lunes, 14 de diciembre de 2015

El perfume hasta en la sopa

No es nada extraño que en estas fechas veamos publicidad de perfumes por todas partes: Cada cuatro páginas de una revista de marujeo contiene una entera ocupando el frasco de alguna fragancia y durante los espacios publicitarios de duración media se pueden contar siete de éstos dedicados solo a colonias.


Y es que es lo que hay, es el recurso más socorrido para cualquier regalo que se tenga que hacer para cualquier celebración y en fechas de Navidad se dispara y multiplica esta demanda y, cómo no, su publicidad. Normal que cuando haces el sorteo del “amigo invisible” con amigas o compañeros de trabajo y te puede tocar alguien con quien no terminas de adivinarle sus gustos o relacionarlo con un regalo concreto, hagas una visita rápida al Druni y ¡chim pum!,  ahí tenemos para elegir olores de toda clase, fuertes, dulzones, frescos, afrutados y todos ellos presentados en una caja bien cuca con alguna crema y/o desodorante de acompañamiento y un lacito de presentación. Ya lo tenemos, sin habernos comido la cabeza, intoxicarnos con un popurrí de olores pasando por nuestras fosas nasales no más, en caso de habernos molestado en oler, y habiendo resuelto el dilema del regalito.
Anuncio/película Chanel nº5
El tema “perfume” generalmente siempre había estado más relacionado con nosotras, por ser las máximas consumidoras de frasquitos de aromas concentrados y mueve tanto dinero este negocio que se puede ver en la excentricidad y la ostentosidad de los anuncios, más ahora que es cuando más se compra. Porque acordémonos de esa publicidad de Chanel nº 5 protagonizada por la “tengounpalometidoporelculo” Nicole Kidman y un moreno buenorro y dirigida por Bazz Luhrmann, que duraba nada más y nada menos que dos minuto, ¡el colmo de la publicidad! Más que un anuncio eso era una película, te daba tiempo a prepararte un bol de palomitas y todo. Y si no el anuncio de J’adore de Dior, en el que resucitan a dos divas: Marilyn Monroe y Grace Kelly, tan perfectamente parecidas que parece que hayan sido clonadas de las originales en su momento y las
El clon de Marilyn para J'adore
tuvieran guardadas precisamente para eso. Todas esas barbaridades de anuncios, contratando a modelos y estrellas con un caché por las nubes y utilizando escenarios imposibles, para presentar y dar a conocer a consumidor@s del mundo fragancias concentradas en frasquitos de diseño de 100 mililitros.
Pero de igual modo en que digo que las mujeres somos las consumidoras por excelencia, esta industria también se va abriendo al mercado masculino, quienes además se han ido haciendo más pulcros y cuidadosos con su apariencia  (y con su olor corporal). Aquí el que se lleva la palma es Jean Paul Gaultier con su Ultra Male, en cuyo spot hace falta que un tío cruce una ciudad en barco, destrozando el asfalto y con una chica encorsetada esperándolo en el balcón, para captar la atención de la gente, precisamente termino de verlo ahora por tv. Y sino que se lo digan a Eduardo Noriega, que tuvo que meterse en selvas y navegar a remo por pantanos para presentarnos su Viaje a Ceylan, mucha tela para un anuncio, ¿no?
"¡Soy un macho porque mi colonia tiene forma de hombre!"
Pero si lo hacen es porque surte efecto y la industria de la perfumería por lo visto mueve mucho. Luego ya, en lo que se refiere a hombres, la mayoría de anuncios ya me parecen super machistas,  pero eso ya lo comenté en su momento en uno de los últimos posts, La mala publicidad, donde precisamente trataba denunciar eso, que no es necesario infravalorar a la mujer para que un perfume de hombre sea más varonil.

El "rarito" que nadie queremos que nos toque en el amigo invisible
Pero eso ya es irse por otros derroteros. Lo que quería comentar con todo esto es que hay que ver con los perfumes, mueven e inspiran campañas publicitarias caras de coj***s, pijas, fantasiosas y pomposas, pero desde luego, esa vomitona de publicidad perfumada, brillantosa y colorida es un indicador más que nos hace sentirnos en plena Navidad y, por otro lado, es el regalo salvavidas al que recurrimos año sí, año no, por no repetirnos, para regalar a ese familiar de gustos extraños e indescifrables para salir del paso. Puede que a quien le regalemos la cajita presentada de perfume no la abra en su vida, pero hemos quedado de p*ta madre haciendo ese regalo y eso nadie nos lo puede quitar. 
Pero que quede bien claro que el 80% del perfume que se regala es por sugestión, ¡porque nos lo meten hasta en la sopa!

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