viernes, 16 de septiembre de 2016

Por la cara

Existe una notable innovación de las barbaridades y potingues que se pueden utilizar para mejorar nuestro, inevitablemente, rostro cambiante. Hay personas que se niegan a rendirse ante las arrugas y las imperfecciones de la cara, y para ganar esa batalla no hay lugar para las marcas cosméticas más o menos asequibles (más bien caras) que se nos ofrecen en cualquier droguería, y mucho menos los potingues del Deliplus.

Yo ya estoy hablando de palabras mayores, de “torear en plazas más grandes” en esto de la cosmética. El aloe vera, el aceite de argán, las algas, la rosa mosqueta, la chocoterapia… se han quedado sosos, simplones, en comparación a nuevas fórmulas que, en realidad no son tan nuevas en los lugares de las que provienen pero para quienes marcan las tendencias es lo último. Ahí van unos cuantos potingues para revolvernos las tripas si nos los imaginamos esparcidos por nuestra piel…
La baba de caracol, ¡¡¡¡aaaaahhhgggg!!!! Puede provocarnos las arcadas que nos dé la gana, pero este tratamiento de origen chileno ya hace algún tiempo que se vende en formato de tarrito de 80 mililitros. Para ilustrarnos, el caracol es un pequeño y húmedo molusco que libera una especie de mucosa (por no repetir lo de “baba”) que le sirve para desplazarse de un lado a otro, pero no es eso lo que se utiliza para crear la auténtica baba de caracol, para ello es necesario emplear la secreción que el animalito desprende cuando necesita defenderse: la alantoina. La baba de caracol, además de tener efectos de belleza,
también se utiliza para conseguir que la piel cicatrice más rápido, así como para eliminar manchas y quemaduras, lo que viene a ser la misma función que desempeña el aloe vera; ahí tan pringosa como la vemos, tiene antioxidantes que pueden reducir las arrugas que ya tenemos y prevenir las que están por llegar, y desprende un ácido glicólico (que no sé qué narices es) que actúa como exfoliante, como un peeling. Aunque tampoco nos confundamos, no es un producto milagroso, en las webs de estética entendidas en la materia de moluscos, según he podido leer, la baba de caracol puede ayudarte muchísimo a rejuvenecer tu rostro en tan solo unas semanas si eres constante y adquieres una crema de calidad; en resumidas cuentas, hay que comprar las cremas caras y con mucha periodicidad.
Y, siguiendo con los caracoles, como los japoneses siempre intentan innovar e ir por delante en todo, ellos van un paso más allá y directamente te ponen los caracoles a pasearse y babearte toda la superficie de la cara. En un salón de belleza japonés, una terapia con caracoles de cinco minutos cuesta 10.500 yenes (91’5 euros), ¡fiiiuuuuuu!, casi nada, los caracoles y su baba están super cotizados y nosotros comiéndolos con salsita picante en raciones de 3 euros. Pero las japonesas está claro que no ven a los moluscos pringosos como un manjar, sino como su carísima fuente de la juventud. Aunque lo que no entiendo es por qué los japoneses utilizan al caracol con su babita para que se deslice directamente por el rostro de las clientas, cuando según el tratamiento chileno, lo que en realidad es efectivo es la secreción esa, la alantoina, ¿no es una contradicción?
Dejemos de momento a los caracoles, porque continuamos con tratamientos estrambóticos, a través de animales, sí, de alguno de sus fluidos…, lamentablemente sí. En este caso se trataría del excremento de ruiseñor, podría haber sido algo peor, ¿no? De moluscos a pajaritos. Y es que la
obsesión por la belleza nunca acaba y si hay que probar una mascarilla con este… componente, pues se hace. Y es cierto, el tratamiento consiste en una mascarilla que utiliza la caquita de este ave, pero previamente preparada y convertida en polvo, que luego se mezcla con agua y arroz, que se aplica directamente sobre el rostro de la afortunada o afortunado. Esta mascarilla tan peculiar tiene sus orígenes ¡en Japón!, si es que lo que no invente esta gente… Al parecer, el excremento del pájaro sagrado se consigue exclusivamente de allí mismo y este mejunje es lo más de lo más entre el famoseo, por ejemplo, el actor Tom Cruise es un privilegiado cliente, y no me extraña, si ese hombre se come una placenta, que le echen mierda mezclada con arroz sobre la cara es lo menos asqueroso que habrá probado. A mí me da, que mucho dirán de ir a por el producto original a Japón, pero seguro que se hace la mezcla con la ñorda de un gorrión y nadie se entera, ¿o qué? Pero, bromas aparte, ahí donde ves la caca (de ruiseñor, ojo), tiene unos beneficios bueníiiisimos: combate los problemas de acné, ayuda a nutrir la piel, hidrata, ayuda a reducir cicatrices, combate las manchas faciales y elimina las células muertas de la piel. Al  parecer vale la pena, aunque si digo el precio del tratamiento puede que muchas se echen atrás, y es que ronda los 100 euros. ¡Por dios, que solo es mierda mezclada con arroz!
En fin, voy con la última curiosidad en cuidado facial: el veneno de serpiente. ¡Toma ya! Se vende como uno de los mejores y más eficaces métodos para combatir los signos del envejecimiento y no sirve la ponzoña de cualquiera de estos reptiles. En concreto, solamente vale la toxina de una víbora que únicamente la encontraremos en una zona de Indonesia, Wagleri Tropidolaemus; esta exclusividad ya huela a caro.
Para los defensores de los animales, decir que esta víbora no corre peligro, porque se ha conseguido sintetizar artificialmente los elementos de su veneno y se produce de forma abundante. Para entender un poquito mejor por qué existe esa fijación con la crema de veneno de serpiente, vívora, es porque esa toxina tiene unos efectos letales que paraliza los neurotransmisores, evitando la contracción muscular, si se sintetiza este veneno como un tarrito de crema, logramos que ésta tenga los mismos efectos que pueden tener las inyecciones de botox, pero sin tantos efectos secundarios como éste. También es verdad que la eficacia de la crema de veneno de serpiente es mucho menor que la del botox, ya que la piel no absorbe la sustancia como lo haría con una inyección intercutánea, pero el veneno de serpiente tiene dos ventajas muy claras: evitamos los pinchazos de las jeringas que dejan una irritación en la piel que duraría horas o días incluso y no tiene los efectos secundarios del botox como viene siendo la caída de párpados o la inexpresividad facial que produce la parálisis muscular. Pero también hay desventajas: el veneno de serpiente es muy caro teniendo en cuenta su eficacia real y además, el efecto es leve.
Baba de molusco, mierda de ave y veneno de serpiente. Diciéndolo así,
parecen los ingredientes para hacer la poción en el caldero de la bruja. Yo no he probado nada de eso, me fío más de las cremas con componentes de toda la vida aunque los resultados no sean milagrosos. Si muchas abuelas que, hace unos años, con solo restregarse la hoja del aloe vera por la cara ya tenían el tratamiento hecho, levantaran la cabeza y vieran estas barbaridades cosméticas, carísimas además, pondrían el grito en el cielo.
Pero no nos sorprendamos, los laboratorios cosméticos nos seguirán sorprendiendo con nuevos remedios estrafalarios, y un día saldrá al mercado las escamas de pez payaso, las púas de erizo o la cera de oreja de elefante, y ya te digo, la gente más chic la probará y será el nuevo tratamiento revolucionario y milagroso.

Bueno, voy a lavarme la cara con mis cremitas normales de toda la vida, los fluidos de animal que los siga probando Tom Cruise.

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