Perdón nuevamente por la tardanza y todo lo que esto
conlleva, como por ejemplo, ser la última en enterarme de la intervención
quirúrgica a la que se sometió Leticia Sabater. Otra vez, perdón, pero… ¿es
posible que una tía con 48 años se plantee semejante innecesaria intervención? ¿Por qué? “Porque me parece
bonito serlo(virgen de nuevo)”, dijo ella quedándose tan pancha, "Aquí resulta extraño, pero en Miami una de cada diez mujeres se
somete a esta operación", añade para Vanitatis sobre una operación que le ha supuesto más de 6000 euros
a la “diva” de los niños.
Yo es que me quedo de piedra. Eso
de la regeneración lo oyes para las cremas de la cara, para los estudios de las
células corporales, los partidos políticos y cualquier otra cuestión que sea
susceptible de aplicar una reposición, un rediseño o una renovación o
cualquiera de sus sinónimos.
Hay procesos de regeneración que
sientan bien, que se lo digan a la política de este país, que la amenaza de
partidos jóvenes y nuevos ha hecho que los partidos veteranos se cuestionen su arcaísmo
e incluso se planteen cambiar su
plantilla (aunque les cuesta). En el campo de la medicina, la regeneración
medular es todo un avance científico que trabaja para garantizar una calidad de
vida a cientos y miles de personas con lesiones medulares. En fin, yo de estas
cosas hablo por encima, ya que no soy experta en la materia. Eso sí, la mayoría
de las veces que oyes la palabra “regeneración”,
sobre todo si va seguida de social,
neuronal, laboral… suena bien.
Pero regenerar un tejido del cuerpo, como es el himen,
cuya única función biológica es, solo durante los primeros días de vida de una mujer, reducir
el tamaño de la vagina para no permitir que entre material fecal en ella y
evitar infecciones, me parece de la más absoluta absurdez, sobre todo cuando se
utiliza para obtener una “segunda virginidad”. ¿Pero qué tontería es esa? Más
cuando nos encontramos en una sociedad en la que, a día de hoy, la virginidad
está infravalorada y, en los casos en los que ésta tiene un papel importante,
solo la “primera virginidad” es la verdadera y la que cuenta, no vale hacer
trampas. ¿Y qué es lo que pretende la gente esta que le da por regenerarse el
himen? ¿Una nueva oportunidad? La experiencia te delata. ¿Una segunda juventud?
La edad no engaña, y más si rozas la cincuentena. ¿Darse un capricho? Para eso,
mejor comprarse un bolso de Prada o
pagarse un fin de semana en Marina D’Or.
La
conclusión a la que quiero llegar con esto es que hay excentricidades que están
de más, que son innecesarias y que, si se mira bien, no creo que aporten nada
bueno a la persona que tanto las demanda.
Seamos
felices con lo que tenemos y recurramos a lo artificial y a las simulaciones
cuando realmente sea necesario y no nos quede otra. Demasiado extraño y excéntrico
es ya este mundo y todo lo que ocurre en él, como para que ahora andemos
experimentando con algo tan natural y único en la vida como es la virginidad o
la pérdida de ésta.
Hay casos
en los que es mejor no jugar a ser Dios.