martes, 3 de marzo de 2015

Mentiras y gordas

… ¡Y tan gordas! Como que al final una se las acaba creyendo.
Algunas mentirijillas nos las callamos...
Todas y todos hemos pecado alguna vez de soltar alguna mentirijilla, como ampliar nuestro curriculum haciendo creer que tenemos un buen nivel de ingés o que manejamos Windows de maravilla, o exagerado una anécdota para que resulte más graciosa o más dramática o más del toque que le queramos dar para que nuestros espectadores se queden de dos piezas… Pero son cositas que se nos “escapan” en momentos puntuales y que al final pasan desapercibidas y no tienen por qué influir en nuestras vidas ¿Quién no ha engañado a su madre, cuando suspendía el examen, para salvar el culo y no tener que quedarse en casa ese fin de semana? Esas cosas no le convierten a una en una mentirosa patológica, vamos, creo yo.
Pero el hecho de que una se cree una vida, con sus éxitos y sus proezas, en torno a una farsa que se va haciendo cada vez más grande, tanto que al final la controla a una misma hasta el punto de creerse esa vida ficticia, va más allá de una mentira piadosa.
Estamos hablando de la Mitomanía, una invención inconsciente y demostrable de acontecimientos muy poco probables y fácilmente refutables. ¿Y por qué hablamos de esto? Pues porque últimamente ha habido una tendencia de alguna que otra famosilla de dárselas de superstar, haciéndonos creer que ha estado en la mismísima gala de los Oscar. Lo de la tal Sonia Monroy como que no coló, aunque la chica lo hizo a posta simplemente para que se hablara de ella, aunque fuera mal, y lo consiguió. Pero lo que dejó a la gente perpleja fueron los embustes de Anna Allen, una actriz española, principalmente conocida por su papel de la novia de Tony Alcántara en la serie Cuéntame cómo pasó, que por cierto, lo hacía bastante bien, vamos que era una actriz poco conocida pero parecía de las serias. Pero después de ponerse a la altura de la Monroy, haciendo un montaje de su falsa presencia en la alfombra roja de los Oscar y ser descubierta, se desmanteló toda una vida inventada. Anna Allen no solamente jugó al
Anna Allen teletransportada
a la alfombra roja de
los Oscar.
photoshop en una importante gala del cine, también hizo fotomontajes posando con el elenco de la famosísima The Big Bang Theory para que todos sus seguidores creyeran que estaba interviniendo en algunos de sus capítulos,  y lo mismo decía sobre White Collar, la serie que protagoniza el buenorro Matt Boomer y la millonaria producción francesa Versailles. Ahora también ha salido a la luz que AntoñitaLaFantástica Allen se atribuyó el ser embajadora de la marca Vertu y de Fight Aids, junto con Estefanía de Mónaco. ¿Whaaaat? ¿Qué ha conseguido con todo esto? Ahora está siendo trendig topic en las redes sociales, pero después, si su intención es seguir dedicándose a la interpretación, no creo que alguien vaya a ofrecerle un proyecto mínimamente decente, después de la imagen de mentirosa “chapucilla”, porque encima le ha salido fatal.
Anna Allen con sus colegas de
The Big Bang Theory
Pero el caso de esta actriz, que he puesto de ejemplo por ser tan comentado últimamente, es uno más de los 10 mitómanos  que se dice que hay por cada 100 personas, sin distinción de sexo, al parecer hombres y mujeres tenemos las mismas probabilidades de mentir. ¿Y qué les lleva a hacer todo esto? Pues el mentiroso patológico es un adicto más, su adicción es mentir inconscientemente, por lo general, por motivos de falta de seguridad de uno mismo con su forma de relacionarse socialmente. Pero la mitomanía puede llegar a causar graves problemas legales relacionados con el fraude. El patrón suele ser el siguiente: mentiras duraderas en el tiempo, improbables y favorables para el mentiroso o mentirosa… Diagnóstico para Anna Allen: tienes un problema gordo.
Por ahora, esta pobre actriz a la que estoy machacando inintencionadamente, ya que es a quien he cogido como conejillo de indias para este post, la solución que ha puesto a todo este vendaval que se está generando sobre ella es bloquear o cerrar sus cuentas oficiales de Twitter y Facebook, en lugar de dar la cara y enmendar su error. La verdadera solución, según leo en internet, es la psicoterapia, como tratamiento de una persona que sufre la mentira patológica, aunque “no ha habido ninguna investigación realizada sobre el uso de medicamentos farmacéuticos para el tratamiento de los mentirosos patológicos. Algunas investigaciones sugieren que ciertas personas pueden tener una "predisposición a la mentira" debido a trastorno de la personalidad”.

Y hasta aquí llega mi pequeña investigación sobre la Mitomanía.
El mitómano más famoso del mundo lo superó

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