domingo, 4 de octubre de 2015

Caso cerrado

El mes de octubre ha comenzado con una noticia que ha alegrado a unos padres, un pueblo y, por supuesto, a todo un país. Dieciocho años después de que  Eva Blanco, vecina de Algete (Madrid,) fuera violada, apuñalada por la espalda y abandonada en una cuneta, tras analizar las muestras de ADN de todo un pueblo y seguir numerosas líneas de investigación, hoy la guardia civil de la Comandancia de Madrid puede dar el caso por cerrado, al haber dado con el asesino de la niña en una localidad francesa, aunque todavía queda contestar a la pregunta que los padres de Eva se estarán haciendo: ”¿Por qué?”.
Eva Blanco
Sea como sea, el final de este caso puede dar esperanzas a muchas familias que estarán pasando por una situación similar. Aquí dejo un enlace de la noticia:
El tener que vivir durante tantos años sin saber quién te ha arrebatado a una hija que tenía tantas cosas por vivir y que hoy tendría treintaicinco años debe de ser tremendamente doloroso y agonizante. Pero igual de duro tiene que ser el hecho de saber quién ha matado a tu hija pero no saber dónde se encuentra ella, no tener un cuerpo al que llorar porque un puñado de gentuza sin corazón se dedica a jugar con la policía y con los sentimientos de una familia.  Porque no hay que olvidar que Marta del Castillo sigue desaparecida porque Miguel Carcaño y sus compinches (su hermano y la novia, Samuel, el Cuco y la madre de éste) no quieren hablar, probablemente, aconsejados por sus abogados.
Marta

Laura y Marina



Rocío y Sonia
Estas personas, por llamarlas de alguna manera, se creyeron que podían coger a una chica, hacer lo que quisieran con ella y arrebatarles la posibilidad de tener un futuro. Cosas tan cotidianas como estudiar una carrera, celebrar un cumpleaños, conocer el amor de su vida, tener hijos… eso ya no lo podrán hacer ni Eva, ni Marta, ni Rocío, ni Sonia ni ninguna de esas chicas cuya desaparición pueda haber sido más o menos mediática, pero cada vez que se resuelve uno de estos casos parece que se activa la esperanza de que la justicia llega, aunque a veces sea tarde y que quienes se piensan que pueden irse de rositas sin pagar por los crímenes que cometen, ya pueden esconderse en el pueblo más remoto de Francia, cambiar de aspecto o callar como un zorro, que al final tendrán que rendir cuentas y pagar por lo que han hecho, ya sea en el momento o veinte años después.

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