La mía solamente es una voz más
entre todas las que se han expresado y lo siguen haciendo, pero es necesario
que no dejemos de hablar ni de recordar lo que ocurre. Todavía se me revuelven
las tripas cuando pienso en cómo ha terminado 2017. Era algo que, por
desgracia, muchas imaginábamos que tenía una elevada posibilidad de desenlace
macabro. Sí, lamentablemente el destino de Diana Quer ha sido el de, por desgracia, muchas otras:
Marta del Castillo, Rocío Waninnkhof, Sonia Carabantes, las niñas de Alcásser…
Pero si hay algo que tenían en común todas estas chicas era que lucharon por su
vida y por la integridad de su cuerpo, murieron
luchando; como dice la madre de Diana en su carta de despedida pública
hacia su hija “Dios te escogió como una de sus mejores guerreras para la batalla más
dura. Muchas seguirán viviendo gracias a ti, hay un antes y un después de tu
existencia”. No se quedó quieta, peleó y estoy segura de que, a pesar de
saber que todo terminaba para ella, peleó para dejar pistas y huellas en su
cuerpo para que su muerte no fuera en vano y ofreciera respuestas de lo que
realmente ocurrió, para que la rata asquerosa que le hizo todo eso, a pesar de
ocultar y mentir no tuviese posibilidades de seguir burlándose de todas
nosotras. Y gracias a otros valientes, la chica de Boiro que se resistió a ser
introducida en el maletero del coche de “El Chicle” y las dos personas que
presenciaron lo que estaba ocurriendo y no optaron por mirar hacia otro lado,
se ha logrado que ese energúmeno no vuelva a hacer más daño a otras chicas,
solo que para ello alguien ha tenido que pagar un precio muy caro: Diana con su
vida. Por eso su madre dice que hay un antes y un después de ella: Diana
Quer no va a salir más de fiesta con sus
amigas, no se enamorará, no tendrá hijos, no se levantará por las mañanas para
ir a trabajar, no volverá a reír ni a llorar, nada; pero después de todo esto,
otras chicas que podrían haber corrido su misma suerte sí lo harán y eso es lo
que tal vez consuele a la gente que la quiere.
Por desgracia, en este país no
siempre ha sido todo muestras de apoyo. Los medios de comunicación han estado
jugando con las informaciones: que si Diana era anoréxica y tal vez sufría
desequilibrios, que si una chiquillada y en realidad solo se había fugado para
llamar la atención, que si salía de fiesta demasiado, que si los padres no se
llevaban bien, que si la madre se mostraba muy fría a pesar de haber
desaparecido su hija… en fin, una cantidad de barbaridades que servían de
entretenimiento para la gente que le gustaba tragarse toda esa basura, mientras
el cuerpo de esa chica esperaba, sumergido bajo el agua de una poza, a ser
descubierto. Hay que ver cómo somos y las mujeres, siento decirlo, las peores,
cuando deberíamos darnos cuenta de que, en lugar de hacer suposiciones sin
fundamento y murmurar hacia todas las direcciones, tenemos que apoyarnos, no
conformarnos y buscar una verdadera respuesta.
Porque de momento, bonitas, el panorama es el siguiente: si luchas para
que no abusen de ti, te matan y si no pones resistencia para procurar conservar
tu vida, te cuestionan como víctima (y eso que se lo digan a la víctima de la
Manada).
No es fácil ser mujer en una
sociedad en la que todavía tenemos que buscar un modo de ir acompañadas de
noche por la calle, por si acaso, o en la que te ponen a parir y justifican que
“la que enseña se lo está buscando” si te da por ponerte para la noche de Fin
de Año un mono con transparencias, pero lo complicaríamos menos si todas
nosotras pusiéramos de nuestra parte y cuestionáramos menos la forma de vivir
cada una su femineidad y si NADIE obviara o se hiciera el loco, mirando hacia
otra dirección, como si no fuera con él/ella, mientras en plena calle un
troglodita veja, maltrata o abusa de una mujer (independientemente de si es o
no su pareja, ¿vale?).
No digo que todo el mundo sea
cruel y despiadado, por suerte hay mucha gente buena, pero si todos y todas
fuésemos más humanos, tal vez, corrijo, estoy segura de que muchas de las
barbaridades que escuchamos en las noticias o leemos en los periódicos no
llegarían a ver la luz; muchas no acabarían siendo otra Diana Quer en las
esquelas.
Y con todo esto no eximo ni
relativizo la culpa al autor directo de un crimen machista, pero está claro que
tod@s debemos pensar qué papel jugamos y cuál es el que deberíamos realmente
ejercer en este asunto.
Espero que la muerte de Diana
Quer sea un punto de inflexión, que el 2018 que empieza sea el inicio de algo
sorprendente que pueda llegar a cambiar la visión actual de la mujer.
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