Después de más tiempo del habitual sin dar señales de vida, al final me he
decidido a colgar algo. Bueno, todo tiene su explicación, estoy de vacaciones y
como viene siendo habitual, me he trasladado a mi pueblo donde, para bien o
para mal, no tengo conexión a internet para mi ordenador, pero hay días
excepcionales como hoy, en los que me dejo caer por la ciudad y de paso coger wifi. Aunque como he dicho, “para bien o
para mal”, y en el primer caso, esto es fenomenal porque tengo una piscina y
alguna que otra escapada a la playa con las amigas, sin más preocupación que
decidir el bañador que debo ponerme cada día.
Esto de la
elección del bañador es más serio de lo que todas nos pensamos, yo me lo tomo
muy a la tremenda, a principios de junio ya estoy escogiendo la ropa de baño
para el verano y no me conformo solo con un conjunto. Alguna vez mi amiga me ha
dicho que qué exagerada soy, ¡que mira
que tener tanto bikini!, a lo que yo le respondo siempre que, ¿qué es lo que
más nos ponemos (por no decir cada día) durante el verano? ¡El bañador! En mi
caso yo soy más de bikini y razón de más para tener varios de ellos. Esta
prenda me fascina, nunca tendré en mis cajones suficientes bikinis, los he
llegado a tener de tipo sujetador, de triángulo y ahora me suelo decantar más
por los palabra de honor. Pero el bikini tiene su historia, antes hubo muchos
más modelos que tal vez ahora los veamos imposibles de ponernos, que con el
tiempo han ido reduciendo su superficie de tela, hasta llegar a lo que tenemos
hoy. Por eso, no está de más conocer el origen y evolución de esta prenda de
baño a la que yo, personalmente, tengo en muy alta estima.
Dice el maestro
“internet” que el bikini tiene su origen hace unos 2.000 años, según las
representaciones de unos mosaicos decorados con imágenes de mujeres en vestido
de dos piezas encontradas en la Villa romana del Casale en la localidad de Piazza Armerina en Sicilia (Italia). Pero, al igual que muchas otras prendas y modas, el
bikini ha atravesado épocas, ha desaparecido dejando el cuerpo de la mujer en
una oscuridad total y con prendas poco favorecedoras, ha reaparecido y se ha
ido redefiniendo poco a poco. Así es como aquellas simples piezas de tela que
utilizaban las mujeres romanas hace varios siglos, pasaron a ser lo que son hoy
gracias al francés Louis Réard. << En 1946, este
ingeniero de automóviles y renombrado diseñador de modas, creó en su taller de
automóviles en París, una novedad absoluta en el mundo del bañador femenino: el
bikini. Cuenta la historia, que Micheline Bernardini, una bailarina del Casino de París, fue la primera
modelo en posar con bikini en un desfile en la piscina del Hotel Melitor en
París.
Reárd, tuvo que recurrir a ella porque ninguna modelo profesional se
atrevía a lucir esa prenda por considerarla inmoral. A Bernardini se le
atribuye, a su vez, el nombre; aparentemente la bailarina le sugirió este
nombre a Reárd, diciéndole que iba a ser "más explosivo que la bomba de
Bikini", haciendo alusión a la explosión atómica llevada a cabo en el Atolón Bikini de las Islas Marshall en el Pacífico Sur. La prenda comienza a popularizarse gracias a la diva
francesa Brigitte Bardot, que lo lució
con glamour y coquetería durante unas vacaciones en Saint-Tropez y Cannes; además de su rol en la
película “Et Dieu... créa la femme” de 1957, ello animó a muchas mujeres a
usarlo.
También, el cantante Brian Hyland y su canción de 1960,”Itsy Bitsy
Teenie Weenie Yellow Polka Dot Bikini”, despierta entre las adolescentes
americanas el gusto por esta prenda, en aquel entonces, considerada escandalosa.
También lo utilizaron en esos años Marilyn Monroe, Ursula Andress, Jane Fonda, entre otras. Francia aceptó sin problemas el bikini porque
lo consideraba sinónimo de libertad, mientras que las naciones católicas, e
incluso Estados Unidos de América, tardaron varios años en adoptarlo en su
indumentaria>>.
Y así, hasta el
día de hoy, el bikini ha ido escribiendo su historia en el mundo de la moda,
recortando cada vez más la braguita, mejorando la copa de la parte superior,
innovando en colores y estampados, en tejidos y surgiendo variantes del
original, por ejemplo, el ya familiarizado trikini, que es el resultado de la
unión del bikini mediante un elemento estrecho, todo un acierto según muchas
mujeres. Pero hay más, la variante extremadamente pequeña del bikini también
tiene un nombre, microkini, sigue siendo el bañador de dos piezas, diseñado
para cubrir solamente la porción mínimamente requerida del cuerpo.
Y si nos
vamos justo al otro extremo, que también lo hay, encontramos el... ¡burkini! un traje de baño especialmente diseñado para mujeres musulmanas, que sólo deja al descubierto parte de la cara, las
manos y los pies. Ésta última variante salió al mercado en Australia, donde fue todo un éxito.
Seguro que el
bikini todavía tiene mucho más que ofrecernos, mientras tanto, disfrutémoslos
¡todos y cada uno de ellos!, aunque yo con el burkini tengo mis reservas...
¡Feliz verano, con
bañador o con bikini!
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