domingo, 16 de septiembre de 2018

La dichosa vara de medir

Ainsss... Pero cómo me sigue repateando ver historias en las que claramente se nos intenta dejar a las mujeres en un lugar poco privilegiado y sin embargo, cuando se trata de un hombre bajo esas mismas circunstancias ocurre todo lo contrario.
La "despechada" y el picaflor 
Me explico: todo esto se debe a unas declaraciones de la actriz Andrea Duro que vi en un programa de estos de corasón, y que así, de forma aislada, sonaban a histriónica perdida alegando, en otras palabras, algo como que parece que cuando una pareja corta la relación la "pobrecita" de la historia y la que indudablemente lo pasa mal siempre es la chica. Poniéndonos en situación, Andrea Duro acababa de dejarlo con Chicharito, el futbolista que por lo visto es un picaflor y que en seguida se buscó a otra, y para colmo toda la prensa estaba contando las batallitas de él y sacando en revistas a la actriz como de mujer despechada y herida, cuando en realidad, puede que ella no estuviera tan mal. Lo que Andrea Duro quería decir es que puede que el fin de esa relación (ya sea por infidelidades de él o por lo que sea) fuera lo mejor que le podía pasar para encontrarse feliz y en paz con la vida y que una ruptura de una pareja heterosexual no tiene que implicar obligatoriamente que la parte femenina sea la despechada, la que sufre o la que se va a tirar por el barranco porque la vida sin él ya no tiene sentido. Lo que quería decir y denunciar de alguna manera, es que nunca se habla de un supuesto al revés, nunca oímos un "pobrecito él" tras una ruptura, se da por sentado esa idea retrógrada de que nosotras somos el sexo débil y, por lo tanto, se utiliza diferente rasero para medirnos y juzgarnos. Sí, también en esto, sí. Y esa simple declaración de una actriz a un reportero fue lo que me hizo reflexionar y mucho sobre la vara de medir.
Ejemplo de chica abandonada según ellos...
Pero vamos que no es nada rebuscado lo que estoy diciendo. ¿En cuántas películas románticas veis la escena de la chica con el corazón destrozado sentada en el sofá, despeinada, en pijama y comiendo de un bol de crema de helado? ¿Y en cuantas a hombres en las mismas circunstancias? Ahí está la respuesta.
Hay otro caso en el que a las mujeres se nos juzga diferente a los hombres, la diferencia de edad entre las parejas (nuevamente heterosexuales), saliendo siempre malparadas nosotras. Por ejemplo:Si una mujer de 50 años mantiene una relación con un hombre de 25, ella es una vieja desesperada y él digamos que muy listo; si un hombre de 50 años mantiene una relación con una mujer de 25, él es un conquistador que se está llevando a la cama a una tía más joven que él y ella una guarra que seguro que solo está con él porque tiene pasta. ¿Veis? Podemos añadir también el elemento cuantitativo y de este modo, el hombre que se lía con muchas chicas es un machote y la mujer que hace lo mismo con hombres es un putón. Aquí la vara de medir dista mucho entre un caso y el otro y lo peor de todo es que las personas que más suelen juzgar y "medir" injustamente somos nosotras, las mujeres, puede que por aprendizaje social, pero da igual, no tenemos excusas, nos echamos mierda en nuestra propia casa.
La de 50 y el de 25
La vara de medir tan discriminatoria solo la estoy comentando en el ámbito sentimental, pero vamos, es obvio que en el plano laboral, doméstico, social y en general ocurre exactamente lo mismo, ya sea más disimulado o descaradamente evidente.
Tal vez deberíamos comenzar por practicar un poco más la sororidad entre nosotras (adoro esta palabra) y quizás así nos acercaríamos a igualar el rasero entre hombres y mujeres, dejaríamos de ser por costumbre la pobre chica abandonada por el novio, la zorra buscona o la que no sabe envejecer, para poder ser la chica que termina una relación mirando hacia adelante, la joven que no entiende de edades ni otras manías para conocer gente o la mujer madura que se siente a gusto con su cuerpo.  

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