Tanto
que dicen que las mujeres somos las más emocionalmente exageradas e inestables,
las más neuróticas, las más temperamentales, las más, las más, las más… Siento discrepar,
porque los hay que no se quedan cortos y los que hacen cosas sacadas de una zarzuela,
actos que llegan a los límites de la enfermedad mental y que asustan, que digo,
¡sobrepasan los límites de la enfermedad mental! A lo mejor a nosotras se nos
oye más, pero porque somos así de escandalosas y folloneras, pero hay hombres cuyas
demostraciones de amor son el equivalente de veinte “numeritos de bar” de los
nuestros.
Es
decir, que si una de nosotras llama a un programa de esos de radio para decir
en directo y a nivel nacional lo mucho que quiere a su novio, es una loca de
atar y genera vergüenza ajena. Pero si eso no es nada, locura la del imbécil egipcio
ese que ha secuestrado hoy un avión, amenazando que llevaba un cinturón
explosivo, menos más que el avión aterrizó, la gente está a salvo y el idiota
detenido, después de unas largas negociaciones en las que no se aclaraba ni él y
en las que ha tenido que intervenir hasta su ex mujer. ¿El motivo? Pues se ve
que el chico necesitaba atraer la atención
de su ex, y nada mejor que secuestrar un avión para darle el toque. Claro que, chico, así seguro que consigues llamar su atención, pero te arriesgas a pasar por un lunático y perder cualquier posibilidad con ella por escasa que sea, que es básicamente lo que al final ha ocurrido.
Luego, digo yo que ha visto que estaba haciendo el ridículo y ha dicho que
había secuestrado el avión para exigir la liberación de las mujeres presas en
Egipto: vamos que el tío ha llegado un punto en el que estaba ahí, con toda
esta gente secuestrada en un avión y toda la guardia chipriota y la prensa
mundial haciéndole corrillo, y la ex mujer mostrando de todo menos entusiasmo
por su “hazaña” y ha dicho, “mejor acabamos con esto antes de cagarla más” (y
eso que el hombre es profesor universitario, que en teoría debería de tener un
poco de luces). Y ahora resulta que la culpa será de la pobre ex mujer.
Esa ha sido una de las más gordas, pero que gilipolleces por amor o
por calentón hay
muchas y hechas por ELLOS, sííííí… esos mismos que nos llaman a nosotras
cursis, locas, histéricas, obsesas… Porque ya es una soberana gilipollez
tatuarte el nombre de tu pareja, imaginaros hacérselo en las partes nobles, como
hizo el rockero Tommy Lee, que se plantó un “PAMELA” (en honor a Pamela Anderson) a lo largo de su pene.
Bueno,
y qué decir de Carl von Cosel, que
fue un médico alemán residente en Florida que estaba bsesionado con una de su
pacientes, María Helena Milagro-Hoyos, enferma de tuberculosis y que tras la
muerte de ella en 1933 robó su cadáver y vivió con el cuerpo momificado hasta
1940, eso sí que da mucha grima.
En la literatura hay más de lo mismo. ¿Puede
ocurrir que un hombre (un príncipe encima) se encandile tanto de una mujer
casada como para enamorarla, convencerla de que se fugue con ella, meterla en
su castillo y provocar una guerra entre dos reinos? SÍ, véase a Paris y Helena
de Troya.
Y eso solo son unas pocas locuras públicas, que
las habrá privadas y desconocidas para mucha gente que probablemente sean
dignas o superen estas.
En fin, que hay de todo por ambas partes, creo
que todos tenemos una parte de locura, un@s la tienen más explotada que otr@s, pero
en esto entran tanto ellos como ellas y a veces ellos dan la campanada más grande. Así que la próxima vez que a un hombre se
le ocurra atribuirnos esa fama a nosotras, que se lo piense antes y que se
acuerde del idiota que secuestró el avión, que ha sido la última y la más
sonada. Los mensajitos de amor de los grafiteros en las paredes quedan a la
altura del betún gracias a eso, solo le supera el suicidio estúpido de Romeo y
Julieta.