martes, 13 de marzo de 2018

Una gran lección

Tod@s hemos sido testigos en estas dos semanas y algo más de la desaparición del pescaito Gabriel y de su posterior desenlace. Todo el país ha sido partícipe, minuto a minuto, de la investigación, el padre y la madre del niño han mostrado una enorme entereza al estar en todo momento al pie del cañón, en las batidas de búsqueda, atendiendo a la prensa, colaborando con la policía, haciendo llamamientos a la sociedad para que sigan colaborando... La verdad es que ha sido un suceso que ha puesto a prueba a todo un país evidenciando que, cuando realmente hace falta, a la hora de la verdad, las personas podemos sacar lo mejor de nosotros mismos ayudándonos y apoyándonos unos a otros, empatizando aunque seamos perfectos desconocidos. Ha sido una movilización sin precedentes, más de seiscientos voluntarios que se han trasladado al lugar donde desapareció el niño para ayudar a la Guardia Civil, a la UCO y demás autoridades a rastrear todos los posibles lugares que se barajaban en los que pudiera haber estado Gabriel.

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Tod@s sabemos cómo ha terminado todo y, obedeciendo a la petición de Patricia, madre del niño, y siendo consciente de que todo el mundo tiene ya la suficiente información de lo ocurrido, no voy a repetirme ni a nombrar ni a dedicar una sola palabra a la persona (si es que se le puede llamar así) que ha hecho todo esto. Pero sí que quiero hablar de la grandeza humana y de las grandes lecciones de vida que se pueden sacar de desgracias de este tipo.
Por eso quería dedicar este post de hoy a Patricia, la madre de Gabriel. Existen muchas formas de demostrar lo buena persona y lo buena madre que se puede llegar a ser, pero esta mujer lo ha hecho casi sin darse cuenta, en un acto innato. Haber tenido que convivir a diario con la asesina de tu hijo, manteniendo el tipo y disimulando solo para no entorpecer una investigación y garantizar que el pequeño pueda ser encontrado con vida, es un ejercicio de autocontrol que pocas personas pueden presumir de poder conseguirlo. Y, después de saber lo que ha hecho esa supuesta persona con su hijo, la actuación fingida que ha llevado para despistar a tod@s, pidiendo incluso a la sociedad que ayude a buscar a Gabriel, entre sollozos, habiendo asesinado ya al niño desde el primer momento, después de haber tenido que pasar todo eso, Patricia ha tenido que ser la que calmara a una sociedad enfurecida y llena de rabia que inundaba los telediarios y las redes sociales de mensajes de odio hacia la asesina. Patricia ha sido la que ha pedido a los ciudadanos que dejen todo ese odio a un lado y que, por Gabriel, se queden con mensajes de amor hacia él, que predomine la bondad y la cooperación que ha nacido de todo esto y se deje a un lado el odio que genera todo lo ocurrido.
Eso es muy fuerte, los padres son quienes deberían lanzar la primera piedra a la asesina, tienen el derecho justificado de castigarla por lo que ha hecho, y sin embargo, han actuado de un modo totalmente contrario al que se hubiese esperado. Patricia incluso ha empatizado con el padre de Gabriel, Ángel, trasladándonos el doble dolor que debía estar sintiendo no solo por lo que le había ocurrido al niño, sino por tener que descubrir que una persona tan allegada para él era quien le había arrebatado lo más importante en su vida.
Si esto no es una auténtica lección de humanidad, que venga alguien y me lo diga. Las palabras de Patricia, una mujer que ha perdido lo más importante de su existencia, una gran parte de ella, me han hecho reflexionar en que la fortaleza de una mujer puede mover montañas, que ahí se encuentran las auténticas heroínas del mundo, en actos y palabras como estas, que llegan y dejan un mensaje en la sociedad que nos hacer replantearnos si realmente el actuar con odio (aunque esté muy justificado) es la solución. 
Me quedo con todo esto y lo comparto. Esta mujer me ha dado tanto que pensar en estos días, y si a mí me ha ocurrido, imagino que a muchas otras personas también les ha ocurrido. Y si las palabras de bondad de una mujer destrozada pueden pararnos a pensar a much@s, ¿qué no podría hacer?
Insisto, quedémonos con esto, con las buenas acciones, con la gente buena. No le demos fuerza a la maldad alimentándola con odio y rabia. 

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