viernes, 24 de marzo de 2017

Niveles de primavera en sangre

Es comenzar la primavera y no sé si por sugestión o por costumbre o vete tú a saber, la gente encuentra un motivo para tuitear frases de buen rollo, llenar los escaparates de tiendas de tonos pastel y comportarse como un adolescente salido. “Es que la primavera, la sangre altera”, ese dicho lo tengo ya aborrecido de escucharlo cada año, siendo la excusa de mucha gente para explicar las excitaciones y arrebatos que ocurren a su alrededor e incluso a uno mismo pero, ¿es cierto? ¿Tiene la primavera el poder de ejercer sobre nosotros una fuerza sobrehumana más fuerte que la propia voluntad? ¿Influye en otras cosas que ni siquiera sabemos?

El equinoccio de primavera trae consigo una serie de  mitos y realidades, donde quedan evidenciadas alteraciones en el mundo de las telecomunicaciones, el calendario… Pero todo eso nos lleva a tecnicismos y tonterías de esas, aquí lo que nos interesa son las emociones y las hormonas locas.  Porque con la primavera enlazamos muchas veces con el sentimiento de felicidad,  y es que el calorcito, los colores vivos y la luz del sol sobre todo, ahora es cuando me pongo fina, aumenta los niveles de serotonina, la hormona de la felicidad, que también enciende una especie de reloj interno que altera nuestro ánimo. En resumen, estamos más energéticos y por lo tanto, esa energía hay que quemarla, por lo que salimos más, estamos más predispuestos a hacer actividades; ese no parar de actividad nos da la posibilidad de conocer a más gente y bueno, ya cada cual sigue viviendo su primavera particular, quemando su serotonina, a su manera.
Con decir que “primavera” a veces me lleva a esos cuadros de pinturas barrocas en las que aparecen dioses mitológicos en mitad de orgías, hercúleos guapísimos con el culito prieto y ninfas desnudas en pose sugerente y con esos muslos exageradamente escamados, pero tan sensuales para la época… Es que la historia y el arte también corroboran ese mito que siempre ha habido sobre la primavera con respecto a la atracción, el sentimentalismo y, por qué no, el aumento del apetito sexual.

Ahora, como todo en esta vida, el buen rollo y erotismo primaveral también tiene su lado opuesto, como las pilas alcalinas. Todo los psiquiatras aseguran que estos meses la población experimenta un notable aumento de las depresiones. Da la sensación de que cuando llega la primavera solo puede haber un único sentimiento, el de alegría. ¿Pero qué pasa con los que están sufriendo? Pues que esa idea generalizada de felicidad puede hacerles sentirse mucho peor. El que tiene los niveles de primavera (o serotonina) en sangre bajos, corre el riesgo de que le ocurra todo lo contrario al entusiasmo. Eso confirma que no a todos les sienta la primavera igual y que hay que respetar que el rollo flower power no hay que generalizarlo, ya que tanta flor (y desflor) podría ejercer en alguien la necesidad de tirarse por un balcón.

Y ¡PUM! Con este dato reventamos el mito de la primavera, no altera la sangre a todos, al menos de forma positiva, no siempre. Lo suyo sería saber los niveles de primavera que llevamos cada uno en la sangre, total, con tantas palabrejas raras que nos ponen en las peticiones de analíticas, algo tan simple y conocido como la primavera no seria tan descabellado incluirlo. Así sabríamos todos a qué a tenernos: o nos frotamos las manos y nos preparamos para la época de apareamiento rollo chimpancés o cogemos el primer vuelo a la Argentina a buscar el fresquito.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Cómo me visto, cómo me pinto, cómo siento

No nos engañemos, desde siempre, la imagen ha estado cogidita de la mano de la femineidad: en los años 50 se vendían electrodomésticos mostrando a una ama de casa con sus taconazos y su vestido de falda-paraguas, como si pasar una aspiradora con esas pintas fuera lo más cómodo del mundo y por mucha lucha y revolución sigue siendo así, porque en pleno siglo XXI, manda huevos que el puñetero presidente del país de las libertades (Estados Unidos) tome como medida hacia sus trabajadoras de la Casa Blanca que deban “vestir como mujeres”, es decir, que todas con vestidos bien ajustados, como se exigió en la campaña electoral, y si se les ocurre ir con pantalones, que éstos sean ceñidos y limpios (pero sobre todo ceñidos). Todo lo contrario a lo que Trump tiene como idea de lo que es ser una “mujer” en cuestión de ropa ya no sería femenino. Entonces no es de extrañar que cuando muchas trabajadoras que utilizan uniformes de “machote” a ojos del presi de EE.UU., se enteraran de esa medida ¿política?, comenzaran la ciber campaña #DressLikeaWoman para mostrar su femineidad, enfundadas en su uniforme de bombero, operaria o policía, pero claro, a golpe de hashtag no es fácil cambiar estas cosas. ¿O sí?

Al menos, se puede decir que en España, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid  declaró discriminatorio llevar zapatos de tacón y anuló la sanción de seis meses de suspensión de empleo y sueldo a una guía de Patrimonio Nacional que se negó a ponerse el uniforme y llevar zapatos altos. Más recientemente ha ocurrido con una trabajadora, recepcionista en la empresa PwC de Londres, que impulsó una campaña para recoger firmas y declarar al Parlamento Británico que revisara la ley que autoriza a las empresas a reclamar a sus empleadas que lleven tacones para ir a trabajar, ya que ella fue despedida de su empresa por presentarse al trabajo con zapato plano y negarse a ponerse unos tacones
cuando su superior se lo exigió; ella, ofreció una explicación muy lógica para tal acto de rebeldía:"Obligando a las mujeres a llevar tacones estás favoreciendo a los hombres porque el calzado ( plano) que ellos llevan no afecta su postura ni su capacidad de movimiento. No les crea problemas de salud a largo plazo", si es que la chica tiene razón, ¡joder!, pero se ve que era más importante lucir una esbelta figura, a pesar de tener que caminar como un caballo cojo y cortar la circulación sanguínea de los pies.
Lo malo de todo esto es que la gente no entiende que el concepto de “ser femenina” no está en cómo se arregla una por las mañanas. Nos han vendido que la auténtica mujer sale de su casa con una buena base de maquillaje que esconda las imperfecciones, un peinado espléndido y unos modelitos que ensalcen nuestras curvas y atributos, y para todo ello hay que sacrificar mínimo cuarenta minutos de holgazanear en la cama. Las que decidimos dormir un poquito más, no echarnos potingues en la cara (que además ensucian los poros de la piel) diariamente, hacernos una coleta y listo y calzarnos unos vaqueros cómodos y unas converse para ir al trabajo, ya no somos mujeres, somos “marimachos”. De hecho, hay gente que escucha la palabra “feminista” y le viene la imagen y la asocia a una mujer totalmente masculina y al estereotipo (sexista también) de lo que algunos consideran que sería el aspecto de una mujer lesbiana, cuando la mujer que defiende el feminismo puede ser “hetero” o
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“lesbi”, ninguna tiene el monopolio de esa lucha. Del mismo modo, el cómo vestir, tampoco te quita o te pone de ser feminista; lo comentaba en el anterior post con respecto a algunas reacciones, tristemente de mujeres, hacia el desnudo de Emma Watson para una revista, porque precisamente, la lucha feminista se refiere a la lucha por la igualdad y la libertad de una mujer para vestir como le dé la gana en su vida diaria, entre muchas otras decisiones que quiera tomar con respecto a sí misma, eso incluye tanto posar desnuda en una portada como ponerte unas cómodas bailarinas para ir a la oficina. Ni la que más se tapa es más feminista ni la que más enseña es más femenina. A veces se entremezclan los conceptos y olvidamos lo que realmente significan.
Puede que, del mismo modo que la publicidad sexista de los años 50 envió

el mensaje de que las amas de casa debían estar siempre como un pincel para sus maridos, haciendo años después que repudiáramos todo ese mundo, la icónica imagen de la mujer obrera del mono azul y el pañuelo rojo en la cabeza, que enseñaba su músculo del brazo en tensión con el mensaje de “We can do it!” haya estereotipado esa lucha feminista, haciendo creer que en ella solo tienen cabida ese tipo de mujeres fuertes y masculinizadas, dejando fuera otro estilo de estas, más delicado y fino, pero no por ello menos fuerte.

El cómo vestimos, cómo nos gusta maquillarnos o peinarnos por las mañanas, la música que escuchemos, el deporte que practiquemos, nada de eso puede determinar cómo sentimos.

jueves, 9 de marzo de 2017

Yo de mayor quiero ser Emma Watson

Me hubiese gustado tener preparado este post  para el 8 de marzo, pero como buena mujer trabajadora que soy, estuve haciendo gala de ese gran día currando sin descanso. Pero tampoco me preocupa, cualquier día es bueno para hablar de mujeres que se implican en el cambio y en la lucha por los derechos de todas nosotras, y hay algunas que consiguen dejar huella en cada cosa que hacen, imagino que por la fama de la  que gozan y por el propio hecho en sí . Se trata de Emma Watson. ¿Quién le iba a decir a la criaja de las pelis de Harry Potter que conseguiría superar su fama de niña prodigio y llegaría a ser más conocida en muchos momentos por sus discursos feministas que por su trabajo de actriz o su afortunado físico?
Emma Watson es una de las figuras más destacadas de la industria cinematográfica actual, más ahora, que va a estrenar  el clásico de Disney La Bella y la Bestia (yo ya cuento los días para ir a verla…)con personas reales, una película que creo que a todas nos enamoró y que fue una de las pioneras en cambiar la imagen de la princesa Disney que se dedicaba a fregar suelos y a esperar a que su príncipe azul la salvara, para convertirse en una mujer con aspiraciones más grandes y, en este caso, una auténtica intelectual que valora la palabra escrita y desarrolla su imaginación a través de los libros; ese personaje le viene al pelo a la Watson, creo que los del casting de la película dieron en el clavo al elegir a una floreciente actriz que, a pesar de que la fama le llegó bien pronto, lejos de abandonar sus estudios, se licenció en Literatura Inglesa, compaginando su carrera de cine y moda con la universidad, pero también con proyectos de filantropía y de sostenibilidad ambiental. Y claro, todo  esto lo veo yo, con treinta y un años, y no me queda otra que alabar y admirar a esta chica que con veintiséis ha conseguido hacer todo lo que una se podría proponer en su lista imaginaria de “cosas que hacer antes de morir”, creo que solo le falta plantar un árbol y escribir un libro… o a lo mejor también lo ha hecho y yo no me he enterado.
Pero algo que creo que es super importante y que hay que saber de Emma Watson  es que no se le ha subido el pavo a la cabeza, sabe lo que piensa y cómo decirlo y transmitirlo, e imagino que por eso es una destacadísima abanderada del feminismo. Como parte de su compromiso como embajadora de buena voluntad de la ONU, la actriz ha sido vocera de la campaña HeForShe (EllosParaEllas), que pretende que los hombres se sumen a la lucha por la igualdad de género y en contra de la discriminación y se ha pronunciando en favor del empoderamiento de las jóvenes. Sorprendentemente, a raíz de esta campaña y a su trabajo como activista feminista, ha recibido amenazas, pero al parecer no sirvió para callarla. Hay que ver y escuchar el discurso que hizo para la ONU, es algo más de diez minutos, pero no tiene desperdicio...

EMMA WATSON:DISCURSO SOBRE IGUALDAD EN LA ONU (HeForShe)



Sin palabras.
Una de las recientes actividades que también ha protagonizado Emma Watson y que a mí personalmente me encanta y que tiene que ver mucho con lo que transmite su personaje de Bella, el feminismo y el fomento a la lectura, es el curioso juego de esconder libros por el metro de Londres, muy original. Se trata del proyecto comunitario Books On The Underground, que fomenta la lectura dispersando varios libros por el transporte público y al que Watson se unió, escondiendo varios ejemplares de su última lectura por las estaciones de metro de Londres. Mom & Me & Mom de Maya Angelou, es el título de la novela en cuestión y que también forma parte de la lista de libros del club feminista Our Shared Shelf que ha fundado Emma (esta chica no para quieta).Para que este experimento tuviese repercusión, Watson publicó en su cuenta de Instagram un vídeo mientras descendía por las escaleras mecánicas del metro de Londres, dejando uno de los libros a medio camino. La cuenta del club de lectura en esta red social subió algunas imágenes de los lectores que encontraron el libro, que incluía una dedicatoria de la actriz. En el escrito, Watson explicaba la iniciativa y animaba a compartir las opiniones en el club de lectura, además de pedir que volviesen a dejar el libro en el suburbano para que otra persona lo encuentre. ¿Qué os parece la iniciativa?



Ya, como último añadido, tengo que recalcar la elegante forma que Emma ha mostrado para defenderse de las acusaciones de una periodista que, tras haber aparecido semi desnuda en una sesión de fotos de Vanity Fair, la ha tachada de hipócrita, basándose en que no puedes ser feminista y enseñar los pechos en una revista (¿Perdón?).  Emma Watson se explico muy claramente:“El feminismo trata sobre dar a las mujeres oportunidades. El feminismo no es un palo con el que golpear a otras mujeres. Va sobre la libertad. Sobre la liberación. Sobre la igualdad. Realmente no sé qué tienen que ver mis tetas con todo esto. Es muy confuso”. Y es que tiene toda la razón del mundo, de hecho, no me extiendo más, porque es un tema para tratar más ampliamente en otro post: La gente está muy equivocada con lo que realmente es el feminismo y esta chica, a raíz de una dura crítica (de otra mujer), ha sacado un mensaje y una conclusión muy importantes.

En fin, creo que ha quedado muy claro lo que admiro a nuestra colega Emma, y eso que no he visto ni una sola película de Harry Potter (¡Sí, lo confieso! ¡Lapidadme!), la cosa va por otro lado y no tiene nada que ver con la admiración interpretativa. Actriz, modelo, intelectual, activista, filantrópica, feminista… ¡Yo de mayor quiero ser Emma Watson! Y lo dice una que le saca cinco años… Igual aún no llego tarde.

viernes, 3 de marzo de 2017

La La... ¡Ups!

¿Quién les iba a decir a Martha Ruiz y Brian Cullinan que una simple equivocación y una momentánea falta de determinación, debida a un bloqueo, les iba a dejar sin uno de los posiblemente trabajos más interesantes del mundo? A ver, sueno exagerada, pero seguro que para los amantes del cine sería su sueño conocer de memoria antes que nadie los nombres de los deseados premios dorados y encargarse de ordenar y repartir, a pie de escenario, los sobres con los resultados a las estrellas a quienes les toca anunciarlos. Pero por lo visto debe de ser una responsabilidad muy grande y el hecho de que durante unos minutos subieran al escenario y dieran su discurso los falsos ganadores de la categoría de Mejor Película, La La Land, ante la atenta mirada de un confuso Warren Beatty, para después corregir el error y otorgarle el premio a su legítimo dueño, Moonlight.

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¿Que deja mucho que desear la organización de una gala en la que se invierte mucho dinero? Vale. ¿Que el elenco de La La Land puede que haya pasado por una bochornosa derrota? No pasa nada, tienen más Oscar con los que recobrarse. ¿Qué en este caso, por una equivocación, aunque sea por unos minutos, pero casualmente con el premio más esperado (mejor película), los dos responsables de la coordinación de sobres de premios y presentadores hayan sido vetados de volver a participar en una gala como esta? De acuerdo, es un trabajo, una responsabilidad, y si no das la talla, fuera; pero que después de esto, estas dos personas, Martha Ruiz y Brian Cullinan, hayan requerido de personal de seguridad por recibir amenazas de muerte de, imagino, fanáticos del cine, esto es demasiado, intolerable.
Pero no nos engañemos, esto pasa, a ver, a pequeña escala. Nos escandalizamos por los errores mediáticos como este o la equivocación de un cantante en un concierto, alguna contestación desafortunada de un político o futbolista. Pero en la vida real, tod@s cometemos errores garrafales y tod@s estamos esperando a que nuestro prójimo meta la gamba para descuartizarle despiadadamente, no tenemos ningún tipo de miramiento.
Ahora, porque gracias al Facebook nos es más fácil acordarnos, pero, ¿cuántas veces nos habremos equivocado al felicitar un cumpleaños? ¿Cuántas veces hemos escrito un wasapp a un grupo por error, privado, cuando en realidad queríamos mandárselo a una persona particular? ¿Cuántas veces habremos llegado tarde al trabajo por una confusión de los turnos, dejando al pobre compañero colgado? ¿Y la madre que le explica de forma equivocada a su hijo un tema del colegio mal, y luego el pobre chaval suspende el examen, quedando ella también como el culo? ¿Y cuando estás en una discoteca con un tío mirándote todo el tiempo y cuando ya te pones en plan sugerente te das cuenta de que a la que mira es a la de atrás tuya? Planchazo, planchazo, planchazo. Una vez, no lo olvidaré nunca, me acerqué a darle la enhorabuena a una conocida por su embarazo (es que tenía barriga de embarazada claramente) y desee que la tierra me tragara cuando ésta me contestó que había dado a luz hacía dos meses, señalándome el carricoche que llevaba su marido un poco más alejado… qué shock, por un momento me cayó el sudor frío y no sabía qué hacer, pero después pensé, que no es para tanto, no era nada descabellado, solo una confusión.
¿No hay un dicho que dice “Errar es de humanos”? Pues a veces se nos olvida. Parece que tenemos que saber en todo momento qué y cómo hacer las cosas y si nos equivocamos, solo disponemos de dos milésimas de segundo para rectificar de forma correcta, está prohibido bloquearse.
Por cierto, una forma de bloquearse es seguir el rollo hasta estar metida hasta el cuello, me explico: eso de que comienzas una conversación y no sabes de qué va, pero tú te haces la resabida, actuando por intuición o supervivencia, y después no saber cómo salir airosa y todo por la puñetera presión social que tenemos a veces de ser conocedores de todo. A mí me paso de que una vez me encontraba escuchando una ponencia y al parecer la ponente me conocía, me llamaba por mi nombre y todo, pero yo no le di importancia, ya que habíamos dicho nuestros nombres al principio de la sesión y podía ser que se hubiese quedado con el mío; al terminar la charla, la chica vino a mí, me saludó con dos besos y me preguntó por mi trabajo… yo me quedé blanca y en ese bloqueo mental solo se me ocurrió decirle “Muy bien, ¿tú que tal? ¿Cómo va todo?”, la conversación fue muy rara, la chica tan agradable y yo, súper artificial, intentando defender la mentira surgida de un bloqueo; cuando la ponente ya se fue, mi amiga que estaba a mi lado, aguantándose la risa me dice “No la conocías de nada”. Si mi amiga se dio cuenta, la otra debió de pensar que yo era retrasada mental. En fin, otro lapsus, en este caso, intentando que la mierda no se hundiera hasta el fondo.

Por eso me hizo tanta gracia el bombo de los Oscar. A lo mejor soy yo la única gilipollas que erra sin parar y por eso veo tan normal la equivocación al leer la entrega de un premio. Pero yo creo que no, aquí todos nos marcamos de vez en cuando nuestro propio La La Land, pero en esta vida  cuanta tanto la fachada de perfección que estas cosas que podrían quedar en anécdotas para que tod@s nos riamos un poco con y entre nosotr@s mism@s, nos toca taparlas con una impoluta imagen de corrección y pureza.