sábado, 16 de agosto de 2014

De la Generación Brigitte al Topless Tour: cincuenta años de topless

Este verano justamente se cumple medio siglo de la revolución que supuso que la espectacular Brigitte Bardot se paseara con el torso desnudo por las playas de Saint Tropez. En aquella época era un acto de rebeldía, algo inimaginable que solo se le ocurriría hacer a las más osadas, como la guapísima artista francesa. Pero, ¿y hoy?
Después de cinco décadas de historia de topless se ha querido hacer un estudio sobre esta práctica veraniega en las nuevas generaciones.
Quizás no se hubiera hablado de esto en algunos medios si las cifras no hubiesen sido tan sorprendentes como que entre las francesas de hoy en día, el 35% se niega completamente a ir con las lolitas al aire por la playa, teniendo en cuenta que Francia es la patria del topless. Y España tampoco se queda corta, porque en un sondeo entre 1200 mujeres, se confirma que el semidesnudo es “un fenómeno a la baja entre las jóvenes: el 60% de las mujeres consultadas de entre 15 y 25 años aseguraban no hacer topless mientras que casi 6 de cada 10 de entre 26 y 35 sí”. Por lo tanto amigas mías, la ruptura generacional es una de las claves de este fenómeno. Las más pudorosas en cuanto a enseñar sus atributos delanteros son las chicas de entre 18 a 24 años, aunque parece mentira, no tienen reparos en enseñar cacha y lucir transparencias en las discotecas (porque de noche todos los gatos son pardos), pero lo de ir con las tetillas al aire entre bañistas ya no lo ven tan claro.

Pero entonces… ¿porqué? Hay muchas teorías con respecto a este fenómeno de la desnudez (o mejor dicho, a la falta de ella). Psicólogas, sexólogas y sociólogas se han estado comiendo el tarro últimamente para dar una respuesta coherente a todo esto, se dice que las jóvenes de ahora se sienten sensibilizadas con las campañas de cáncer de mama y por ello no quieren exponer sus pechos al sol, creen que la imagen del pecho al desnudo está muy vinculado con la filosofía de las FEMEN o simplemente piensan que eso de enseñar las tetas es de ser unas frescas. Pero lo cierto es que su explicación está más por encima que todo eso.
“El topless no tiene marcha atrás, nadie se va a sorprender de que haya una mujer que vaya mostrando su pecho, pero por otro lado ya no tiene ese efecto liberador y rompedor que poseía antes”, explica la psicóloga  Pilar Varela. Y con ello, quiere decir que la generación de nuestras madres y abuelas pertenecientes a los años 60 y 70, la Generación Brigitte las llamaría yo, tenían mucho por lo que luchar, vivían reprimidas en una sociedad en la que no podían sentirse mujeres libres e iguales a los hombres y el simple gesto de andar por la playa haciendo topless, se convirtió en una seña reivindicativa, un acto de rebeldía para poder mostrarse como mujeres, sexuales, libres y naturales.
Pero ahora que el exhibicionismo es legal y que las mujeres se sienten más liberadas en la actualidad, se ha producido un cambio de perspectiva: el topless ya no tiene tanto sentido en cuanto que ya no hay tanto que reivindicar, ya no nos son necesarias tantas conductas de autoafirmación y como expresión revolucionaria ha perdido bastante fuelle, ya que enseñar las tetas a la sociedad ya no tiene nada de novedoso ni de prohibido. En resumen, se ha pasado de moda.
Además, tengamos en cuenta que los cánones de la moda de nuestros tiempos exigen, por un lado unos cuerpos esculturales con medidas imposibles para el resto de mortales, que hacen las más jóvenes sientan más pudor a la hora de enseñar su cuerpo semi desnudo, al no cumplir con lo establecido. Por otro lado,  cada vez se impone y gana más terreno la belleza andrógina, las mujeres adoptan roles masculinos y viceversa, y el hecho de aparentar menos femineidad en la vestimenta y apariencia en general es sinónimo de buen estilo y de modernidad.
Y a todo esto se le tendría que añadir el fenómeno de la mamoplastia, algo que se da en ambientes de más poder adquisitivo: mujeres que pueden y por lo tanto se operan para agrandar sus pechos pero que, por miedo a que una cicatriz les delate, se abstienen de mostrar sus nuevas y artificiales mamas al público. Un  añadido más al descenso de la práctica del topless.
 Entonces, ¿ahora que se lleva? Está claro que la mayoría de las jóvenes prefieren, al menos en las jornada playeras, insinuar pero no enseñar. Pero seamos sinceras, por muy pudorosas que podamos ser, no podemos evitar, de vez en cuando, mostrar la pechonalidad que tenemos cada una y deleitarnos por habernos atrevido a hacerlo,
sobre todo cuando estamos en lugares en los que sabemos que no nos vamos a encontrar con ningún conocido. Por eso, para dejar constancia de su osadía, muchas se han aficionado al “topless tour” , que no es otra cosa más que mostrar la espalda desnuda como complemento al paisaje más exótico. Las que lo practican no vuelven sus pechos a la cámara sino que los dejan para la imaginación de quienes miran sus fotos que quedan reflejadas en las redes sociales.
Así que el topless ya no se lleva, pero no lo podemos abandonar del todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario