lunes, 3 de abril de 2017

Ocupaciones que jamás ocuparé

La it girl por excelencia: Olivia Palermo
El domingo estaba repantingada en el sofá mirando la tele, por mirar, y en una de esas noticias de marujeo cool, por distinguirlo de otra crónica de corazón más propia del clan Pantoja, mencionan a una chica neoyorquina muy mona y elegante ella, igual de mona y elegante que todo lo que le rodea, joven, rica y exitosa, refiriéndose a su ocupación como la de  It girl. Había escuchado otras veces esa palabreja  en revistas, pero sin prestarle ningún tipo de atención, pero viendo que cada vez hay más it girls de esas, y da la casualidad que todas ellas están forradas, intento saber qué clase de fauna urbana son.
El origen del término it girl no es de ahora, ya en 1927 comenzó a utilizarse ese calificativo para definir a la actriz Clara Bow, en el sentido de mujer con una gran atracción, magnetismo y un don especial, el factor X que suele decirse, el “nosequé” que no sabemos cómo explicar. Pero creo que va más allá: si hoy se quiere ser una it hay que apostar por un estilo con sello personal íntimamente ligado a las tendencias del momento, por lo que deduzco que la it girl es una especie de top model callejera a tiempo completo, un escaparate viviente que nos haga saber a tod@s qué es lo que se lleva, aunque no nos podamos permitir económicamente ni el pañuelo que lleven atado al cuello. Así que, nos guste o no, es un modo de ganarse la vida. ¿Fácil? Sí. ¿Clasista? Puede. Pero del  mismo modo en que se ha sacado partido a un concepto de los años 20 para convertirlo en la profesión por excelencia de una pija forrada de billetes, este tipo de ocupaciones no terminan aquí.
¡Ojo! Que hay cursos para titularse en Personal Shopper
Si la it girl es la que nos pone al día en cuanto a tendencias, el/la personal shopper se encarga de combinar y comprar esas tendencias para otros. Puede que a mí me dé una pereza que te mueres ir al Mercadona a hacer la compra, pero por desgracia, para eso no hay personal shopper; sin embargo, hay gente que, o sea, no soporta entrar a Armani o a Gucci con todo el mogollón de gente y puede pagar a uno de esos “compradores privados” para que elijan por ellos y les lleven los modelitos a su casa para probárselos tranquilamente o directamente les acompañan para escogerles la ropa y así el que paga no tenga que calentarse la cabeza eligiendo, saliendo del probador para buscar otra talla y esas cosas que hacemos el resto de mortales. Pero bueno, es que la gente lo paga.

Luego están las ocupaciones de youtubers y bloguers. Los primeros que descubrieron esta mina, los famosillos y los que ofrecen cosas
Blog de Paula Echevarrría
novedosas, son quienes tienen el monopolio de estas cyber profesiones que sí, pueden dar dinero. El problema es que El Rubius les está dando falsas esperanzas a los niños y niñas del mundo de las telecomunicaciones, que cada vez son más con una cuanta privada de YouTube para subir tutoriales sobre cualquier chorrada, deseando que les ocurra como a aquel suertudo chaval. Con el tema del blog pasa algo parecido que con los youtubers: el blog  debe ofrecer un tema con gancho, casi siempre, los más populares son los blogs de moda (que casualmente los llevan las it girls) y si no eres una Paula Echevarría o una Sara Carbonero, lo tienes crudo crudo. Los que hacemos que sobrevivan nuestros blogs anónimos somos personas que, desde luego, escribimos por gusto, no como acción lucrativa, porque si no mal andaríamos.
Desde luego, suena mucho más interesante decir “Soy personal shopper” que decir “Trabajo en una oficina”, pero no nos engañemos, si algo tienen en común personal shoper, it girl, bloguer y youtuber, unidas a la palabra “éxito”, es una fama/fortuna previa o el apoyo de gente famosa: la fama llama a la fama. Sé que puede sonar muy poco alentador y pesimista, pero antes de que las niñas que se vuelven locas subiendo tutoriales sobre sus juguetes o sus vestiditos (que lo hacen)se lleven el batacazo de su vida, deben saber que si no son compis de clase de la hija de alguna celebrity, no tienen mucho más que hacer; lo de Dulceida, que alardea de haberse hecho famosa con su blog y sin la necesidad de terminar sus estudios básicos, fue un pelotazo, pero ya está, es como la lotería, le toca a uno entre un millón.

¿Columnista?
A mí por ejemplo, siempre me ha gustado la profesión de Carrie Bradshaw: escribir una columna semanal para un periódico, que te da para tener un apartamento en el Greenwich Village de Nueva York, comer todos los días fuera de casa y para un par de Manolo Blanik mínimo cada mes, además de proporcionarte un primer libro de éxito con el compendio de los mejores artículos. Sí, me gusta. Lo de columnista también suena cool, diferente. Pero va a ser que no, no en esta vida chata. Me conformo con ser escritora a tiempo parcial.

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