El tema de la mutilación genital femenina fue uno de los primeros que traté en este blog, tal vez de una manera impersonal y poco apasionada, a pesar de la indignación que ya me producía, pero el novatismo también se puede reflejar a la hora de escribir un hecho, más cuando se trata de dar una opinión en un espacio que aún no está bien definido. Sin embargo los hechos son los hechos, y aunque faltara pasión en esas líneas posteadas, los datos estaban contrastados y verificados: el número de niñas que son sometidas a la mutilación genital en todo el mundo cada año, cuantas mueren, cuantas viven pero con los estragos de esa bárbara "operación", el "copia y pega" del testimonio de la famosa top-model somalí, Waris Dirie, que sufrió en sus carnes esa barbarie y que, a pesar de ello, pudo escapar de esa sociedad retrógrada y labrarse un futuro muy diferente al de otras.
El caso es que información a nivel mundial no falta para nada, las redes sociales nos aportan recordatorios reivindicativos de todo esto, precisamente hoy, que es el "Día mundial de..." en este caso, en contra de Mutilación Genital Femenina; a un solo click podemos acceder a imágenes en vivo de niñas sufriendo en plena práctica de mutilación, agarradas por sus propias madres y abuelas; los políticos se encargan de denunciar todo esto a golpe de micrófono en sus estrados, Naciones Unidas o la O.M.S. recogen datos estadísticos para ponernos al tanto de la situación a nivel cuantitativo. En fin, que aquí todo el mundo está en contra pero nadie hace nada, como con muchas otras cosas que ocurren a diario en diferentes partes del mundo.
Lo llaman "rito de iniciación a la edad adulta", a algo que se trata de cortar los labios y coserlos con hilo de cuero para "proteger" e insensibilizar la zona genital, así se puede asegurar que una niña llegue virgen hasta el matrimonio y, si sale viva de todo esto, una vez casada no tenga la posibilidad de sentir ningún tipo de estímulo en esa zona, no vaya a ser que le guste...
Todo esto está claro que forma parte del folclore, las tradiciones y las creencias en Somalia y países centro africanos en general, se escudan en el Islam para darle a la ablación un sentido y una "sólida" defensa, cuando no deja de ser otra cosa que violencia de género pura y dura. Pero no es ni más ni menos que otro gesto de inseguridad de estas sociedades patriarcales ante la posibilidad de que una mujer pueda encontrar un modo de expresar lo que siente, gestos que han estado toda la vida cohibiendo a las mujeres: ahora son las sociedades islamistas pero mucho antes era la religión católica, bueno, corrijo, los hombres que controlan estas religiones. Porque el problema no es la creencia en sí sino cómo interpreta la mente humana esa creencia, adaptándola y utilizándola a su antojo para someter a otros. Y aún pensando todos así, al menos todos los que formamos parte de la sociedad occidental, con sus gobiernos poderosos, sus diplomáticos, su ejército y todo lo que alardeamos poseer, una vez más digo: nadie hace nada por evitar estas conductas que claramente van en contra de los derechos humanos fundamentales. A veces llego a pensar que a la propia sociedad occidental no le conviene cambiar esto, que son los resquicios que todavía quedan para recordarles diariamente a las mujeres empoderadas que una vez, en su mundo, las anteriores a ellas también fueron así: mujeres sumisas y silenciosas que se conformaban y accedían a sufrir y a llevar una existencia que únicamente se limitaba a ver cómo ellos disfrutaban de ser personas, sin compartir ningún tipo de placer. A lo mejor me voy a un extremo muy radical pensando esto pero, ¿entonces, qué explicación le puedo dar al inmovilismo mundial?
La naturaleza nos ha dotado de ojos para ver, nariz para oler, oídos para escuchar, piernas para caminar, pulmones para respirar... quien no goza de cualquiera de estos órganos o los disfruta a medias, en teoría debería ser por motivos que nada tengan que ver con la acción humana. Lo mismo ocurre con los órganos genitales, además de tener un uso reproductivo, están para proporcionarnos placer, y con el placer solo se juega si es para provocarlo, jamás para eliminarlo.
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