lunes, 15 de febrero de 2016

Bragas usadas

El título suena raro y guarro, pero es así, se trata de un artículo de interés consumista, como si hubiese hecho referencia a “calcetines de algodón” o “sábanas calientes”. Los  productos fetiches generan una demanda bestial a pesar de que no esté a la vista, suena extraño decir que te vas a gastar un dineral en tacones con olor a pies,  pero la gente de gustos “especiales” también tiene derecho a quedar satisfecha y a disponer de un mercado abierto y lleno de  posibilidades. ¡Hay que ver! Esto no es nuevo para nada, pero yo, siempre ingenua y desconocedora de lo último en la red, descubrí el negocio de bragas usadas el otro día, viendo un programa de Cuatro, Soy Noticia. En él se estuvo hablando con algunas chicas que vivían del negocio, una de ellas madre y con pareja, por lo que se demuestra que, a pesar de la rareza del producto, se puede compaginar con la vida familiar. Y es que, después de saber lo que invierten en bragas que ellas mismas impregnan con sus fluidos y las ganancias que reciben después por ello, una se plantea dejar los quebraderos de cabeza que nos dan los trabajos típicos y monótonos y lanzarse al negocio de bragas usadas, en el que, como empresaria, solo tienes que preocuparte de dejar la prenda interior marcada.

Es cierto, no hay nada más detrás de todo esto, ni prostitución ni pornografía, al menos intencionadamente.
En el programa que he comentado, una de las empresarias entrevistadas habló del procedimiento a seguir para meterse en el negocio y hacer una correcta transacción. La verdad es que parece fácil y seguro, simplemente hay que entrar en bragasusadas.com, una web especializada en fetichismo de ropa interior femenina y registrarse. Cuando ya formas parte del mercado y estás dispuesta a comenzar el negocio, toda buena estrategia de marketing requiere de una presentación, una buena imagen, un gancho que atraiga la atención de los “raritos” compra-bragas, que los hay a montones, así que la dueña de las bragas sucias publica una foto o un vídeo suyo mostrando parte de su cuerpo, con un cartelito escrito a mano que ponga bragasusadas.com junto a su nick y subirlo al foro de la web, obviamente,  la foto debe ser propia, nada de robar identidades corporales ni de engañar al consumidor. Lo bueno es que no hay ninguna necesidad de mostrar el rostro y no es necesario establecer contacto con el comprador fetiche: las bragas están a la venta en la web, el comprador las selecciona y hace una transferencia que va directamente a  la cuenta de la dueña de las bragas y ésta, una vez recibido el dinero, las lleva puestas toooodo un largo día, las empapa bien y envía su producto ya impregnado, sellado en una bolsita y dentro de un sobre, enviándolo por correo postal a su destinatario.
¿Ventajas? Para empezar,  la facilidad con la que se gana dinero. Puedes comprar unas bragas por 3 euros y venderlas por 70,  haz la cuenta, el precio varía según las peticiones del  consumidor: si solo quiere que huelan, si las quieren con regla (sí, sí, con menstruación), con una dedicatoria escrita etc, el lema es “A bragas más sucias, bragas más caras”. Se puede ganar perfectamente los 1.500 euros al mes, más que otras que nos partimos los cuernos trabajando por menos. Y por no hablar de lo que se puede ahorrar en lavadoras, ya que tirar unas bragas sucias en la cesta de la colada sería tirar el dinero, literalmente. La otra ventaja es la de la confidencialidad, está claro que en el mundo del fetichismo hay mucho enfermo, pero si hay una garantía de que no te vean, no sepan quién eres y no hay necesidad de establecer un trato directo con el cliente, parece que da más seguridad y la vendedora además se siente más cómoda. Pero eso es opcional porque hay chicas, actrices porno, por ejemplo, a quienes sí les interesa que se conozca su identidad, porque son personas conocidas en ciertos círculos y sus bragas se cotizan más.
A mí, lo que me sorprendió, pero también me pareció genial, era una de las entrevistadas del programa sobre las Bragas Usadas, la madre de familia, quien aseguró que su vida familiar no se veía perjudicada por su extraña profesión, al revés, tiene más tiempo para atender a sus hijos que si ejerciera cualquier otra profesión.
También se trató la otra parte, el comprador fetiche. Eso a mí ya me dio un poco más de asquito, pero porque no puedes evitar pensar que si este tío es capaz de pagar una cantidad vergonzosa por unas bragas sucias, de qué otras cosas sería capaz y hasta dónde podría llegar su excentricidad… Es que hay gente muy rara. Salió entrevistado uno de esos fetiches, asegurando que era y definiéndose a sí mismo como un coleccionista, como el que se hace con platos de porcelana o con sellos vamos, y que sabía que  cuando él quisiera se lo podía dejar,  con la cara cubierta con un pasamontañas. Mi análisis es que cuando uno defiende su afición fetiche comparándose con un coleccionista pero se tapa el rostro, es que sabe que su práctica normal, lo que se dice normal, no es, y si encima sale de su boca la típica frase de yonki “lo puedo dejar cuando quiera”, su intención de demostrar normalidad cae en picado, se le ve el  plumero.
A pesar de que en el mundo del fetichismo hay gente que da mucha grima, los propios fetichistas, hay que decir que en estos días, con la privacidad garantizada, está bien saber que ante una necesidad económica se puede echar mano de las bragas, llevarlas puestas todo el día y después, en vez de meterlas en la lavadora, guardarlas en un plástico precintado y mandárselas a algún salido de gustos extraños a cambio de un buen pellizco, porque parece que aquí los que tienen el dinero son los raritos.

Así que, hagas lo que  hagas,  ponte bragas, que nunca sabes lo que pueden valer después de usadas.

1 comentario:

  1. Y no has pensado en dedicarte a ello tu? :-) Si lo haces dímelo...

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