Así se titulaba una canción del dúo ”Ella Baila Sola”
(separado, por cierto) y su letra hablaba de eso, de las rupturas de pareja, de
quién es el culpable y lo más importante, de cómo leches se apañan dos personas
que han compartido tanto y que ahora se llevan como el perro y el gato para repartir
sus recuerdos equitativamente. Hoy toca hablar de eso, de las rupturas de
pareja, con sus consecuencias más predecibles y también, por qué no, de las más
rocambolescas. Y es que en una separación no todo es sota, caballo y rey.
En esta vida hay de todo y más cuando se trata de reclamar lo
que uno ha aportado a una relación, y menos mal que no voy a ahondar en los
divorcios (que de eso no entiendo mucho), solo en las rupturas llamémosle
“informales” (de eso entiendo más). Cuando dos personas adultas rompen, se
pueden comportar de las maneras más infantiles posibles, eso de presentarte en
el lugar de trabajo de tu ex, en un último ataque de dignidad, con una caja
llena de cosas suyas que se quedaron en tu casa, en plan “Toma que esto es tuyo
y me molesta”… ¡Mentiraaaa! Seguro que más de una, antes de hacer la devolución
de los enseres del ex, se ha pasado los días anteriores enrollada a su jersei u
oliendo su after shave que se dejó de
reserva.
También se puede dar el caso contrario: “Estás que le
devuelvo esa camisa que le quedaba tan bien o ese CD tan bueno de Guns n´Roses que se dejó en mi coche,
que se arrastre hasta mi para pedírmelo”… En fin, como antes decía,
infantilismo puro y duro pensamos, ahora que lo leemos, pero que no nos suena
nada a chino, ¿a qué no?
Pero luego tenemos otros dilemas como cuando tu pareja te
regala algo que consideras valioso, un anillo, una pulsera, una chaqueta
especial para ir en moto… cosas que sabes que, aunque en su momento te las
regalan porque tienen un significado especial para uno de los dos o para ambos,
cuestan un ojo de la cara. En muchos casos (siempre hablo de las reacciones en
femenino porque es en la piel en la que mejor me puedo meter, pero estas cosas
fácilmente pueden darse en ambas partes de una pareja), lo primero que se le
pasa a una por la cabeza es “Estás listo si te piensas que voy a devolverte el
anillo, para que luego se lo regales a cualquier golfa” y, a menos que venga él
a reclamarlo, el regalo de la discordia se queda como un recuerdo/trofeo de una
relación dolorosa y pasada. Otra reacción, bastante respetable, es devolver ese
recuerdo especial al que lo regaló y que decida él, si lo analizamos bien,
también es hacerle un putadón enorme al susodicho porque según lo que decida,
si lo acepta quedará como un cerdo desgraciado que solo lo ha hecho para
fastidiar a la otra persona, y si decide que lo conserve la ex pareja, su
reputación puede verse afectada, quedando como un pelele calzonazos que no se
atreve a pedir las cosas que, en teoría le pertenecen.
Esto es un lío ¿no? Haga lo que haga un@, siempre va a estar
mal. Pero mi opinión siempre ha sido que ¿por qué hay que reclamar algo que en
su momento regalaste?
Me parece de muy mal gusto que una persona le pida a otra
las cosas importantes que le regaló solo porque la relación se ha acabado,
cuando en su momento le fueron entregadas con cariño e ilusión. Tampoco soy
partidaria de devolver un regalo del ex, en el momento en el que algo le es
regalado a una persona ya le pertenece para siempre, por mucha separación que
haya luego, y si no, que la gente se lo piense antes de regalar cosas de las que
se pueden arrepentir. Por supuesto, todo esto no quita que, si tenemos objetos
personales que pertenecen a la otra persona no debamos devolvérselo, en eso sí
que creo que hay que hacerlo, pero sin espectáculo público de por medio claro.
Y sí también se debe pasta, hablando ahora de temas monetarios, cuanto antes se
devuelva, mejor, menos lío.
¿Y qué decir de quién se queda con la custodia del grupo de
amigos? Muchos grupos se han llegado a dividir por culpa de una ruptura, los
amigos tienen que tomar partido al final, intencionadamente o no, aunque muchas veces se suelen decantar
por el que se ha quedado más jodido después de la separación.
Y si se reparten
los amigos, también hay que delimitar los lugares (parques, cafeterías…) que
compartía la ex pareja, más que nada para no tener que verse las caras cuando
uno de los dos aparezca con una nueva conquista en el restaurante X y el otro
se encuentre en ese momento también allí. No, no, ya puestos a separar y repartir,
no hay que dejarse nada.
Ahora, después de tanto rizar el rizo con regalos legítimos,
devoluciones, esto me lo quedo, los amigos para mi y tal, debo decir que escribir
sobre esto me vino a raíz de escuchar por la radio la noticia de la separación
de la cantante Rita Ora con su novio, el DJ Calvin Harris. Al parecer, ella no
debió pensar en las nefastas consecuencias de mezclar amor y negocios y ahora,
tras su separación, el chico éste ha decidido que ella no podrá interpretar las
canciones que él compuso para ella, que por cierto son por las que más se le
conoce a la cantante.
Es decir: “Como te quiero tanto y cantas tan bien, te voy
a componer unas canciones que van a ser un bombazo y son especialmente hechas
para ti. Pero si me dejas, a la mierda todo, búscate otra forma de cantar algo”. Según el DJ, todo esto lo ha hecho
para desvincularse totalmente de la artista. Según yo, eso sí que es saber dar
donde más duele para una superestrella de la música. Vamos, es el claro caso de
“ahora me devuelves ese colgante tan caro y tan bonito que te regalé por
nuestro aniversario de los 6 meses, sí, sí, el que tiene grabadas tus
iniciales, el mismo”.
Podemos pasar de la treintena que, en cuestiones de “repartir
los amigos” siempre sacaremos nuestro lado más quinceañero.
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