la ausencia de vello con la belleza (ehh, juego de palabras) y ya
el colofón final y la confirmación de ese ideal de belleza llegó con la moda pin
up de los años 30, una moda en la que la mujer por fin era libre de mostrar
su cuerpo y vestirse como jamás se había pensado, quitándose unas cadenas, pero
colocándose inmediatamente otras que también pesan mucho, las de cómo se supone
que debemos mostrarnos ante el mundo para parecer mujeres femeninas y sexys.
Una vez más, volvemos a caer en la trampa.
Después de este
rollo introductorio pero necesario, y viajando muchos kilómetros en tiempo,
llegamos al ahora, al siglo XXI, en el que se ha producido un despertar de las
mujeres, se ha retomado el camino del feminismo que quedó algo olvidado tras
sus avances en los años 70 y la revolución sexual. Se están tocando
principalmente los temas laborales, pero al final hay muchas otras quejas que
resurgen.
El problema del mito
de la belleza ya lo tocó en su momento Naomi Wolf en 1990 con bastante éxito,
pero ahora parece haberse fortalecido su teoría de que las mujeres, conforme
vamos logrando éxitos laborales, se nos exige una perfección imposible de
nuestra imagen, volviendo a ser presas del sistema patriarcal en otro nivel.
Ahora tenemos las redes sociales que nos ayudan a conocer estas teorías que
antes ignorábamos. Las redes sociales también ponen en marcha movimientos como
el del Club de las Chicas Peludas. Ellas se definen como “Amigas del Primo Eso de la Familia
Addams y defensoras de la libre expresión del bello vello”. Aquí dejo el enlace con las
experiencias de estas mujeres que han decidido no depilarse, a modo de intentar
convencer al mundo de que los pelos están por algo y que no tienen por qué dejar
de hacernos parecer sexys o menos mujeres, cuando en realidad se trata de una “norma”
que nos impusieron hace solo 100 años, vendiéndola como el estereotipo de
belleza ideal:
La verdad es que
parezco muy valiente reivindicando y quejándome de la imposición de la
depilación, cuando en este momento llevo las piernas y las axilas completamente
depiladas. Pero es que, al igual que les ocurre a otras mujeres que también
piensan que la depilación, más que belleza es esclavitud, llevamos tanto tiempo
siendo adoctrinadas y viendo eso de depilarse como “lo normal” y “lo femenino”,
que ahora resulta muy difícil y violento salir a la calle en pantalón corto y
las piernas llenas de vello. A mí al menos me produce mucha inseguridad. Muchas
de las mujeres de este Club, hartas de ingles en carne viva, poros sangrantes y
pelos enquistados, decidieron comenzar por dejarse de depilar las axilas y
luego, poco a poco ir dejándose crecer otras zonas.
Yo me considero una
persona peluda, lo he sido desde el principio:
Las auténticas
heroínas son las que han pasado de todo y a día de hoy aguantan miradas y comentarios
para volver a normalizar algo que siempre había sido normal (hasta que Harper’s
Bazaar tuvo la genial
idea de sacar una foto de una tía con las axilas
depiladas). Y no se trata de imponer los pelos, no, porque si no seríamos como
ellos, los que controlan la imagen y la estética ideal (digo ellos, porque
claramente son hombres), se trata de ser libres para llevar nuestro vello como
queramos, sin sentirnos menos mujeres por decidir no depilarnos, ni esclavas
del patriarcado si decidimos que nos gusta más nuestras piernas sin pelos. Lo
ideal ha de ser eso, considerarnos bellas para nosotras mismas, no para los
demás.
Yo no me voy a
llevar el premio “Primo Eso”, desde luego, estoy demasiado “contaminada” ya,
pero alabo y me inclino hacia el valor de esas mujeres del Club de las Chicas
Peludas que defienden su ideal de belleza y comodidad, que no deberían estar
reñidas.
¡Olé vuestros pelos!
¡Olé NUESTROS pelos!
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