miércoles, 15 de abril de 2015

Amor del bueno


Ya está bien de tantos cuentos de hadas y comedias románticas que nos lavan la cabeza desde niñas y nos venden que el amor verdadero se basa en las chispas originadas por un beso casual, los dramones con final feliz y futuro incierto, tragedias que soluciona el galán de turno y situaciones disparatadas, poco creíbles y con flechazo a primera vista incluido. Señoras, pongámonos serias.
La teoría del todo, película basada en la historia de Jane y Stephen Hawking
Puede que la historia de la Cenicienta o la prostituta de Pretty Woman sea ideal, atractiva, que nos aliente a pensar que en cualquier momento aparecerá un Richard Gere asomando por el techo de su limusina con ramo de flores en mano, que cambiará nuestras vidas y nos ofrezca un futuro de ensueño. El cine y las novelas nos han convencido de que las historias de amor que triunfan (aunque nunca lleguemos a saber lo que ocurre después del “The End”, a menos que exista una secuela…) son las que se desarrollan en una ciudad perfecta, con un chico perfecto con su trabajo perfecto y otros muchos detalles que, a pesar de que en un principio no parezcan serlo, terminan siendo también perfectos.
Pearl Harbor: pareja idílica
¿El galán perfecto?
Desde luego, aparentemente, la chica en cuestión para nada siente ningún otro tipo de interés más allá del pasional y sentimental, no se fija en los detalles materiales o físicos… ¿o sí? ¿Amaría Blancanieves a su príncipe si este sufriera alopecia? ¿Se hubiese fijado Bella Swan en Edward Cullen si éste no fuera un vampiro forrado de dinero hasta las cejas, misterioso y con mirada penetrante (no olvidemos que estos dos fueron pareja en la vida real y ella no pudo aguantar sin serle infiel a su atractivo chico)? Creo que las historias de amor perfectas están sobrevaloradas y están haciendo mucho daño porque tergiversan la realidad y nos hacen ver la vida con lentes equivocadas (demasiado rosáceas diría yo).
Y entonces a alguien se le ocurre hacer caso a las memorias de una mujer que se enamoró de un hombre que era la antítesis del típico galán y estuvo a su lado en los momentos más difíciles de su vida, incluso habiendo estado a tiempo de bajar del barco y no complicarse la existencia, pero lo de esta mujer sí que era amor del bueno, sin intereses. Crudo, real, sufrido, pero verdadero, hablo de la historia de superación que vivió Jane Wilde con Stephen Hawking.
Familia Hawking al completo
Esta mujer era totalmente desconocida para mí hasta que vi la película La teoría del todo, basada en las memorias de ella, ni siquiera sabía que el físico Stephen Hawking había estado casado en dos ocasiones.
Y a amor del bueno me refiero a que ella se casó con su novio sabiendo que le habían dado dos años de vida, abandonó sus estudios de Lenguas Románicas para dedicarse a él, llevando una casa, haciéndose cargo de las necesidades de su marido y de los tres hijos que tuvieron (porque al parecer la Esclerosis Lateral Amiotrófica no paraliza todos los músculos del cuerpo…) y viviendo durante más de veinte años a la sombra de un genio, facilitándole las cosas para que su enfermedad degenerativa no obstaculizara sus avances en sus teorías.
Jane y Stephen en la actualidad
Ella desveló en sus memorias que pasó todos esos años con él porque lo amaba, lo admiraba y lo respetaba, aunque los últimos años de matrimonio fueron bastante duros no solo por el desarrollo de la enfermedad, sino por el carácter cerrado de Hawking, su fama que terminó por eclipsar lo importante que tenía a su alrededor, descuidando a Jane y a sus hijos, ella dice que el día de su boda se casaron cuatro: Stephen, Jane, la Enfermedad y la Física, y finalmente el interés de él por una de sus enfermeras (que dudo mucho que se sintiera atraída por el físico) que provocó el divorcio con Jane y su segunda boda. A pesar de ello, esta mujer no le guarda ningún rencor a su primer marido (ella también rehízo su vida posteriormente), dice tener unos bonitos recuerdos con él, a pesar de los malos momentos y a día de hoy, Jane y Hawking son buenos amigos. Supongo que lo de esta mujer es amor del bueno, ¿no?
Porque seamos sincer@s... ¿quién se complicaría la vida de este modo, sabiendo lo que se avecinaba, si no es porque hay un sentimiento real, más allá de cualquier otro interés? Pues esto es una historia de amor de verdad, sin filtros, sin reservas, al menos por parte de Jane.
Jane y Stephen Hawking

Las historias de amor no tienen que ser necesariamente para toda la vida o hasta que la muerte los separe, pero mientras duran, son reales, con sus momentos buenos y malos. Es más, seguramente las mejores historias de amor sean las más imperfectas. 

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