lunes, 28 de enero de 2013
¿Mujer real o reina caduca?
Ya sé que en los últimos años, en nuestro país, los certámenes de belleza y todo lo que se cierne alrededor de ese submundo han ido perdiendo grado, pero sí es cierto que sigue teniendo una enorme importancia en nuestra sociedad actual.
Pero la pregunta que planteo acerca de este tema es si este tipo de concursos ¿realmente mitifica a la mujer o lo infravalora? En una sociedad machista en la que lidera el principio de belleza exterior, me cuesta creer a las misses cuando se les hace la típica pregunta de “Qué harías si fueras coronada?” y ellas contestan también el característico “Acabar con el hambre en el mundo y enseñar a leer a los niños”, o cualquier promesa que saben que es imposible que vayan a cumplir. ¿O de verdad ellas creen que si?
El caso es que me vienen a la cabeza un par de inquietudes:
Por un lado encontramos el tema del culto al cuerpo. No hay más que fijarse en las exuberantes reinas de la belleza de los países latinoamericanos (encabezados por Venezuela) en los que éste tipo de concursos y lo que después conlleva, se lo toman como algo muy serio, un estilo de vida que solo toca a unas cuantas privilegiadas. Y si para alcanzar esa meta hay que sacrificar unos pechos pequeños y la cara que Dios nos ha dado, pues adelante con el bisturí y a por la corona. Muchas mujeres terminan por no sentirse a gusto del todo con su imagen y acaban haciéndose adictas a las operaciones estéticas, o a lo que más técnicamente se le conoce como trastorno dismórfico corporal.
Por otro lado, siempre hemos oído hablar de concursos de belleza para niñas, sobretodo en Estados Unidos, que se podría considerar ya un deporte nacional -¿A ver cuántos títulos de belleza consigue mi niña éste año?-. Estas niñas, alentadas por sus madres, aspiran llegar a ser la nueva “Pequeña Miss América”, “Miss Princesa Adolescente” o títulos por el estilo. Pero, es educativo para estas niñas que se les someta, desde tan jóvenes, a sesiones de fotografía y maquillaje? Desde luego no voy a ser yo quien juzgue la educación que estos padres les dan a sus hijas. Pero recuerdo cuando vi la película Pequeña Miss Sunshine ( más información en: http://es.wikipedia.org/wiki/Little_Miss_Sunshine): esas niñas pintadas como puertas, con tacones y ropa de mujer… me dio un poquito de repelús.
Después de plantear estas dos cuestiones, la del límite de la naturalidad y el límite de edad, cada uno puede tener su opinión al respecto, pienso en el largo camino que recorren estas chicas y niñas para brillar sobre un escenario, en los obstáculos que se pueden encontrar, los desengaños, la posibilidad de acabar convertidas en juguetes rotos… y me pregunto si realmente vale la pena.
Nota, que conste que yo hasta ahora no he tenido ningún rifirrafe con ninguna miss, por Dios nooo! Solo son pensamientos que se hace una en sus ratos libres. Y para acabar, ya en clave de humor, dejo una recomendación: Muérete, bonita ,una comedia oscura americana de 1999 que cuenta a modo de sátira todo lo que ocurre detrás de un concurso de belleza, para pasar un buen rato.
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