Las fiestas de los Sanfermines las tenemos ya, prácticamente, finiquitadas para suerte de algunos y pena de otros. A mí, sinceramente, es una fiesta que me da completamente igual, Pamplona me pilla muy lejos y prefiero disfrutar de las de mi barrio, aunque sean mucho menos mediáticas, que irme para allá y meterme entre ese berenjenal de cuerpos blancos y rojos y algún que otro torito que sale bastante mal parado, no me gusta ver a los pobres animales estresados.
Con esto no digo ni critico a la gente que le gusta formar parte de fiestas tan populares y masivas como esta. Dejando a un lado lo que viene a ser el tema del maltrato animal (que eso es un debate a parte), aquí cada uno puede divertirse como y donde quiera, siempre y cuando no se haga daño y se respete a las demás personas.
A propósito del respeto, el año pasado, a raíz de la violación en grupo a una chica, por esa cuadrilla de animales que hacían llamarse "la manada", por primera vez, la famosa fiesta de los pamploneses, mediática por sus tradiciones, se vió en entredicho y se habló de ellas no tanto por sus carreras y encierros entre mozos y toros, sino por el ambiente machista que se respiraba allí, generalmente durante la fiesta nocturna, aunque también por el día. Esa polémica parecía que descubría algo insólito, cuando lo más probable es que los abusos, las faltas de respeto y los insultos a la mujer deben de haberse producido año tras año sin que nadie hiciese nada; tuvo que ocurrir algo tan fuerte como una violación para que los ciudadanos y turistas se percataran de cosas que deberían ser inadmisibles.
La plaza del chupinazo, un lugar donde los festeros dan la bienvenida al 7 de julio, donde todos se reúnen como sardinas enlatadas, este año vuelve a ser escenario en el que los sinvergüenzas aprovechan para meterles mano a chicas que van allí a pasárselo bien y disfrutar de la fiesta, no a estar con mil ojos para asegurarse de que nadie les toque el culo, es que es tan evidente que hasta las cámaras de televisión grabaron momentos de esos. Después, una periodista, una chica muy mona, también grabó su experiencia cámara del móvil en mano, para mostrar el otro lado de las fiestas: borrachos comiéndole la oreja, como si de un trozo de carne se tratara; chicas de no más de dieciocho años, algo pasaditas, riéndose ante las cámaras de que "un tío les tocó el culo" y que si lo volvían a ver "le iban a cortar los huevos",
Momento del reportaje de "Espejo público" |
cuando lo que tendrían que hacer, idiotas de ellas que hacen un flaco favor al resto de las mujeres, es denunciarlo en el momento y no cachondearse y contarlo, como si de una anécdota se tratara, a la cámara de la periodista; y cómo no, los energúmenos, chicos jóvenes, que han crecido en el ambiente de tolerancia, respeto y libertad en el que se supone que nos encontramos, utilizando un argumento de todo lo que está ocurriendo que aún los puedes oír de abuelos de ochenta años, pero no de jóvenes de veinte, "es que se lo buscan ellas por ir tan destapadas", justificando así a esos mierdas que aprovechan el ambiente de fiesta para sobrepasarse con chicas, porque resulta que visten como golfas y lo piden a gritos, aunque ellas digan "NO", aunque evidencien que se sienten molestas.
Al parecer, una fiesta tan de macho, en la que el hombre es el protagonista, el que tiene los cojones bien puestos para correr delante de un toro, valiente él, parece que garantiza que algunos se tomen ciertas libertades y vean como un derecho el sentirse por encima de ellas.
Lo último en ser denunciado, porque la gente parece bastante más concienciada con la situación, han sido las chapas con eslóganes sexistas del tipo "Chupa y calla" o "Sigue leyendo mientras yo te miro las tetas" que se venden en algunos puestos de souvenirs de Pamplona y que algunos mozos lucen con orgullo de macho; los hay mucho más ofensivos, pero en general, estas chapas han sido retiradas. Poco a poco, la gente se va dando cuenta de estos pequeños detalles, que siempre han estado ahí, lanzando esos mensajes implícitos de los que muchos no son conscientes, pero que alimentan y reafirman mentalidades retrógradas y machistas.
Contra todo este revuelo de la fiesta machista y la falta de respeto que hay hacia la figura de la mujer en Sanfermines, la plataforma Acción Contra la Trata (ACT), cuyo objetivo es trabajar contra la explotación sexual de mujeres y niñas y promover los valores de igualdad dentro de la sociedad, ha estado difundiendo su mensaje con el movimiento que han llamado #metachodemacho, muy válido también en este escenario, dando a entender y metalizando a hombres y mujeres que ser un hombre NO es ser un macho, son dos conceptos muy distintos que se explican muy bien en este vídeo: Me tacho de macho. Ojalá este movimiento consiga sensibilizar a mucha gente en los diferentes ámbitos de la vida, que falta hace.
Como intentan explicar en ACT en su web, hay hombres "normales", hombres que "sueñan, aman, rien, lloran y sienten que no quieren sentirse atrapados en lo que se supone que es ser un hombre, un macho". Hay hombres que de verdad piensan y sienten que no desean ser el hombre valiente y que infunde miedo, sino que quieren masculinidades ricas en igualdad.
Este verano viene cargado de fiestas de pueblos y barrios, más o menos masificadas, tengamos en cuenta todo esto.
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