“La
movilización dio sus frutos. Las dos mujeres de 19 y 23 años que fueron procesadas en Marruecos por vestir con faldas y atentar "contra el
pudor" el pasado 14
de junio en la localidad de Inezgane, fueron absueltas este lunes. Durante casi
un mes, la opinión pública marroquí estuvo pendiente de este caso en el que la
policía y el fiscal detuvieron y procesaron a las dos mujeres, en lugar de a
quienes las hostigaron mientras hacían sus compras en el zoco de Inezgane”. Con estas
líneas comenzaba la noticia del diario El País. Fuerte, ¿verdad?
Lo que puede ser un acto totalmente normal, como es el hecho de enseñar las
piernas por la calle, en unos lugares, en otros se llega a considerar un
delito. Creo que a partir de ahora la falda ha adquirido un poder y un
simbolismo de liberación y batalla
ganada en Marruecos que ni Mary Quant se lo hubiera imaginado.
Pero todo este revuelo y su resultado final no lo ha originado el poder de
una falda, más bien la falda ha sido la herramienta, el centro de la disputa
entre dos bandos: la sociedad civil vs la política del país. En esta ocasión la
sociedad civil gana y es un triunfo que nos tranquiliza, porque vemos que una buena
parte de la población marroquí, en especial
las mujeres, no se subordinan ante las retrógradas normas del país y
luchan por acercarse un poco más a la igualdad de género, que queda muy lejos
por desgracia. Pero a pesar de ser un triunfo en pro de la libertad femenina y
la igualdad, también preocupa y asusta, en este caso por la reacción de quienes
están al mando de las diferentes formaciones del país ha sido nula en este
capítulo tan importante. Ha tenido que ser la movilización de organizaciones civiles,
ONG en defensa de los derechos de la mujer, quienes dieron un paso adelante y
comenzaron a recabar firmas hasta conseguir unas 30.000 por Internet.
Esta vez la gente se ha espabilado y ha luchado por algo por lo que en
realidad no se debería de luchar, que simplemente debería ser algo normal, eso
ya convierte este hecho en algo anómalo. El pasado 14 de junio fueron
procesadas dos chicas por llevar falda, dentro de unos meses les puede ocurrir
lo mismo a otras dos por ir cogidas de la mano, por ejemplo. Hoy está amenazada
la libertad de vestirse, pero mañana puede ser la libertad de hablar.
Porque, ¿qué hay de los libros que no se permiten leer, de las películas
que se prohíben ver, de los matrimonios que se obligan a contraer o de las
estudiantes a las que no se les da la posibilidad de aprender más?
En mi opinión, la movilización que se ha llevado a cabo para que estas dos
chicas no fueran procesadas por llevar falda en Marruecos y los resultados
logrados, no es algo tranquilizador, a pesar de las buenas intenciones de los
movimientos sociales. A mí me horroriza y me produce temor recordar que hay
lugares en los que debo medir el largo de mi falda o en los que debo cubrirme
el rostro. No se debería luchar por normalizar el uso de la falda, debería ser
algo normal y punto.
De todos modos, me quedo también con la sensación de que todos esos hombres
“vigilantes de la moral” lo que tienen en realidad es miedo. Tienen miedo
porque saben que en algún momento todo esto cambiará y sus sumisas mujeres se
revelarán. Por eso reaccionan apresando a unas chicas que no han cometido
ningún delito, solo enseñar un poco las
pierna.
Ahora solo queda esperar a qué será
lo próximo y cuál será la herramienta movilizadora. ¿Un tanga tal vez?
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