Existe una notable innovación de las barbaridades y potingues que
se pueden utilizar para mejorar nuestro, inevitablemente, rostro cambiante. Hay
personas que se niegan a rendirse ante las arrugas y las imperfecciones de la
cara, y para ganar esa batalla no hay lugar para las marcas cosméticas más o
menos asequibles (más bien caras) que se nos ofrecen en cualquier droguería, y
mucho menos los potingues del Deliplus.
Yo ya estoy hablando de palabras mayores, de “torear en plazas más
grandes” en esto de la cosmética. El aloe vera, el aceite de argán, las algas, la
rosa mosqueta, la chocoterapia… se han quedado sosos, simplones, en comparación
a nuevas fórmulas que, en realidad no son tan nuevas en los lugares de las que
provienen pero para quienes marcan las tendencias es lo último. Ahí van unos
cuantos potingues para revolvernos las tripas si nos los imaginamos esparcidos
por nuestra piel…
La baba de caracol, ¡¡¡¡aaaaahhhgggg!!!! Puede
provocarnos las arcadas que nos dé la gana, pero este tratamiento de origen
chileno ya hace algún tiempo que se vende en formato de tarrito de 80
mililitros. Para ilustrarnos, el caracol es un pequeño y húmedo molusco que libera una especie de mucosa (por no repetir
lo de “baba”) que le sirve para desplazarse de un lado a otro, pero no es
eso lo que se utiliza para crear la auténtica baba de caracol, para ello es
necesario emplear la secreción que el animalito desprende cuando necesita
defenderse: la alantoina. La baba de caracol, además de tener efectos de belleza,
también se
utiliza para conseguir que la piel cicatrice más rápido, así como para eliminar manchas y quemaduras, lo que viene a ser la misma función
que desempeña el aloe vera; ahí tan pringosa como la vemos, tiene antioxidantes
que pueden reducir las arrugas que ya tenemos y prevenir las que están por
llegar, y desprende un ácido glicólico (que no sé qué narices es) que actúa
como exfoliante, como un peeling.
Aunque tampoco nos confundamos, no es un producto milagroso, en las webs de
estética entendidas en la materia de moluscos, según he podido leer, la
baba de caracol puede ayudarte muchísimo a rejuvenecer tu rostro en tan solo unas
semanas si eres constante y adquieres una crema de calidad; en resumidas
cuentas, hay que comprar las cremas caras y con mucha periodicidad.
Y, siguiendo con los caracoles, como los japoneses siempre
intentan innovar e ir por delante en todo, ellos van un paso más allá y
directamente te ponen los caracoles a pasearse y babearte toda la superficie de
la cara. En un salón de belleza japonés, una terapia con caracoles de cinco
minutos cuesta 10.500 yenes (91’5 euros), ¡fiiiuuuuuu!, casi nada, los
caracoles y su baba están super cotizados y nosotros comiéndolos con salsita
picante en raciones de 3 euros. Pero las japonesas está claro que no ven a los
moluscos pringosos como un manjar, sino como su carísima fuente de la juventud.
Aunque lo que no entiendo es por qué los japoneses utilizan al caracol con su
babita para que se deslice directamente por el rostro de las clientas, cuando
según el tratamiento chileno, lo que en realidad es efectivo es la secreción
esa, la alantoina, ¿no es una contradicción?
Dejemos de momento a los caracoles, porque continuamos con
tratamientos estrambóticos, a través de animales, sí, de alguno de sus fluidos…,
lamentablemente sí. En este caso se trataría del excremento
de ruiseñor, podría haber sido algo peor,
¿no? De moluscos a pajaritos. Y es que la
obsesión por la belleza nunca acaba y
si hay que probar una mascarilla con este… componente, pues se hace. Y es
cierto, el tratamiento consiste en una mascarilla que utiliza la caquita de
este ave, pero previamente preparada y convertida en polvo, que luego se mezcla
con agua y arroz, que se aplica directamente sobre el rostro de la afortunada o
afortunado. Esta mascarilla tan peculiar tiene sus orígenes ¡en Japón!, si es
que lo que no invente esta gente… Al parecer, el excremento del pájaro sagrado
se consigue exclusivamente de allí mismo y este mejunje es lo más de lo más
entre el famoseo, por ejemplo, el actor Tom Cruise es un privilegiado cliente,
y no me extraña, si ese hombre se come una placenta, que le echen mierda
mezclada con arroz sobre la cara es lo menos asqueroso que habrá probado. A mí
me da, que mucho dirán de ir a por el producto original a Japón, pero seguro
que se hace la mezcla con la ñorda de un gorrión y nadie se entera, ¿o qué? Pero,
bromas aparte, ahí donde ves la caca (de ruiseñor, ojo), tiene unos beneficios
bueníiiisimos: combate los problemas de acné, ayuda a nutrir la piel, hidrata,
ayuda a reducir cicatrices, combate las manchas faciales y elimina las células
muertas de la piel. Al parecer vale la
pena, aunque si digo el precio del tratamiento puede que muchas se echen atrás,
y es que ronda los 100 euros. ¡Por dios, que solo es mierda mezclada con arroz!
En fin, voy con la última curiosidad en cuidado facial: el
veneno de serpiente. ¡Toma ya! Se vende como uno
de los mejores y más eficaces métodos para combatir los signos del
envejecimiento y no sirve la ponzoña de cualquiera de estos reptiles. En
concreto, solamente vale la toxina de una víbora que únicamente la
encontraremos en una zona de Indonesia, Wagleri Tropidolaemus; esta
exclusividad ya huela a caro.
Para los defensores de los animales, decir que
esta víbora no corre peligro, porque se ha conseguido sintetizar
artificialmente los elementos de su veneno y se produce de forma abundante.
Para entender un poquito mejor por qué existe esa fijación con la crema de
veneno de serpiente, vívora, es porque esa toxina tiene unos efectos letales
que paraliza los neurotransmisores, evitando la contracción muscular, si se
sintetiza este veneno como un tarrito de crema, logramos que ésta tenga los
mismos efectos que pueden tener las inyecciones de botox, pero sin tantos
efectos secundarios como éste. También es verdad que la eficacia de la crema de
veneno de serpiente es mucho menor que la del botox, ya que la piel no absorbe
la sustancia como lo haría con una inyección intercutánea, pero el veneno de
serpiente tiene dos ventajas muy claras: evitamos los pinchazos de las jeringas
que dejan una irritación en la piel que duraría horas o días incluso y no tiene
los efectos secundarios del botox como viene siendo la caída de párpados o la
inexpresividad facial que produce la parálisis muscular. Pero también hay
desventajas: el veneno de serpiente es muy caro teniendo en cuenta su eficacia
real y además, el efecto es leve.
Baba de molusco, mierda de ave y veneno de serpiente. Diciéndolo
así,
parecen los ingredientes para hacer la poción en el caldero de la bruja.
Yo no he probado nada de eso, me fío más de las cremas con componentes de toda
la vida aunque los resultados no sean milagrosos. Si muchas abuelas que, hace
unos años, con solo restregarse la hoja del aloe vera por la cara ya tenían el
tratamiento hecho, levantaran la cabeza y vieran estas barbaridades cosméticas,
carísimas además, pondrían el grito en el cielo.
Pero no nos sorprendamos, los laboratorios cosméticos nos seguirán
sorprendiendo con nuevos remedios estrafalarios, y un día saldrá al mercado las
escamas de pez payaso, las púas de erizo o la cera de oreja de elefante, y ya
te digo, la gente más chic la probará y será el nuevo tratamiento
revolucionario y milagroso.
Bueno, voy a lavarme la cara con mis cremitas normales de toda la
vida, los fluidos de animal que los siga probando Tom Cruise.
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